Por Luis Yong
Destacado ilustrador y colaborador de EL DIARIO

Una madrugada, extraña, desolada e incómoda, tal vez sumida en la incredulidad por el impacto de la noticia de la muerte de un amigo al que no veía hace mucho tiempo.
Tal vez no una amistad muy efusiva y de encuentros con asados y rondas de fernet, no de esas reuniones. Sí de las otras, en las que uno se enriquecía y se sumergía en una charla muy profunda sobre diseño, tipografía o discutir sobre un efecto realizado con el programa de diseño del photoshop, efectos 3D, o la clásica y remanida discusión sobre el uso de los programas viejos o los de última generación para diseñar.
Miguel De Lorenzi, más conocido como “Cachoíto”. Al escuchar este sobrenombre diminutivo, cualquier diseñador sabía que se trataba de una de las personas más importantes de la gráfica en Córdoba, en la Argentina y en el mundo. Con una trayectoria impresionante en el mundo visual, TV, gráfica en revistas y diarios, y de cualquier pieza gráfica a su paso.
Eso aprendí de él, encarar cualquier trabajo como si fuera un desafío. Dentro de los desafíos, al inicio de los ´60, llegó a la capital cordobesa y estuvo primero como diseñador gráfico en una agencia de publicidad, luego 1962 en los Servicios de Radio y Televisión de la UNC. En el diario que eligió como su casa, La Voz del Interior, y como su casa en el amplio sentido de la palabra, siempre a cuestas, con el peso del diseño sobre sus espaldas, el cual defendía muy estoicamente, desde 1979 hasta 2005 como diagramador y director de arte, en 2004 diseñó el diario Día a Día.
Después de jubilado siguió con su pasión, colaborando con el diario con una columna de fotoperiodismo, llamada “Andurreando la ciudad”. Muchas, muchas horas de trabajo dedicadas al medio periodístico y tamaño esfuerzo sólo coronado con premios a nivel internacional, pero con la humildad de las personas del interior de la provincia de Córdoba. ¡Claro!, había nacido en la ciudad de Villa María, con la firmeza y la convicción que dan la experiencia siempre estuvo dispuesto a orientar a los diseñadores y personas que deseaban aprender de él, los secretos del oficio.
Una vez me puso frente a la primera computadora que había llegado al diario, que no estaba preparada para diseñar, muy lejos de las actuales, y me dijo: “Vos, con esta máquina vas hacer infografía”. Cuando no se sabía nada al respecto y tampoco se hacía algo de infografía en el país. Yo tampoco tenía la menor noción. Pero hoy después de su visión creo no haberlo defraudado, con premios en la Society National Design, al igual que mi maestro, va mi homenaje, gracias “Cachoíto”, donde quieras que estés. Pero seguro que junto a los grandes.