El cooperativismo como práctica y como doctrina no es un hecho intrascendente ni tampoco un aspecto que cubriendo distintas etapas de la evolución social haya surgido del capricho de nadie.
El cooperativismo es una necesidad que como tal surge natural y abiertamente provocando una reflexión profunda en el hacer constructivo de la Humanidad.
El movimiento cooperativista que nació al amparo de una necesidad, que configuró un momento histórico hace escasamente 150 años, creó toda una revolución en los regímenes socio-económicos traducidos en positivas normas éticas que hicieron y van haciendo posible la consolidación de los vínculos de las relaciones humanas y sociales.
Una actividad que se
sostiene entre todos

Si bien la cooperación entre los hombres se ha dado en forma natural desde el inicio de su existencia, en la propia familia, las grandes ideas que aún hoy perduran no fueron obra de un solo hombre, sino de la unión entre muchos.
Esta cooperación natural tomó sentido a partir del Siglo XIX y fue en la Gran Bretaña, la de la "Revolución Industrial", en que un grupo de 28 trabajadores entre los que había una mujer y que en su mayoría eran tejedores de clase media-baja, luego de largas reuniones decidieron conformar la "Sociedad de los Probos Pioneros de Rochdale".
Esta asociación, mediante el ahorro metódico de una pequeña suma de dinero, logró reunir un capital común a partir del cual instaló un almacén que luego sería una cooperativa de provisión que le permitiría vender a sus integrantes bienes de consumo, al contado y a un precio razonable.
Comenzaron con pocos artículos de consumo primario, como manteca, azúcar, harina, cereales, aceite... con horario restringido, trabajando desinteresadamente, tratando de solucionar sus problemas comunes, ya que proyectaban proveer vivienda y crear fuentes de trabajo para los asociados que no lo tuvieran.
La cooperativa se fundó regida por un estatuto social cuyas disposiciones sirvieron de base para la formulación de los "Principios cooperativos", llamados frecuentemente los "Principios de Rochdale ".
Esta primera cooperativa fue creciendo paulatinamente incluso ayudando a otras cooperativas que, alentadas por el ejemplo, se fueron creando.
Este movimiento de la cooperación organizada se fue expandiendo por todo el mundo abarcando todas las actividades socio-económicas y que hoy representan alrededor de 800 millones de personas.