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Es el miembro más joven de la dinastía de los “Piratas Marqués”, una familia íntimamente ligada al deporte villamariense. Fanático del fútbol, hoy cumple su sueño de presenciar una Copa del Mundo |
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Escribe: Pepo Garay
(enviado especial de EL DIARIO, desde Johannesburgo)
enía la idea rondándole los planes desde hace mucho. El Mundial era una cuenta pendiente. Pero los altísimos precios que ofrecía Sudáfrica 2010, parecían postergar el objetivo una vez más. Hasta que un día afiló números, armó la valija y partió. Así, Joaquín Marqués se convirtió en un verdadero privilegiado: uno de los pocos villamarienses que puede darse el lujo de decir presente en esta Copa del Mundo.
“La verdad es que el sueño estaba, pero lo veía muy difícil. Pensé que iba a poder cumplirlo recién para Brasil 2014, pero bueno, acá estoy” comentó este quiropráctico y kinesiólogo de 26 años, ligado desde siempre al deporte de la ciudad.
“La idea de venir surgió en los primeros días de enero de este año. Era complicado, pero hice un par de cuentas y vi que sacando un crédito se podía hacer. Eso sí, el presupuesto es bien ajustado”, aclaró “Pirata”, entre risas.
Hijo de Miguel Marqués, el conocido director técnico y profesor de educación física local, Joaquín se quedará en Sudáfrica durante todo el evento. Dice estar muy contento de poder presenciarlo y de paso conocer una cultura tan interesante como la sudafricana. También celebra la posibilidad de disfrutar “los paisajes impresionantes” que ofrece el país.
Entre partidos, paseos y festejos, el natural de barrio San Justo se hace un espacio para comentar algunos pormenores del torneo: “La verdad es que lo que mueve un Mundial es una cosa de locos. Gente por todos lados, muchas actividades para hacer y, por supuesto, la muy buena onda de la gente. El único problema es el transporte público, pero todo bien”, aseguró. Las entradas a los primeros tres partidos de la selección las consiguió desde Argentina, a través de Internet. Ahora aguarda a lo que hagan los dirigidos por Maradona, para poder obtener boletos en las rondas siguientes.
Al respecto, dice tener muchas esperanzas puestas en el equipo: “Las expectativas son muy grandes. Yo le tengo un montón de fe al equipo, a pesar de ser consciente y realista de que no veníamos bien antes del Mundial. De hecho, a diferencia de 2002, cuando estaba muy seguro y convencido que lo íbamos a ganar con Bielsa, ahora digo que por lo menos vamos a llegar a la final”, pronosticó.
Joaquín no se cansa de hablar de fútbol. Es un enfermo más del deporte de la redonda. En Villa María jugó en Central Argentino, aunque también siguió practicando en la Universidad de Córdoba, durante sus épocas de estudiante. Algunos de sus amigos se quejan porque “le pega a todo lo que se mueve”. Al parecer, un jugador recio. Es hincha de Talleres y River. Y de la selección, claro. Cuenta que fue a ver varios partidos a Buenos Aires, en eliminatorias de diversos mundiales. El último contra Colombia, el año pasado.
Confesó que en ese entonces viajó a la capital con la sola idea de ver de cerca a Maradona y Messi. “Quería tenerlos aunque sea a 200 metros de mis ojos”, recordó. Hoy, al compartir el mismo suelo sudafricano que sus ídolos, los siente más cerca que nunca.
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