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El abogado Juan Rusconi (izquierda) conversa con su par Jorge Bustos; entre ellos, Sebastián Fernández. Y en la foto pequeña, Claudio “Ñoqui” Márquez, quien ayer rompió el silencio y se defendió diciendo que no intervino en el ataque al fiscal |
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Una nueva e inesperada dilación sufrió ayer el juicio que se les sigue a Sebastián Alejandro Fernández (23) y Claudio Sergio Paul Márquez (20), alias “Ñoqui”, por el atentado contra la vida del fiscal Francisco Javier Márquez, luego que el más joven de los acusados decidiera romper el silencio y declarar “su verdad” en la sala de audiencias de la Cámara del Crimen de Villa María.
En principio se había dispuesto que la audiencia de la víspera se iba a utilizar para incorporar “por lectura” algunas testimoniales obrantes en el expediente, todo ello como paso previo a los alegatos, previstos para la jornada de hoy.
Sin embargo, la decisión de Márquez de comparecer ante el tribunal trastocó la organización procesal y, lo más importante, agregó nuevos elementos de prueba que oportunamente serán evaluados por el camarista René Gandarillas y las partes.
Como si eso fuera poco, los dichos del “Ñoqui” generaron un pedido del defensor de Fernández, Juan Antonio Rusconi, quien solicitó el comparendo de la madre y de la abuela del acusado, como así también de una psicóloga del instituto de menores donde estuvo alojado
Lo cierto es que a poco de iniciado el debate, el abogado del imputado, Jorge Bustos, informó que su cliente quería prestar declaración. Y el juez se dispuso a escucharlo atentamente.
“No estuve ahí”
En primera instancia, Márquez negó haber participado en el ataque a balazos perpetrado entre la 1.30 y las 2 de la madrugada del 2 de abril de 2008, en el ingreso a la vivienda del fiscal de Cámara, ubicada en barrio Villa Oeste de Villa Nueva.
Concretamente, dijo que aquel 2 de abril cumplía los años quien por entonces era su novia, a la que identificó como Johana Pérez, y que por ese motivo comió un asado con la joven y otras personas a partir de las 21.30 ó 22 de ese día.
Márquez dijo también que no conocía a Fernández ni a Sebastián Pereyra, apodado “Mellizo” o “Cler”, quien en una primera etapa de la instrucción de la causa estuvo implicado como copartícipe del hecho.
El acusado agregó que cuando la Policía fue a detenerlo, entraron directamente al dormitorio -donde se hallaba durmiendo-, le pusieron las esposas y se lo llevaron. Eran como las 7 de la mañana. Lo trasladaron a la sede de la Unidad Departamental y luego a declarar en la Fiscalía de Instrucción del Primer Turno, donde se tramitó el proceso.
Márquez refirió que, estando en la Comisaría, el oficial inspector Leonardo Rivero y el cabo Alberto Lozano le hicieron “un dibujo y un croquis de lo que tenía que decir” en la Justicia y que después Lozano lo llevó hasta Tribunales y “se quedó viendo cómo declaraba”.
Según el “Ñoqui”, los policías le advirtieron que si no declaraba tal como se lo exigían, no iba a poder andar más por la calle porque le iban a hacer la vida imposible.
Silencio y dudas
Al ser interrogado por el fiscal Horacio Vázquez, en el sentido de si negaba expresamente haber estado en la casa del fiscal Márquez aquella noche, el joven guardó silencio y en primera instancia no contestó.
Cuando el acusador público reiteró su pregunta, incluyendo como elementos de prueba el hecho de que la víctima lo reconoció tanto durante la instrucción de la causa como al momento de declarar en la sala de audiencias, Claudio Márquez respondió: “Lo que debe haber pasado es que la Policía me ‘marcó’ en alguna foto y se la mostró al fiscal... por eso el doctor Márquez me reconoció.”
Cabe recordar que al declarar en el comienzo de este juicio, el fiscal de Cámara dijo que al ser atacado por dos sujetos, se abalanzó sobre el primero de ellos y alcanzó a aplicarle dos golpes de puño. En tanto, el otro sujeto, que portaba el arma de fuego, pasó a un costado suyo y luego le disparó en la nuca.
En otra parte de su declaración, el “Ñoqui” dijo que cuando salió de declarar en la Fiscalía, lo estaban esperando su madre y su abuela.
Al preguntársele por qué no había contado en la Fiscalía sobre las presiones que dijo haber recibido por parte de los policías Rivero y Lozano, Márquez respondió lacónicamente: “No sé por que no lo conté.”
También relató que en una oportunidad se entrevistó con la jueza de Menores, Cecilia Fernández, y admitió que a ella tampoco le comentó que había sido presionado por los policías para que declarara lo que supuestamente le exigieron que dijese. Poco después fue alojado en un instituto de menores en la ciudad de Córdoba.
Márquez señaló que a la única persona a la que le dijo que Rivero y Lozano lo habían amenazado fue a una psicóloga de aquel instituto, a la que identificó sólo por su nombre, Mariana, y que describió como una mujer “alta, rubia y delgada”.
Nuevos testigos
Fue entonces cuando el abogado de Fernández, y no el propio, ofreció como nueva prueba los testimonios de la madre y la abuela del “Ñoqui”, como así también el de la tal Mariana, para que comparezcan en la sala ubicada en el cuarto piso de los Tribunales locales.
Ante esta situación, el juez Gandarillas dispuso un cuarto intermedio hasta hoy, a las 9.30, a los efectos de que se arbitren los medios para ubicar a las tres mujeres para que concurran a la Cámara del Crimen a prestar declaración.
De no producirse ningún cambio de último momento, la incorporación de pruebas “por lectura” pasó para el lunes a la tarde, y con respecto a los alegatos, es probable que los mismos se pronuncien recién el miércoles de la semana venidera.
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