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Collage digital: R. Olcelli |
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Escribe: Sebastián García Díaz*
Es mucho más amigable hablar de prevención del consumo de las drogas que de lucha contra el narcotráfico. Pero si no se actúa con igual energía en controlar la demanda tanto como en controlar la oferta, no se producen avances significativos. Las experiencias internacionales son contundentes en este sentido.
Las directoras de colegios saben de lo que hablo: se neutraliza el esfuerzo de organizar charlas y repartir afiches o folletos, si a la salida el dealer sigue vendiendo drogas a los chicos con total impunidad, o se la ofrecen en los boliches, o en las esquinas de los barrios.
Argentina es país de tránsito desde hace varios años. Pero la novedad es que en los últimos, nuestro territorio provincial se ha convertido en una plaza estratégica no sólo para el tráfico sino también para su cocina, fragmentación y comercialización e incluso para la producción de pastillas sintéticas.
Ciudad estratégica
Villa María es una ciudad estratégica para estas redes, lamentablemente, con grandes cargamentos de más de 1.000 kg de cocaína y otro tanto de marihuana, que provienen de Colombia, Perú, Bolivia y Paraguay con destino a Buenos Aires. La mafia calabresa -La 'Ndrangheta- que es probablemente la más sangrienta y aguerrida del mundo, es la responsable de introducirla luego en Europa.
De este tráfico grande, que opera con total impunidad, se desprende el inmenso incremento que ha tenido en nuestras ciudades la venta al menudeo, que es en verdad la “caja chica” y la forma de estructurar el delito en sus diversas variantes. Hablamos de los vínculos que lamentablemente se establecen (por ejemplo a lo largo de la ruta 9) entre droga, prostitución, trata de personas y otros delitos aberrantes.
Que el hablar de “caja chica” no nos haga perder real dimensión del poder de corrupción que tienen. Se calcula que sólo en la provincia de Córdoba mueven unos 200 millones de dólares al año. Demasiado dinero como para tener una mirada ingenua sobre el desafío que supone enfrentarlos. No podemos dejar de asumir, a su vez, que Argentina está catalogada como uno de los 30 países más corruptos de la tierra, por lo que hay predisposición para lavado de dinero y mirar “para otro lado”.
¿Qué estamos haciendo para detener este avance? Desde el cargo que ocupé pude ver la precariedad de nuestra respuesta, a nivel nacional y también a nivel provincial. Falta de radares y tecnología, falta de recursos humanos tanto a nivel de Policía como de la Justicia, legislación atrasada, presupuestos exiguos para campañas de prevención como para asistencia a adictos, metodologías de investigación que no son adecuadas para las nuevas realidades.
Pero lo más grave que pude observar es la falta de voluntad política. Y en este sentido debo decir lo que todo el mundo presupone: nadie envía un camión con 2 mil kilos de cocaína (tengamos en cuenta que cada kilo puede valer U$D 6 mil en nuestro país y hasta U$D 60 mil en España) a transitar por las rutas cordobesas, sin tener garantías de impunidad. Los narcos no toman semejante riesgo sin una cobertura estructural del poder.
“En diversos sectores...”
Es mi obligación, ya de vuelta al llano como ciudadano, alertar a Villa María para que sus vecinos abran los ojos y asuman a su ciudad como una plaza estratégica por su dimensión, su ubicación, su poder adquisitivo y por el porcentaje notable de consumo de drogas que hay en sus diversos sectores.
Siendo secretario, propuse al ministro Carlos Caserio y a la Policía, crear una unidad de control de tráfico de drogas que realice operativos sorpresa en las rutas de acceso a ciudades como ésta. La iniciativa nunca prosperó, pero sí lo hará si los vecinos presionan a sus gobernantes y funcionarios responsables.
No es un dato menor, por otro lado, que los jóvenes manifiesten en las encuestas que el 50 % de las veces que le han ofrecido drogas ha sido en los mismos boliches donde usualmente van a bailar, lo que muestra que en el mismo ámbito se están consumiendo alcohol y drogas sin ningún control. Aquí hay una responsabilidad compartida entre la provincia y el municipio de controlar la nocturnidad. El discurso de los bolicheros que intentan evadir su responsabilidad es verdaderamente inadmisible. Existe una ley nacional 24.788 en este sentido, y sólo hay que hacerla cumplir.
Dejemos de mirar para otro lado. Y que ningún gobernante pueda evadirse de responder qué está haciendo concretamente para luchar contra esta cuestión, de vida o muerte.
*Ex Secretario de
Prevención de la
Drogadicción y
Lucha contra el
Narcotráfico de Córdoba
Autor del libro
“Favelización de Córdoba. Droga, poder y burocracia”
Visitará Villa María
la semana próxima
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