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Juan y Laura Scalzotto (foto), oriundos de Villa María y actualmente radicados en Chile, estuvieron alentando a la selección con la bandera de Talleres de Córdoba |
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Escribe: Pepo Garay
(enviado especial de EL DIARIO y Adiccra, desde Johannesburgo)
Se fue la ronda clasificatoria y el Mundial ingresa en etapa de definiciones. Los equipos clasificados ya conocen su porvenir inmediato con rival, fecha, hora y estadio. Mientras los jugadores entrenan, los técnicos desgastan las pizarras y los hinchas se transportan siguiendo el recorrido de sus selecciones, el campeonato aprovecha para tomarse un respiro. Por lo que, es el momento propicio para analizar el desarrollo parcial del mismo con foco en sus aspectos extra deportivos.
Pulverizando las dudas que el primer Mundial en suelo africano despertaba en dirigentes, sponsors y periodistas, Sudáfrica está dando sobradas pruebas de su capacidad para afrontar el desafío. Con aciertos y errores, el país africano expone orgulloso los resultados obtenidos hasta ahora.
Lo positivo
En primer lugar, la gente. Por lejos, los sudafricanos son las verdaderas estrellas de este Mundial. La alegría con la que viven la Copa y la calidez y camaradería que muestran con los visitantes de los cinco continentes, dejan en un segundo plano otros aspectos de la competencia.
Durante los partidos, la organización general es muy buena. El ingreso y egreso del público se desarrolla de manera rápida y ordenada; la seguridad es largamente garantizada y el transporte público desde y hacia el centro de las ciudades funciona con eficiencia. Además, la colaboración del personal y los voluntarios es permanente, y la información dispuesta en carteles y folletos, efectiva. Los estadios en sí se encuentran en impecables condiciones. Modernos y cómodos en todo sentido.
Fuera de los recintos se destaca el color que aporta la calle, la variedad de ofertas de esparcimientos que tienen los hinchas, la seguridad en espacios concurridos por turistas y el buen estado de rutas y vías de acceso a las ciudades.
Lo negativo
Entre las fallas organizativas el transporte lidera todos los rankings y Johannesburgo es el mejor ejemplo. Si bien llegar desde el centro a los estadios es fácil, movilizarse desde los alrededores de la ciudad (donde se alojan la mayoría de los visitantes) resulta una odisea. En ese sentido, las opciones son escasas y malas. Algo similar ocurre con el transporte interurbano.
La seguridad en la calle es otro tema. En esta ciudad han trascendido varios casos de asaltos a extranjeros y varios de ellos a argentinos. La mala distribución de los policías podría ser una de las causas. Los oficiales se agolpan de a grupos en sitios turísticos como Sandton o las adyacencias de la casa de Mandela, en Soweto. Pero, en lugares como el centro cívico, el corazón comercial y cultural de cualquier gran urbe, se los ve poco. A pesar de sus buenas intenciones, el desconocimiento de muchos colaboradores y empleados también deja que desear.
Tras repasar el panorama, la balanza se inclina hacia el lado positivo. Sudáfrica 2010 dista de la perfección, es cierto, pero sin dudas está a la altura de las circunstancias. De paso, también deja con la boca cerrada a muchos de sus detractores.
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