Escribe: Jesús Chirino
En la ciudad existen cientos de esos espacios comerciales en los cuales compramos diarios y revistas. Según los registros municipales actualmente la ciudad cuenta con casi quinientas habilitaciones municipales inscriptas bajo el código 52439, correspondiente a los quioscos. En muchos de esos locales se vende material de lectura. Repasamos aquí algunas de las primeras habilitaciones de quioscos otorgadas por el Estado municipal.
Los quioscos de Videla
Según la Real Academia Española el término quiosco proviene del francés kiosque y a su vez éste lo hace del turco köºk, término que a su vez viene del persa koök que deriva del pelvi kôk que significa pabellón. Pero en nuestro medio, mediante la palabra quiosco popularmente designamos esos espacios comerciales en los que se venden diarios y revistas. Esta manera de comercializar existe desde hace años en la ciudad, ya en el año 1926, más precisamente el día 19 de junio, el Honorable Concejo Deliberante de la ciudad dictó la Ordenanza Nº49 librando la autorización para que el Departamento Ejecutivo pudiera conceder el correspondiente “permiso al Señor Agustín Videla para instalar un Kiosco(sic) en la Plaza Centenario ”. El comercio estaría fijado en la esquina formada por las calles Buenos Aires y la actual calle General Paz, que en aquel tiempo se denominaba Perú hasta que, en el año 1933 se modificó esa designación. La autorización para el quiosco de Videla sólo le permitía “…vender diarios, revistas, libros, y demás publicaciones autorizadas”.
La norma municipal fue firmada por Porfirio Seppey, entonces presidente del Concejo Deliberante, y el secretario de esa institución Juan Arregui. Se estableció que a Videla no se le otorgaba un permiso por período de tiempo determinado, al contrario se dejó claro que el nuevo emprendimiento debería ser retirado del lugar cuando las autoridades municipales lo estimaran necesario. Estos fueron los términos de la habilitación para un quiosco otorgada bajo la tercera intendencia de extracción radical de la ciudad, ejercida por Eugenio Parajón Ortiz que ocupó el cargo hasta 1928.
Años después de la autorización para ese primer comercio de este rubro, cuando ya transcurría la Intendencia de Ernesto Díaz, en julio de 1929 se dictó la Ordenanza Nº329 cuyo primer artículo dice “Autorízase al D. E. para conceder permiso al señor Agustín Videla, para instalar un Kiosco(sic), en la calle General Paz frente al Anexo del Hotel España, con el objeto exclusivo de vender diarios, revistas, libros y demás publicaciones autorizadas”. De esta manera Videla volvía a tener una habilitación municipal para establecer otro quiosco, esta vez ubicado también en el centro de la ciudad pero en la avenida que está frente al ferrocarril que por entonces se denominaba de la manera mencionada. En esta habilitación se fijó la obligación de pagar un impuesto mensual “…de veinte pesos ($20,00) por conceptos de ocupación de la vía pública” y la construcción del quiosco se debía hacer de acuerdo a los planos presentados y las modificaciones propuestas por el ingeniero municipal y con la intervención del jefe de Obras Públicas.
Quiosco de Amer
En noviembre del mismo año 1929 encontramos que mediante la Ordenanza Nº254 el Honorable Concejo Deliberante autorizó al Departamento Ejecutivo municipal a licitar “…públicamente la locación del kiosco (sic.) de la Plaza Centenario, cuyo destino no podrá ser otro que el funcionamiento de un bar en los anexos que constituya un lugar de esparcimiento honesto”. Aparentemente aquí la acepción de la palabra quiosco puede haber estado referida a un tipo de construcción abierta.
Tiempo después, la Ordenanza Nº302, de setiembre de 1932, autorizó que se le concediera permiso al “señor Domingo Amer para instalar un kiosco (sic.) en la esquina de las calles Entre Ríos y General Paz, con frente a la calle Entre Ríos, con el objeto exclusivo de vender diarios, revistas, libros y demás publicaciones autorizadas”. En este caso las medidas del negocio debían respetar las dimensiones máximas fijadas por la norma estatal que señalaban que las instalaciones no superarían el metro veinte de fondo por el metro ochenta de frente. Amer también debería pagar un impuesto de veinte pesos mensuales por hacer uso de la vía pública.
Vasallo, Setien Cueto y Vanzetti
En mayo de 1933 otra ordenanza concedió un permiso precario para que Pedro Vasallo instalara “un kiosco(sic.) para la venta de diarios, revistas, libros, etcétera, conforme la solicitud”. La norma jurídica no establece dónde se erigiría el quiosco de Vasallo. En el mes de junio del mismo año también se habilitó el quiosco de José Setien Cueto para la venta de “cigarrillos y revistas, en la calle Gral. Paz casi esquina Corrientes”.
En julio de 1933 se dictó la ordenanza que cambió el nombre de la calle Gral. Paz. El texto, que nos ayuda a ubicar con mayor precisión los sitios en los cuales se establecieron los quiosco, dice: “Desde la promulgación de la presente ordenanza, la calle General Paz se denominará Hipólito Irigoyen; la calle Perú se denominará General Paz, y la calle Progreso, Perú”.
En noviembre de ese mismo año se habilitó el quiosco de B. Vanzetti en la esquina de la calle Paraguay –actual Sabattini- esquina San Juan en la “acera de la Plaza Manuel Anselmo Ocampo”.
Estas fueron las primeras habilitaciones de quiosco realizadas por el municipio local.
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