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Estas son las entradas para asistir al partido entre Argentina y Corea del Sur y para “adornar” la foto, la portada de EL DIARIO |
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Escribe: "Pepo" Garay, desde Johannesburgo
(Enviado especial de EL DIARIO y Adiccra)
La locura mundialista sigue su marcha, al que van dejando su huella en la memoria de los sudafricanos. Los bares se llenan y las pantallas públicas instaladas en varios sectores de Johannesburgo atestiguan el incesante desfile de fanáticos en búsqueda de 90 minutos de hipnosis. Semejante obsesión, sin embargo, no ha podido ser reflejada de manera total en las boleterías. Si bien la gran mayoría de los encuentros muestran estadios casi repletos, la venta de entradas no resultó el éxito abrumador que muchos, incluida la FIFA, pensaban que iba a ser. En ese sentido, las diferencias con el Mundial de Alemania 2006 son destacables. La menor cantidad de visitantes extranjeros respecto al torneo pasado es una de las causas.
Pero la explicación elemental hay que buscarla en otros estamentos. La realidad económica de Sudáfrica, con la mitad de sus habitantes viviendo bajo el límite de la pobreza, es determinante. “A mí me encanta el fútbol, pero no puedo ir al estadio. Los tickets están muy caros para nosotros. Con lo que gano, no me alcanza para comprarlos”, comenta Andrew, mozo de un café del afable suburbio de Greenside. Con un sueldo mínimo y legal que ronda los 2.000 rands (unos 266 dólares, cifra que supera el salario real de muchos trabajadores en negro), a la gran mayoría de los sudafricanos se les hace muy difícil amortiguar el gasto de una entrada.
Basta con echarle un vistazo a los precios. Para la primera ronda, los boletos de categoría 4 (los más económicos, sólo disponibles para los residentes en el país) cuestan 140 rands (casi 19 dólares), aunque naturalmente, son los que más rápido se agotaron (sólo restan algunos para el partido entre Paraguay y Nueva Zelanda). Los de tercera categoría salen 560 rands (75 dólares), los de segunda, 840 (112 dólares) y los de primera, 1.120 (150 dólares).
Hasta hace pocos días atrás, en estas clases todavía se podían conseguir fácilmente boletos para varios partidos de la fase inicial, e inclusive cotejos de octavos y cuartos de final (donde los precios se incrementan en un promedio de 20% y 90%, respectivamente). Los de semifinales y final ya estaban agotados desde hace bastante tiempo atrás (en categoría 3, salían 233 y 373 dólares, respectivamente), lo mismo que los de los partidos de Argentina. En un camino imaginario hacia el 11 de julio, los hinchas albicelestes sólo podrían conseguir entradas de forma oficial para octavos, en el caso de que la selección acabe segunda en su grupo.
En las oficinas que la organización del torneo instaló en el coqueto barrio de Sandton, se ven algunas colas de gente. La mayoría son extranjeros, quienes se llevan su presea con tranquilidad. Ellos ya reservaron su lugar en la historia, tal como reza una publicidad bien conocida por estos lares.
A los millones de sudafricanos que no llegan a fin de mes, la frase les sabe a olvido.
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