El ARI Villa María estuvo reunido con el concejal Eduardo Stoppa, del ARI Río Cuarto, analizando el proyecto de Innviron para convertir en energía la basura de la ciudad y ciudades vecinas a partir de un proceso que denominan gasificación.
Tras el encuentro con el edil riocuartense, uno de los voceros de la oposición a la instalación de la empresa en la ciudad del sur, el ARI Villa María elaboró un extenso informe.
En esta página, damos a conocer una síntesis del mismo:
“Desde todo punto de vista, y como todas las organizaciones medioambientales y de la salud coinciden en señalar, plantearemos lo siguiente:
4 Numerosos estudios a nivel internacional han demostrado que las plantas de incineración y de gasificación como la que se ha propuesto en Río Cuarto (y ahora en Villa María), tienen los mismos impactos negativos que las plantas de incineración convencionales y ningún beneficio adicional. Además, compiten con los programas de reciclaje y de reducción en la generación de desechos y generan gastos desproporcionados e injustificados a las ciudades o municipios.
4 Aunque se presenta a las incineradoras como fuentes de “energía verde”, no suele mencionarse que son importantes emisoras de Gases Efecto Invernadero (GEI) y un problema para el calentamiento global. La eficiencia energética de las incineradoras es baja: consumen energía los procesos de pre-tratamiento como la trituración y secado; además, como trabajan en ambientes de reducción de oxígeno, es necesaria más energía para mantener su funcionamiento y deben emplear combustibles auxiliares como el gas natural, gasoil o aceites desclasificados.
4 Además, el argumento de que la basura es una fuente de energía renovable tampoco es verdadero, ya que una parte de la misma, por ejemplo los plásticos, está compuesta por materiales derivados del petróleo. El valor calorífico de los residuos urbanos se debe en gran medida a los plásticos.
4 Por otro lado, una planta incineradora moderna con producción de energía eléctrica emite más CO2 por kilovatio hora generado que una central térmica de carbón, según datos de la Agencia Ambiental de Estados Unidos.
4 De las emisiones de productos no deseados en los procesos de combustión, incineración o gasificación se conocen apenas en un 20%, y de los conocidos, principalmente las dioxinas (PCDD), furanos (PCDF) y perclorobencenos (HCB) resultantes, están dentro de los llamados “la docena sucia”. Bajo esa designación también se incluyen algunos bifenilos policlorados (nuestro conocido PCB) análogos a la dioxina, que poseen propiedades tóxicas similares. Estos subproductos son a menudo más tóxicos que el producto original.
4 Los órganos principalmente afectados son el hígado y el timo. Los estudios reportaron los siguientes síntomas: pérdida de peso, hemorragias intestinales, inducción enzimática, inmunotoxicidad, toxicidad dérmica, teratogénesis, carcinogénesis y fallas reproductivas
4 Pueden provocar problemas de reproducción y desarrollo, afectar el sistema inmunitario, interferir con hormonas y, de ese modo, causar cáncer, una disminución de los niveles de la hormona masculina testosterona y un aumento de la incidencia de diabetes, entre otros.
4 Se ha observado que los niños expuestos a las dioxinas y furanos a través de la leche materna presentan alteraciones en los niveles de la hormona de la tiroides y déficit neurológico (ATSDR, 1998).
4 La dioxina en cuestión es uno de los componentes del Agente Naranja, arma química utilizada por Estados Unidos en la guerra de Vietnam.
s Respecto a los controles
¿Es confiable en nuestro país cualquier tipo de control? Aún cuando los ciudadanos nos sabemos indefensos frente a empresas monopólicas, ¿quién por ejemplo no se ha sentido expuesto y desamparado ante un cobro confuso y arbitrario de alguna telefónica en cierto momento ? ¿Quién siquiera controla algo tan elemental como el recorrido a horario de los colectivos urbanos en nuestra ciudad?
En el caso de los contaminantes específicos producto de los procesos mencionados, no existe ningún tipo de control ya que no existe un laboratorio en el país que pueda medir ni concentración ni tipificación de dioxinas. Así, aunque la legislación nacional reconoce que las plantas de incineración emiten estos tóxicos, ninguna autoridad (municipal, provincial o nacional) controla las emisiones. ¿Qué garantías hay entonces de que se controlarán las emisiones?
Concluyendo este primer informe, decimos que no existen soluciones o máquinas “mágicas” que hagan desaparecer la basura. La incineración de residuos, lejos de ser una solución, es una fuente de nuevos problemas. La solución adecuada, en términos sociales, ambientales y económicos, es la formulación de políticas e implementación de programas de minimización y reciclado de residuos (Basura Cero).
Por lo tanto, desde nuestro lugar, hasta tanto no sea estudiado, cuantificado, calificado y ponderado este tema en forma íntegra y exhaustiva, objetamos prima facie la instalación de una planta de incineración o Gasificación de Residuos Sólidos Urbanos, o cualquier tratamiento similar”.
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