|
|
|
|
|
|
|
El conjunto, compuesto por 30 integrantes, recreó cerca de 18 piezas en canto y en movimiento |
|
|
|
|
|
Estaba por comenzar una de las últimas obras cuando el director se da vuelta y, en tono de docente conciliador, acota ante el público: "Sé que muchas veces los reto por sus inasistencias, de hecho hoy tenemos como siete bajas por enfermedades y viajes, pero pido un fuerte aplauso para mis alumnos. Sin ellos yo podría estar haciendo las mejores indicaciones pero al aire".
Gestos similares y de empatía con la audiencia practicó el destacado director Santiago Ruiz durante la actuación de la Cantoría de la Merced de Córdoba, el viernes pasado en el Conservatorio Felipe Boero.
El premiado elenco vocal, que funciona desde 2004 en honor a la milenaria Orden de la Virgen María de la Merced de la Redención de los Cautivos de 1218, brindó un delicioso espectáculo musical que fue coronado con un aplauso cerrado y de pie.
Establecida en tres partes, el conjunto compuesto por 30 voces (masculinas y femeninas, entre ellas la fonoaudióloga villamariense Valeria Pereyra), delineó una selección de sus repertorios habituales. En un primer pasaje, el coro recorrió piezas sacras en formato mixto, con ciertas particularidades. Recreó dos "Padre Nuestro" (una versión vasca de Francisco de Madina y otra en latín bajo un arreglo "más humano" dirá Ruiz, del venezolano Alberto Grau) y sendas "Ave María" (ambas en ruso, por Arvo Part y luego por Sergei Rachmanivov, conocido por sus composiciones para piano). Luego se adentró, siguiendo el orden litúrgico, con obras alusivas al nacimiento del Hijo, la Resurrección y la Cruxificción. Ruiz comentará risueñamente que su propio padre llegaba tarde a sus conciertos porque se aburría del “requiem”. “Sucede que para disfrutar esta música hay que entender de qué habla”, indicó y pasó a explicar pieza por pieza.
El tramo final contó con "Eli Eli", del húngaro Bardos (a ocho voces y con exigentes cambios tonales) y una poderosa intervención de "Lacrimosa" en versión sincrética del músico cubano Calixto Alvarez. Arriba del escenario, una ronda de voces masculinas replicaba el mantra sacro mientras por los costados de la sala, las mujeres -ya sin las togas de colores- "peregrinaban" plasmando un lamento gutural afro-ritualista.
En la segunda parte, se dispuso un coro femenino con cancionero popular, con el cual la Cantoría se presentara en el Concurso Internacional de Coros en Trelew donde se alzara con siete premios. Presentaron “Mudanzas", de Escalada (con fonemas sobre base de malambo y bombo), "Juana Azurduy", de Ramírez y Luna con arreglos del cordobés Hugo de la Vega y un complejo "quodlibet" (popurrí melódico y concatenado) de cerca de 18 canciones tradicionales infantiles de nuestro país, realizado por Guillermo Graetzer, que se llevara una de las mayores ovaciones.
En el cierre, con todo el coro a pleno, revisitaron piezas del mismo tenor como "Arroz con leche", del maestro Guastavino -a cuatro voces- y el "negro spiritual" de "La batalla de Jericó", por Moses Hogan. Como bis, y fuera de programa, regalaron la cueca cuyana "El sueño de la Vendimia".
J.R.S.
Otras notas de la seccion Culturales
Analía Rosso mostrará sus cuadros en el Favio
Inscriben en escuela de modelos
Un humor sin red
"Hago bailar cuarteto a americanos y extranjeros en mis clases de Nueva York"
El PEUAM obtuvo un premio en Ausonia
|