En los últimos años las marcas de lujo se debaten entre dos opciones: avanzar con una suerte de “democratización” de algunos productos, que permite que gente sin tanto dinero “picotee” en el lujo, o volver a lo cerradamente caro y exclusivo.
“Ambas tendencias coexisten –dice la consultora especializada en tendencias sociales para el sector textil y de la indumentaria, Susana Saulquin –, algunos se inclinan por intensificar este consumo golondrina o ‘democrático’. Otros, por volver a centrarse en aquellas personas con un nivel social realmente alto para recuperar la mística”.
“Las grandes marcas están a caballo de las dos situaciones. Entre quienes quieren volver a esa mística se habla del nuevo lujo, en referencia a la calidad extrema, que había bajado”, agregó la especialista en la temática abordada.
Pero también la ostentación está en debate. “En los noventa había un lujo hiperostentoso –sostiene la socióloga–. En este momento se está tratando de salir, de volver al lujo más refinado.
“En Argentina, igual que en otros lugares del mundo, el miedo a los secuestros fue definitivo para no mostrar. Pero también hay un sesgo social: muchos argentinos descubrieron el compromiso social después de la crisis y ya no quieren exhibirse”, definió la académica.
“Mucha gente consume lujo para darse el gusto, pero ya no tanto para marcar estatus”, concluyó la titular de la consultora.
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