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“La Mona” con el villamariense radicado en España en un aeropuerto |
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Señor director:
En estos días de furor por la presentación de su biografía, me vienen lindos recuerdos. Yo era muy pibe allá por finales de los años 60’ y principios de los 70’. Vi por primera vez al personaje como un muchacho sencillo. Era una tarde de verano, en la puerta del Club Huracán. Bajaba de un colectivo Mercedez Benz 312, de esos que se usan para el servicio urbano de pasajeros de Córdoba. Recuerdo que empezaron a bajar los equipos, bafles, teclados, otros instrumentos, todo entre ellos mismos y él como uno más.
Debo ser sincero: nunca asistí a uno de sus bailes, y creo no haber comprado nunca su música, ni me considero su ferviente admirador; las cosas como son. Pero más allá de los gustos musicales, los comentarios o la polémica que suscita su sola presencia en cualquier sitio, debo admitir que con su sencillez, su estilo, su forma de ser y las letras de sus canciones, es el ícono de la música popular cordobesa. Y la música es cultura y como tal debe ser entendida, sea del estilo que sea: sinfónica, de cámara, clásica, folclórica o cuarteto; creo que en el trabajo de cada compositor está su esencia y lo que quiere transmitir a su público, sea éste de cualquier estrato social. Lo importante es saber llegar a la gente, que te entienda y se identifique con tu trabajo; el mantenerte vigente, seguir en el escenario, que te aplaudan, te quieran y te acompañen y creo que él lo ha logrado como nadie. Pocos se han mantenido en lo más alto durante tantos años.
Polémicas absurdas
Dejemos de lado sus cruzadas sociales o bailes donde algún asistente esa noche se iba a su casa con la vida un poco más arreglada porque en el sorteo le tocaba una casa o un taxi. No hagamos caso de su vida privada, ni alimentemos polémicas absurdas de si debe estar en un sitio o en otro, si se merece esto o aquello; es un artista y como tal debemos tratarlo. Tiene una trayectoria y un prestigio ganado, le pese a quien le pese.
Es, en otras palabras, una institución en la música popular cordobesa, y de eso no creo que haya nadie que tenga ni la menor duda.
Hace unos años volvía a España después de haber estado uno días en mi querida y añorada Villa María. Estaba facturando el equipaje cuando de repente sentí a mi alrededor un murmullo... Me di la vuelta y estaba allí, parado detrás mío, con la misma sencillez de aquella tarde en el Club Huracán, como uno más, sin pedir ningún trato especial. Estaba solo, tranquilo como si la cosa no fuera con él. Le pedí si me podía hacer una foto con él, y me dijo “Claro, papá, jeje”, como si nos conociéramos de toda la vida.
Beso a beso en Dusseldorf
Compartimos el vuelo hasta Santiago de Chile, donde él se quedó, y yo seguí mi camino. Pero hablamos durante todo el vuelo como dos amigos. Ahí fue que le conté que un día me encontraba en Dusseldorf y en la radio pusieron la canción Beso a beso de él. Y me dijo: “Mira vos, che, hasta dónde llego”. Por Dios, qué sencillez. Así es y creo que así será siempre. Nos guste o no, su forma de vestir, sus letras, sus bailes o su gente.
Lo dije antes y lo mantengo: la música es cultura, y Juan Carlos Jiménez Rufino (“La Mona”) es un músico, un artista y se merece estar como estuvo en el Teatro del Libertador, por una sencilla razón: su trayectoria musical. Sentí que tenía que decir estas palabras ante alguna polémica sobre su presencia en ese coliseo cordobés.
Un fuerte abrazo a todos, y gracias por dejarme expresar mi humilde opinión
José María Sacc
villamariense radicado en Onil, Alicante, España
josesacc@hotmail.es
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