Escribe: Fernando Movalli (Especial para EL DIARIO)
Cansino, introvertido y hasta con rasgos de esa natural timidez para su edad. Juan Martín Del Potro, “La torre de Tandil”, estaba destinado nomás a ser el héroe deportivo de un fin de semana tan frío como variable en un parque Roca pleno de felicidad.
Olvidando pronto esa primera derrota de un Nalbandian que fue una sombra de aquel gladiador inolvidable del pasado Abril.
Cayendo sin escrúpulos ante un Davydenko diminuto en su contextura pero enorme, ahora sí, en demostrar porque está entre el selecto grupo de los mejores seis del mundo.
Y más grande aún, al elogiar a su contrincante cordobés en una conferencia de prensa extrañamente tensa para los argentinos.
Aunque, en paralelo y a sólo 150 metros de allí, se comenzara a escribir la historia grande del ahora popular “Delpo” para la tribuna. Desparramando potencia y grandes zancos como el viernes anterior y una soltura típica de experiencias veteranas a pesar de su envidiable juventud. Sorprendiendo al ruso Andreev es cierto, pero también a propios, extraños y a ese público que daba rienda suelta a una alegría sincera y contenida que bajó por largos minutos desde las colmadas gradas. Con miles de puños apretados y al viento por sentirse parte de esta historia grande que concluirá en el ansiado noviembre por venir.
Para volver a percibir esos latidos especiales de todo corazón que ya palpita el duro choque ante Nadal en nuestra casa. Siendo imposible en este entorno no “presentir” el dulce respiro de una final soñada por donde se la mire.
En nuestra Córdoba o en esta bulliciosa capital, ya un nuevo clásico en discusiones y opiniones que escuchamos por doquier. Y, mas allá de ser respetuosos con la historia y “aquellos Gaudio, Coria, Cañas y hasta el mismo gran David”, hoy el destino viste de héroe a este gigante de Tandil.
En estatura y por el enorme nivel que solo soportó 14 games en su doble triunfo de la serie. Para rendir el homenaje más preciado a la incipiente primavera del país y regalarnos sesenta días a pura adrenalina, en la dulce espera de otro choque apasionante ante un España siempre banca en todos lados.
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