Escribe: Fernando Movalli (*)
Así, tal el título, podríamos catalogar la consecuencia en el azar del bolillero para el orden de los singles. Con David iniciando la proeza de repetir ese “lugar en el Mundo”, que es disputar otra final internacional. Y con “el pibe” Del Potro esperando buenas noticias del primer match para evitar toda presión adicional e impregnarse de esa necesaria paciencia que necesitará con creces ante el “todo terreno” Davidenko. Porque un triunfo del unquillense ante el experimentado Andreev en polvo, no solo tranquilizaría a “la torre de Tandil”, sino que saltearía su inclusión en un doble desgastante e inoportuno para el cordobés. Y porque, además, rotaría toda ansiedad y presión hacia un equipo ruso demasiado confiado en ser torazo en rodeo ajeno. Un doble filo en la enorme importancia de un primer triunfo vital para Mancini y su grupo o en una, no tan ilógica, derrota que complicaría como nunca antes las chances albicelestes como anfitrión.
Y, más allá de la incesante muestra de cariño de Maradona y un público adelantado en el entrenamiento post sorteo, seguimos con atención el plomizo cielo porteño. Oscuro firmamento que quisiera dar lugar a ese pronóstico de lluvias, favoreciendo aún más las chances europeas. Sin animarnos todavía a preguntarnos en voz muy alta lo que muchos compartimos en la intimidad de esta coqueta sala de prensa del Parque Roca: ¿porqué no haber optado por un piso rápido en un entorno indoor, favoreciendo el juego de los nuestros? Nos jugamos el pase a una final histórica en el país y, ese solo fin hubiese justificado cualquier medio en pos de una victoria hoy en dudas y con pronóstico reservado.
(*) Especial para EL DIARIO desde el Parque Roca
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