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Ocampo con Fabiana Romano, directora del museo |
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"Qué país éste. Con mis 86 años y recién ahora conozco la obra de Fernando Bonfiglioli", se lamenta el prestigioso pintor Miguel Ocampo mientras recorre la sala de exposiciones del Museo que lleva el nombre del artista que adoptara Villa María.
Ayer por la tarde arribó a la ciudad uno de los máximos referentes de la pintura no figurativa en Argentina para supervisar el armado de su exposición (cuadros de amplias y pequeñas dimensiones y colores fuertes) que se inaugurará hoy a las 20.30 en la planta baja del edificio de San Martín y bulevar Sarmiento. En la ceremonia, organizada por la Fundación Antonio Sobral y la Biblioteca Bernardino Rivadavia en sus 104 años, se reconocerá a Ocampo como Visitante Ilustre mediante la resolución del Concejo Deliberante.
Contra el arte peronista
En diálogo con EL DIARIO el pintor brindó un breve repaso de su trayectoria artística, sin antes comentar su vínculo genealógico con el fundador de nuestra ciudad. "Manuel Ocampo fue hermano de mi abuelo o sea mi tío abuelo, un hombre muy señorial y de grandes dimensiones", recordó.
"A los 7 años -relata- cuando me preguntaban qué quería hacer cuando sea grande, decía pintor. Lo tenía muy en claro. En esa época, que vivía en el campo, pintaba animales y lo que la naturaleza me ofrecía. Curiosamente, ahora vuelvo a pintar paisajes de La Cumbre donde vivo hace 30 años después de transitar por París y Nueva York". Ocampo se formó en Buenos Aires como arquitecto aunque nunca ejerció "porque la pintura me apasionaba más". Luego se introdujo a la diplomacia, en tiempos donde "entrábamos muchos colados" (señaló en sorna), hasta que llegó el momento de las exposiciones públicas y los hitos de vanguardia. "Al volver de mi primera exposición en París en los ‘50, me uní a un grupo de artistas ligados con lo más avanzado en el constructivismo como Kandinski. Eramos revolucionarios, empezábamos a trabajar en lo abstracto desde un punto de vista tan racional que decíamos que podíamos dictar los cuadros por teléfono". En los estertores del segundo peronismo, el artista se opuso a la pintura referencial oficial del "progresismo proletario" y a las imposiciones estatales sobre la obligatoria afiliación al Sindicato de Artistas Plásticos para poder exponer. "Nos liberó la Libertadora", agregó.
Modas y vanguardias
Acerca del panorama artístico actual reseñó: "Antes había vanguardias, ahora son más bien modas, muchas de ellas impulsadas por el propio mercado. Además hay una gran confusión, con una información muy superficial sobre los estilos". Respecto al "círculo vicioso" de galerías y críticos que denunciara el coleccionista Alberto Elía, el viernes pasado, en su visita a la ciudad, indicó: "Cuando se desplazó el centro del arte de Europa a Nueva York después de la posguerra, la políticas de arte estadounidenses se incrementaron. A su vez las galerías se multiplicaban pero también defendían sus intereses. Entonces le pagaban a los críticos para que hablasen de sus obras y así se forzaban nuevas vanguardias. Eso se trasladó luego a todos lados y a Argentina", concluyó.
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