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8 de Agosto de 2010
carcajada bochinchera.com
Cuando la música desborda las aulas
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Por Darío Falconi

Siesta a mitad de semana. Los árboles raquíticos, el viento que se hace sentir, la calle que costea el río. Las máquinas trabajan en el cauce del Ctalamochita intentando restituir su curso. Los tonos marrones y sus degradados van marcando el camino.
Acordamos encontrarnos en la casa de una profesora de Conservatorio para hablar de un proyecto conjunto de alumnos, docentes e institución. Una actividad que lleva cuatro años de realización y que ha dado sus frutos.
Llegamos al lugar, entramos y nos reciben con mate caliente. El frío de afuera queda en la puerta, porque acá adentro el calor del hogar nos envuelve y armoniza el encuentro.
Están con nosotros las docentes Claudia Cerutti y Silvia Espíndola, y los alumnos Daiana Cativelli, Juan Gudiño Pagola y Valentina Gaitán.

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Inicios del ConcertArte

Claudia Cerutti y Silvia Espíndola son docentes del Conservatorio Provincial de Música Felipe Boero, específicamente de las unidades curriculares “Práctica Docente” y “Práctica Coral”.
Ellas sintieron un llamado, como el sonido de esa flauta que recorre la casa mientras escuchamos de su proyecto. “Los alumnos tenían una necesidad de hacer música, de actuar, de poder volcar lo que aprenden a un público real”, que no fueran siempre sus compañeros o profesores quienes oficiaran de auditorio. Fue así como en 2006 las docentes mencionadas se propusieron y lanzaron el primer “ConcertArte”. A través de una temática común (cantar y tocar), pudieron integrar a todos los alumnos a esa actividad. Pero no lo hicieron solos, pudieron compartir estas ideas e inquietudes con los alumnos de la Escuela de Bellas Artes Emilio Gómez Clara, en una puesta en escena que trabajó género y estilo desde lo musical y luz-color desde lo visual.
La propuesta fue un éxito y fue la inyección de motivación para que los años siguientes se continuara perfeccionando el proyecto. Luego cambiaría la temática y la modalidad de integración haciéndose más compleja y por lo tanto más rica por la cantidad de elementos y saberes conjugados. Fueron nuevos alumnos los que se sumaron a “poner las manos en la masa” y generar variaciones sobre el repertorio aprendido.
Claudia nos cuenta que “en la organización estaban los chicos de cuarto año, ellos eran los que convocaban, los que proponían los temas, los que organizaban y los que distribuían tareas a los demás”. Las docentes tenían el desafío de integrar a la mayor cantidad de gente, y reconocen que desde ciertos espacios curriculares eran muy permeables a la adaptación, mientras que otros no tanto; de todas maneras buscaron la forma e involucraron hasta gente que no es de la institución.
Mientras el mate circula en esta ronda, los entrevistados resumen el crecimiento que tuvieron desde que comenzaron con esta inquietud, nos dicen, “un año tuvimos teatro, plástica, sonido, iluminación… se fue haciendo cada vez más grande. Hasta que llegamos al año pasado, con un grupo de chicos que no tenían las mismas inquietudes que cuando comenzaron con el proyecto; ellos tenían solucionado el tema de tocar, porque son músicos, pero una de las cosas que no les era natural son las prácticas con chicos de jardín de infantes. Entonces nos propusimos trabajar con su niñez y arrancamos yéndonos de viaje”.

Cosa de chicos

Esa es la punta del ovillo del último “ConcertArte”. Los alumnos necesitaban regresar a su infancia para poder entender a los más pequeños y poder ubicarse entre ellos. Silvia nos cuenta “fuimos de viaje al museo Barrilete, para conectarnos con la niñez y con la obra de arte personalmente. Había muchas cosas de física, de plástica y notamos que había poco de música o eran muy precarias”.
Habían viajado alrededor de 15 alumnos de los últimos años a Córdoba y al regresar llegaron con muchas ideas en la cabeza. El desafío esta vez era hacer algo similar a lo que vieron y en grupo de tres alumnos debían diseñar dos espacios donde los infantes tuvieran el acceso a poder tocar y cantar con algún parámetro musical concreto y, en otro momento, una instancia más lúdica relacionada con lo musical.
Daiana Cativelli, es una de las alumnas que participó activamente del proyecto, nos cuenta que tenían muchas ideas, pero que se autolimitaban porque creían que no podían realizarlas: “En varios talleres hubo que recurrir a gente que supiera cuestiones de electrónica, de electricidad, de cables y cosas así”, expresa Juan Gudiño Pagola, y remata “me llamó la atención, que no nos permitíamos soñar, nos reprimíamos el deseo, cosas que estaban alejadas de nosotros y al final se logró lo que queríamos”. Por su parte Valentina Gaitán hizo hincapié en la insistencia de las profesoras, de que era posible hacerlo y de que fue muy bueno armarlo y que los chicos se interesaran en el mismo.

Espejo infinito

La actividad del presente año, podría definirse como la más completa; ya que venían de tres años de experiencia y sobre todo porque la participación en el mismo fue libre y voluntaria.
Como si toda la actividad fuese poca, incluyeron el proyecto como material de análisis de un curso de capacitación docente, desarrollado desde el Conservatorio. Fueron convocadas las maestras de música de la región, que en cuatro encuentros pudieron conocer y ser parte del mismo; ya que la evaluación versaba en un diseño de un espacio más al recorrido que venían proponiendo el grupo organizador de los “ConcertArte”. “Fue como un espejo infinito lo que quisimos hacer, lo que hicimos con ellos, lo hicimos con las docente y después se volvió a repetir en la evaluación del curso, se puso en concreto en el recorrido y después ya vinieron con sus alumnos.”
Participaron de ese curso, profesionales que desde otras disciplinas nutrieron las miradas; así la Lic. Mariana Aimino aportó su conocimiento desde la psicología y Soledad Cabezas desde el teatro.
Claudia reflexiona “fue muy bueno, esto de reconocernos niños en algún momento, ver qué cosas nos impactaron en aquellas instancias, ver qué nos movilizaba y ver qué es la infancia hoy, qué cosas las atraviesan, qué es lo que los afecta, qué es lo que los mueve, qué no y por qué. De todo eso versó el curso”.
A toda la tarea adicional que representó movilizar el emprendimiento, le sumaron el hecho de proponerlo como Proyecto de Mejoras Institucionales que bajó el INFOD (Instituto Nacional de Formación Docente) y así recibieron apoyo económico que ayudó a solventar los gastos. Claro está que cada actividad que se sumaba era tiempo extracurricular que había que invertir, pero nada los detuvo. Reconoce Juan, “estamos cansados, pero muy felices”.
Mientras el calorcito del hall nos abraza y el mate no merma su marcha, Silvia hace hincapié en que la música debe pasar por el ser humano, “debe pasar por el niño, para que él después pueda proyectarse, porque si eso no ocurre, es en vano todo lo lindo que se pueda hacer por fuera. Entonces eso es lo que proponemos en la cátedra y la base de este curso”. Mientras que Claudia completa el enunciado con sus palabras que expresan que si la música “no pasa por el docente, tampoco puede hacérsela sentir a los chicos”.

Darse cuenta

Las expectativas fueron colmadas de sobremanera, tanto para las docentes como para los educandos. Así lo manifiesta Daiana, “lo sentí como actualizarse. Los docentes han recibido una educación de una manera y los chicos cambian, cambian las formas de dar clase y las formas de aprender también. Hay que renovar esas formas de enseñanza”.
Claudia nos cuenta que previamente realizaron un trabajo con las escuelas y lo recogieron en un material audiovisual que también formó parte del curso. Trabajaron sobre distintas corrientes en la educación y recalcó una de ellas de Vigotsky, que sostiene que “hay que partir de lo que el chico trae y desde ahí evolucionar o proyectarse; pero muchas veces se desecha lo que el niño trae, porque no es lo que nosotros quisiéramos que trajeran”.
Más que satisfecha está Silvia, porque “dieron resultado todas las teorías que habían visto, al ver que eso ocurre te deja tranquila. Es muy positivo que los alumnos se vayan dando cuenta que las teorías se pudieron aplicar y así estar más tranquilo con algunas cosas”. Por su parte Claudia enfatiza el hecho de ver la conexión entre teoría y práctica y dice “es bueno ver que la teoría y la práctica son una sola cosa y los alumnos se dieron cuenta”.
Y entre elogios, anécdotas y detalles de ese arduo trabajo van construyendo esta charla, que es también un balance positivo del trabajo conjunto de alumnos y docentes orientados a un mismo fin. Juan aporta su impresión y enumera rápidamente algunas de las actividades que hicieron: “Está bueno entrar al aula y que ésta no sea el aula tradicional, fría, como son las aulas… era otra cosa, en un aula había tambores, una especie del juego imbatible, otra oscura con pantalla gigante, un laberinto, había computadores… es importante saber que también se puede trabajar fuera del aula y del cuaderno”.

Carcajada bochinchera.com

Cuando interrogamos por el nombre que identificó el proyecto, nos cuentan de cómo a partir de un torbellino de ideas y de la participación de todos nació esta expresión que los identifica. Cuando uno lo lee inmediatamente le remite a la alegría, a la diversión de los chicos que vivieron la música y emplearon la tecnología que tenían a su alcance para desarrollar semejante actividad.
La tecnología no fue un factor menor, ya que el Conservatorio, además de recibir edificio nuevo, estrenaba elementos enviados por el Gobierno de la provincia, como lo son micrófonos, computadoras, proyectores, instrumentos varios, un auditorio… “usamos todo lo que nos había llegado”, aportan con amplia sonrisa. “Estamos convencidos de que la escuela pública no es de la escuela, sino de la comunidad y debe estar al servicio de ella; todo lo que podemos hacer hay que volcarlo nuevamente a la comunidad”. En ese momento de balances, no quieren dejar de agradecer a la institución que le facilitó todo lo que estuvo a su alcance para desarrollar “La Carcajada”.
Esto es una muestra de cómo cuando alumnos y docentes comparten un mismo objetivo, el de aprender y el de aprenderse, todo es posible. Felicitaciones.


CONCERTARTE
Alumnos participantes

Silvio Mansilla
Leandro Ramírez
Virginia Coccioli
Daiana Cativelli
Alan Salas
Angélica Camandone
Juan Gudiño Pagola
Melina Davini
Natalia Reynoso
Karin Camandona
Valentina Gaitán
Emilia Caram
Gonzalo Beletti
Jonathan Castro
Matías Sánchez
Marcos Barreras
y los que se sumaron...

Docentes
Claudia Cerutti
Silvia Espíndola



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