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Ahí está la bandera de EL DIARIO, firme en Pretoria y en medio de cientos de medios que acompañan al seleccionado argentino |
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Escribe: Pepo Garay
(enviado especial de EL DIARIO y Adiccra, desde Pretoria)
Pretoria es una ciudad agradable y tranquila, donde la tradición africana convive con algunos rasgos de la arquitectura europea, entes gubernamentales y, por estas horas, mucho aroma a Mundial.
En sus calles y avenidas se ven banderas y colorido. Todos los países tienen su lugar. Pero quitando al local, uno se distingue por sobre el resto. Con camisetas albicelestes por doquier, la capital sudafricana se convirtió en la ciudad más argentina del continente.
La explicación hay que buscarla en Hatfield, un elegante barrio situado al este del centro cívico. Allí se encuentra el complejo deportivo de la Universidad de Pretoria, donde Maradona y los suyos entrenan, viven y se ilusionan.
En la entrada al predio el paisaje es peculiar: policías, periodistas, barrabravas, hinchas genuinos y algún que otro curioso, se mezclan para conformar la pintura. Todo para nada, porque en realidad el equipo se encuentra lejos del portón principal. En ese umbral, que ostenta rasgos de frontera, los fanáticos sueñan con verle una uña a Messi.
Pero ni eso. Los jugadores se mantienen adentro las 24 horas. Parece que motivos no les faltan, ya que de acuerdo con diversas fuentes, las instalaciones son excelentes. De hecho, el campus era codiciado por varias de las escuadras más importantes antes del Mundial.
“Nos sentimos muy honrados y orgullosos de hospedar a uno de los equipos mas legendarios del fútbol mundial, como lo es Argentina. Admiramos a los jugadores, pero estamos trabajando de manera muy profesional para no interferir en su privacidad y ayudarlos en todo lo que podamos para que puedan levantar la Copa”, le comenta a EL DIARIO, Izak van der Walt, gerente de Hospitalidad del predio y principal traductor del seleccionado nacional.
Izak conoce al dedillo los hábitos y costumbres de los argentinos, ya que en 2005 realizó un intercambio cultural en la vecina ciudad de Hernando. Al respecto, este empleado de la Universidad sostiene: “Mi familia y amigos de Hernando se van a poner como locos cuando vean la nota. Un sudafricano que fue residente en la Capital del Maní, y hoy, con la selección, ¡qué locura!”. Como buen “cordobés” promete poner música de cuarteto para alegrar a los jugadores, sobre todo a Carlitos Tévez, fanático de La Mona Jiménez.
Afuera, la prensa come de a migajas la escasa información que se filtra por los muros. Poco se sabe sobre la vida de la troupe argentina, a partir del estricto celo que mantienen dirigentes y personal. Los hinchas, por su parte, matan el tiempo intercambiando anécdotas de viaje, resignados. Hoy tampoco podrán ver a sus ídolos.
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