Nuevamente, el secretario de Coordinación General del municipio, Héctor Muñoz, salió al ruedo para defender a su jefe político Eduardo Accastello.
En esta oportunidad, el médico tomó el bisturí y realizó un tajo en la columna vertebral del peronismo provincial. Sus blancos fueron, nada más ni nada menos, que José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti.
A los dos principales dirigentes del PJ los puso en el quirófano por los ataques a Accastello perpetrados por el legislador Daniel Passerini y el intendente de Leones Fabián Francioni.
Antes de la incisión, Muñoz se puso los guantes y habló de principios y lealtad.
“Las personas que intervienen en la vida política deben ser leales a su comunidad y a sus principios. Eso creía antes de ocupar cualquier cargo público y lo sostengo ahora.
Esa conducta franca y comprometida, creo, es la que deben ejercer los políticos honrados, tanto en la oposición como en el Gobierno y cualquiera sea el panorama electoral que se avecine.
Si su actuación política es resultado de una profunda vocación de servicio y tiene como objetivo aportar a la construcción de una sociedad mejor, sostener en el tiempo la coherencia entre sus convicciones y su conducta debería ser la norma y no la excepción.”
De esta manera, comenzó el secretario del Gabinete de Accastello una nota enviada a EL DIARIO.
Luego, con el barbijo en la mano puso énfasis en la patología que afecta, según él, a los principales exponentes del peronismo cordobés.
“Existen otras concepciones de la práctica política, que ven en ella el espacio para la confrontación y la puja y en la que el dirigente más diestro, sagaz o inescrupuloso pretende imponerse y hacer pesar su voluntad.
En este modelo no importan los deseos ni las demandas de los ciudadanos ya que se los considera meros y ocasionales votantes a quienes persuadir con costosas campañas proselitistas. Aquí tampoco es digno el papel de los actores políticos, limitándose a la puntual representación de roles asignados por otros dirigentes de mayor peso y desatendiendo el trabajo y las expectativas de los ciudadanos a quienes representan. En esta visión, la lealtad a los principios y a la comunidad no constituye valor alguno.”
Como traumatólogo que es, Muñoz se tomó una breve pausa y luego fue directo al hueso.
“Esta pobre visión de la política parece ser la que asiste a algunos dirigentes provinciales que, en beneficio de prematuras candidaturas, ponen en juego su escaso capital político, obtenido en menesterosas mesas de negociaciones nunca públicas. Renuncian a lo más valioso que tienen los sujetos políticos, su palabra, esa con la que se comunican con sus vecinos, para ponerla al servicio de inconfesables operaciones de inutilidad probada.
Dejan de ser sujetos autónomos para convertirse en repitentes de injurias que pretenden molestar a quien alguna vez trabajó junto a ellos.”
No usó anestesia para nombrar a los destinatarios de sus palabras. “Porque las recientes expresiones (contra Accastello) del legislador de Cruz Alta, Daniel Passerini y del intendente de Leones, Fabián Francioni, no fueron dichas por ellos sino repetidas por ellos. Serían el gobernador Schiaretti y ex gobernador, de la Sota, los que quisieron enviarle mensajes a Eduardo Accastello y para reforzar el carácter perverso de esas palabras se las hicieron decir a dos dirigentes que han transitado un camino junto al intendente de Villa María.”
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