Busca una posición y dispara. La toma es buena, pero intenta otras con diversos ángulos.
Busca mejorarse y realiza cursos en la ciudad y la provincia. Aprende cosas nuevas e interesantes, pero no se detiene. Busca en blanco y negro, en color y con diversos efectos. Le gusta pero quiere más.
Busca refrescar la cabeza haciendo fotografías en diversos destinos. Se contenta con nuevas miradas, pero no se conforma. Busca representar la realidad en revistas, en los diarios, en las muestras; pero siempre con un toque artístico que lo caracteriza.
En el arte no hay límites, sólo los que nosotros deseemos crear.
El lo sabe, y con su corta edad reconoce no alcanzarle el tiempo para aprender y experimentar en este mundo tan amplio de la fotografía. Pablo Costantino Felipe es un joven de la ciudad que comenzó la búsqueda de su camino, una actividad que lo desafía todos los días y que lo convertirá, con el tiempo, en un testigo de un momento, de una realidad… de una época.
por Darío Falconi
eldiariocultura@gmail.com
EL ENCUENTRO
Nos detenemos frente a su casa, que se encuentra pintada de un color rojo intenso, con esculturas de hierro en el frente, macetas hechas de cactus y otros adornos que la individualizan del resto.
Nos saludamos como si nos conociéramos de toda la vida. Nos hace pasar a un living-comedor embellecido con muchos objetos artísticos, pinturas y esculturas hechas con sus manos, fotos adheridas a la pared, pilas de revistas Rolling Stone en un rincón, muebles rústicos, buena música y una mesa que nos aguarda con mate, galletitas y carpetas con sus trabajos.
Pablo culminó sus estudios secundarios en el colegio Bernardino Rivadavia y en sus últimos años optó la especialidad en arte, motivado por influencias de la familia, principalmente por su abuelo.
Sus incursiones en espacios de formación registran algunos cursos en la ciudad, como el de fotografía de viaje con Juan José Oddino. El año pasado cursó estudios en un instituto privado de la capital, pero no convencido, lo abandonó a la mitad del año; sin embargo, y a pesar de decirnos entre risas que “nunca termino nada”, mientras cursaba estos estudios realizó dos talleres de fotoperiodismo con el fotógrafo cubano Tomás Barceló Cuesta y Sebastián Salguero de La Voz del Interior. En la actualidad está estudiando en la Escuela de Bellas Artes, aunque mucho de lo que ha aprendido se lo debe a su curiosidad.
EL TRABAJO
Uno de los sueños que Pablo desea cumplir es poder trabajar en el fotoperiodismo, por ese motivo se sorprendió que lo llamasen de un medio gráfico, luego de presentarse una de sus muestras. Nos confiesa sorprendido, “era como cumplir muy rápido lo que quería”.
Su iniciática incursión en el fotoperiodismo de manera profesional lo llevó a cubrir actos políticos, partidos de fútbol, carreras de motos, juicios y otras actividades que no son a las que estaba acostumbrado. En esta actividad en la que hay mucha tensión, por las situaciones irrepetibles a las que se expone el fotógrafo; Pablo se siente bien, “me gusta jugarme”, nos dice.
El deporte no ha sido una actividad en la que nuestro entrevistado haya seguido a través de sus años, pero reconoce que salir a cubrir las diversas competencias es lo que más le gusta hacer, le fascina resaltar a la persona y su despliegue en ese campo.
Entre sus próximos pasos está seguir trabajando en el fotoperiodismo, en una flamante revista de interés general, realizada en colaboración con algunos redactores de este medio.
La ciudad de Villa María ha visto incrementada sumamente el número de gente dedicada a la fotografía, tanto aficionados como aquellos que han podido realizar cursos y carreras universitarias en los últimos años. Por ese motivo le consultamos, en cuánto dificulta la tarea profesional el hecho de que sean muchos quienes cultivan esta actividad. Pablo, reconoce un desarrollo importante, pero nos contesta que no le interesa la competencia, le gusta abrirse y tratar de desarrollar de la mejor manera su trabajo.
Reconoce en esta ciudad a los “viejos” fotógrafos y resalta a los nuevos valores como Luciano Menardo y Javier López. Considera que hay muy buenos fotógrafos en Villa María, y destaca la diversidad de miradas de cada uno.
LA TECNOLOGÍA
Cuando apreciamos las fotografías de Pablo, además de cierto goce estético, notamos poca intervención en lo que a retoque digital se refiere. Es que nuestro entrevistado, a diferencia de la mayoría de los que se dedican a este actividad, le da muy poco espacio a las herramientas gráficas como el popular Photoshop. “Le esquivo un poco a la tecnología”, quiere dar la imagen más natural y fresca posible.
El viejo dicho popular de que la imagen vale más que mil palabras es una de las posiciones a las que Pablo suscribe. En ese recorte de la realidad que pasa por la cámara y termina impreso en el papel, no todo es arte. El joven nos dice que para que así sea debe haber una crítica, más allá de los fundamentos que su autor pueda aportarnos.
Entre sus gustos puede reconocer el expresionismo alemán, le gusta mostrar los contrastes, lo muy blanco y lo muy negro; esas fotografías en esos tonos son las que más nos dicen, la que nos permite apreciar cada uno de los elementos que se nos están mostrando y que muchas veces no podemos apreciar porque el color nos distrae.
BUSQUEDA HUMANA
En una era donde es posible realizar una cantidad infinita de disparos para luego revelar lo que denominamos fotografías, Pablo reconoce clickear muchas veces el botón de su cámara Olympus E520, como así también borrar mucha cantidad y luego arrepentirse, ya que en ese vertiginoso sacar y borrar, se pierden, a veces, algunas fotos interesantes.
No posee estudio fotográfico y esto quizás se deba porque está desarrollándose como fotógrafo; pero también porque a Pablo le gusta trabajar in situ. Se moviliza hasta el lugar donde está la acción, las personas y la historia.
Para Pablo la mejor fotografía es la que muestra de manera más acabada lo que pasa en el momento, aquella que se puede convertir en un documento de la realidad. Pero para llegar a ello, cree que debe haber cierto respeto por el otro; no le gusta mostrar la foto más llamativa o impresionante de algún hecho sin pensar, antes, en las consecuencias que para el otro pueda traerle.
En su filosofía esta el continuo encuentro con el otro, una manera de conectarnos con las demás personas a través de la fotografía; así este arte se transforma en un nexo, en un vehículo en que pueden establecerse relaciones.
Pablo Costantino Felipe es un fotógrafo en crecimiento. Está recorriendo el camino, aprendiendo de las formas más diversas, pero siempre con esa constante búsqueda de lo estético y artístico embebido en la realidad que le da marco a la vida.
En varias oportunidades de la charla declaró aún no encontrarse, seguir probando y desarrollándose en un camino en que se exige cada vez más. La búsqueda trae conocimiento y éste el crecimiento personal y profesional de una persona.
Pablo, seguí tu búsqueda, ojalá, no te encuentres nunca.
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