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11 de Julio de 2010
Destinos I / Córdoba - Las cinco estancias jesuíticas
Reliquias mediterráneas
Distribuidas en el noroeste provincial, los complejos religiosos son parte fundamental de nuestra historia. Un cúmulo de virtudes arquitectónicas templadas por las evocaciones
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O.G.
Especial para EL DIARIO

Escribieron buena parte de la rica historia de la provincia. Ellos, los jesuitas. Llegan allá por 1599, decididos a difundir la Fe Católica en estas tierras. Fundan colegios, noviciados y la Universidad Nacional. Crean un sistema religioso, comercial y educativo sin precedentes en el continente. En 1767, el rey Carlos III de España los expulsa de un manotazo.

En el medio del productivo y dinámico proceso, la Compañía de Jesús establece varios emprendimientos rurales, cuyo fin es sostener económicamente la estructura de la congregación. Son cinco: Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia y La Candelaria. Sumadas a la Manzana Jesuítica de la capital provincial, conforman un complejo religioso de enorme valor cultural. Con varios siglos en las espaldas, hoy son piedra angular del desarrollo turístico de Córdoba.

Reconocida como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, la obra de los jesuitas se reparte por todo el norte mediterráneo. La ciudad de Córdoba conforma el núcleo del conjunto, coronada por la ya citada Manzana. Como satélites que rodean a su planeta, aparecen las estancias, un cúmulo de reliquias arquitectónicas donde las costumbres del pasado renacen con cada visita.
Estancia Caroya
(1616)

Es el primer establecimiento rural fundado por la Compañía. Elegante residencia, se luce con la apostura de su patio central, cercado de galerías y columnas. Los añejos tejados embellecen su figura. Nació como sostén económico del Colegio Montserrat, ubicado en Córdoba. También era residencia vacacional para los internos de dicha institución.
Además, sirvió como fábrica de armas, entre 1814 y 1816. El material bélico (producido en una sede religiosa, vaya ironía) fue utilizado por los ejércitos del norte en la lucha por la Independencia.

Jesús María
(1618)

Apenas cuatro kilómetros al norte de Caroya se ubica esta estancia, famosa por su producción vinícola. El estilo de la casona se asemeja a la de su vecina, aunque a diferencia de aquélla, la de Jesús María brinda mejores panorámicas del campo circundante, gracias a su patio abierto.
El edificio también hospeda la iglesia (como todas las estancias), la ranchería (destinada a los esclavos), el tajamar (especie de dique para el aprovechamiento del agua) y una bodega.

Santa Catalina
(1622)

La tercera estancia de los jesuitas se destaca por ser la más grande. Especial admiración provoca su iglesia, de radiante blanco y monumental estructura. Santa Catalina fue eje de la producción agropecuaria de la compañía. El obraje, la herrería, el soberbio tajamar, y los dos molinos, supieron estar cortejados por miles de cabezas de ganado e intensas labores de granja. Descansa solitaria a la vera de un camino provincial secundario, a 20 kilómetros de Jesús María.

Alta Gracia
(1643)

Es la más conocida de las cinco y razones no le faltan: de gran belleza, atesora tras sus frondosos muros notables ejemplos de la arquitectura de la época. Solicitada permanentemente por los turistas de todo el país, alberga el Museo Nacional “Casa del Virrey Liniers”, el antiguo obraje de producción textil y una agraciada iglesia de estilo barroco.
Afuera, se luce el tajamar, símbolo de la orden de Ignacio de Loyola y de todo el pueblo de Alta Gracia.

La Candelaria
(1678)

La hermana menor se encuentra sustancialmente alejada del resto, en un espacio perdido en la inmensidad del valle de Traslasierra. Ese entorno salvaje y desolado, a 73 kilómetros de Cruz del Eje, le da aún mayor encanto. Especie de fortín de los terrenos serranos, estuvo destinado principalmente a la producción de mulas, medio de transporte básico en el desarrollo del comercio con el Alto Perú.

Ahí están las estancias, custodios mudos de una época romántica y desconocida. Repletas de claroscuros, son parte fundamental de la identidad de Córdoba.

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