Escribe: Pepo Garay (enviado especial de EL DIARIO y Adiccra, desde Ciudad del Cabo)

Como una ola gigante de fútbol. Energía vital que arremete con fuerza y pinta de celeste y blanco los muros sudafricanos. Es la hinchada argentina. Esa que llego al continente negro y de inmediato se mimetizó con el paisaje. La de las banderas. La de los cantos a pura garganta. La que ve los partidos de parada. La del que no salta es un inglés. Esa. La que hoy, como en cada Mundial, acuña tendencia.
Con la pasión característica de las tierras gauchas, nuestros compatriotas se reparten por el país siguiendo la huella de Messi y los suyos. En el medio, van dejando su propio rastro. Marca registrada, la forma con la que los criollos viven cada cotejo sorprende a propios y extraños. Durante los partidos, los anfitriones se quedan asombrados al contemplar el desempeño argentino en las tribunas. Con costumbres de cancha que distan largamente de las del suelo pampeano, no dan crédito al repertorio de cánticos, banderas y otros condimentos engendrados en la popular. Ante semejante espectáculo, se acercan y piden traducciones de canciones y leyendas grabadas en lienzos y remeras. Después se quedan sonriendo y mirando como ese inmenso grupo de enfermos de la pelota salta y no para de saltar.
Son muchísimos los argentinos que se hicieron presentes en Sudáfrica 2010. El dato llama la atención, teniendo en cuenta lo mucho que se habló acerca de la merma de visitantes que iba a sufrir este Mundial respecto a la edición pasada. Sin embargo, los albicelestes están ahí, aportándole aún más color y entusiasmo a la nación del arco iris. Con inmensa mayoría masculina llegaron de todos los puntos del país. Los de Buenos Aires son los que dan el quórum, como siempre. Pero cada provincia y región han aportado un muy buen número de representantes. En Sudáfrica, el federalismo que nos mienten en casa adquiere un poco más de cuerpo.
Aquí en Ciudad del Cabo, las indumentarias tonalidad cielo ya forman parte del quehacer cotidiano. Tras el duelo ante México en Johannesburgo, los hinchas comenzaron a llegar de a montones. La corriente irá aumentando día a día, conforme se acerque la hora del trascendental duelo ante Alemania, el próximo sábado. Muchos en auto, otros en avión, algunos en colectivo, van arribando. A medida que toman posición, se van impregnando de la calidez y el afecto que le brindan los locales.
Estuvieron en Ellis Park, en el debut triunfal ante Nigeria. Disfrutaron de la goleada ante Corea, en Soccer City. En Polokwane se bancaron el frío y alentaron sin parar, demostrando sus credenciales. De vuelta en Soccer City se ilusionaron con los goles de Tévez y el pase a cuartos. Ahora, aguardan que en esta ciudad el sueño continúe su sendero. Los hinchas argentinos tienen motivos para seguir creyendo.