Hoy se cumplen 34 años del martirio de Monseñor Enrique Angelelli Obispo de La Rioja, vil asesinato disfrazado de accidente. Comprometido con la causa de los pobres, Enrique Angelelli fue tenazmente perseguido por la oligarquía de la provincia (como la familia Menem, que le impidió la entrada a un pueblo en ocasión de unas celebraciones) y más tarde por la dictadura.
Para llevar a cabo su cometido y sabiendo del amor de los pobres por “su” obispo, se fraguó un accidente que, lamentablemente, parte de la jerarquía eclesiástica sigue aceptando como tal. El obispo Angelelli se transformó en baluarte de la protección de los débiles y fue una de las pocas voces que se levantó contra la represión política en Argentina. Las amenazas de muerte contra él se fueron volviendo cada vez más frecuentes, hasta llegar a ser masivas en los últimos años de su vida, y fue por eso que se vio obligado a prepararse, junto a algunos de sus sacerdotes, a ser una de las posibles futuras víctimas de ese régimen sin ley y sin clemencia.
Su muerte fue el duro precio que tuvo que pagar por una vida dedicada a los más humildes, a quienes consagró su vocación sacerdotal "con un oído puesto en el pueblo, y otro en el Evangelio". Su prédica le trajo el rencor de los poderosos de siempre, uniformados y civiles, a quienes afectó en sus espúreos intereses, y de quienes recibió una feroz campaña en la que no vacilaron de tildarlo, entre otras cosas, de 'obispo rojo'. Monseñor Angelelli fue uno de los pocos obispos que supo comprometerse con la cruz y el Evangelio dentro de una jerarquía episcopal cuya actitud de connivencia y complicidad con la dictadura militar constituye uno de los capítulos de nuestra historia reciente; de la que partieron desde la justificación teológica de la tortura y la eliminación clandestina de prisioneros indefensos hasta la aceptación lisa y llana de la espada como instrumento para impulsar la doctrina de la seguridad nacional.
Si el poder pensaba que matándolo lo eliminaba, se equivocó de medio a medio, porque su presencia sigue viva así también como la de todos aquellos que lucharon y soñaron por un país distinto donde los derechos de todos y todas sean reconocidos plenamente, donde no existan oprimidos ni excluidos. Era éste el objetivo de Mons. Enrique Angelelli, de los 30.000 desaparecidos y de todos nuestros mártires que ahora son semillas de vida nueva, que florecen y siguen dando frutos.
Su sangre derramada nos infunde nuevo espíritu de lucha y nueva esperanza; "mirando nuestro presente y nuestro futuro con esperanza, aunque sea dolorosa nuestra realidad", como decía Angelelli.
Con la certeza de que la impunidad no puede ser eterna, como lo prueban los juicios a los que están siendo sometidos los genocidas, seguimos exigiendo verdad y justicia para Mons.Angelelli. Porque sólo sobre los cimientos de una verdadera justicia podremos edificar una Patria de hermanos y hermanas.
En el año 2006, se erigió un sencillo monumento a su memoria ubicado en la av. costanera próximo al sitio donde se encuentra el Reloj de Sol. Dicho Mural con la esfigie y palabras, de Monseñor Angelelli (que fue realizado por la profesora Gabriela Tesán junto a alumnos de Bella Artes) estaba autorizado por modificación de la Ordenanza Nº 5.724 por la sesión del Concejo Deliberante de 16/11/2006. Este fue retirado del lugar por el Municipio en razón de la remodelación de la costanera y nunca vuelto a poner en ése o en otro lugar donde evoque en los villamarienses el recuerdo de quien ofrendó su vida en su lucha por los más desprotegidos. Mons. Angelelli se merece al menos este humilde recordatorio y los habitantes de esta ciudad, así como de la Patria toda, tenemos la obligación de ofrecérselo, no sólo aquí, sino que debe multiplicarse a lo largo y a lo ancho del país.
¿Dónde se encuentra ese monumento en este momento? ¿Cuánto debemos esperar para recuperarlo? Se lo debemos a Mons. Angelelli y debemos cumplir con esa deuda de honor.
Raúl G.Quevedo
DNI 6607294
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