Es mi país, es un país esponja se chupa todo lo que pasó León Gieco El 3 de marzo de 1988, uno de los mejores funcionarios de la democracia nacida cinco años antes, el fiscal de Investigaciones Administrativas, Ricardo Molinas, daba a conocer su informe sobre Papel Prensa. El 4 de marzo de 1988 EL DIARIO titulaba: "Por irregularidades en Papel Prensa, denuncian a ex funcionarios". Y en base a un cable de la agencia Noticias Argentinas (perteneciente al grupo que formaban El Día de La Plata y Diario Popular de Avellaneda, entre otros medios), informaba: "La Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas concluyó la investigación por presuntas irregularidades en la constitución, administración y transferencia de acciones de la empresa Papel Prensa, y presentó denuncia criminal contra los ex comandantes Jorge Rafael Videla, Eduardo Massera y Orlando Agosti, el ex presidente de facto Alejandro Lanusse, el ex ministro de Economía José Martínez de Hoz y el secretario de Desarrollo Industrial Raymundo Podestá. La denuncia del organismo encabezado por el fiscal General Ricardo Molinas incluye en la presentación penal a los representantes estatales en Papel Prensa y a los integrantes del Banco Nacional de Desarrollo (Banade) en la época de la comisión de los hechos imputados… La investigación dejó acreditado que la junta de comandantes integrada por Videla, Massera y Agosti, máxima autoridad de facto en el país a fines de 1976, a pesar de estar investigando -según sus dichos de entonces- la vinculación entre Graiver y Montoneros, autorizó al ‘Grupo Graiver’ a transferir las acciones ‘Clase A’ a los periódicos Clarín, La Nación y La Razón, sólo un mes antes de la detención, desaparición e interdicción de los miembros de ese grupo". Sobrevinieron entonces tapas caóticas en esos grandes diarios que empujaron de malas maneras a Raúl Alfonsín (acuñaron el término hiperinflación culpando siempre al gobernante y nunca a la Patria Financiera que manejaba el precio del dólar, las catorce huelgas generales obedecían a la debilidad de un gobierno de la democracia, lo mismo que los alzamientos militares…). Eran los empujones que en 1966 recibió Arturo Illia, aunque más disimulados. El presidente prefirió salvaguardar la institucionalidad y se fue seis meses antes. Ganó las elecciones Carlos Menem, echó al fiscal Molinas y los jueces "de la servilleta" dejaron prescribir al compás del silencio de los clarines las causas que el funcionario ejemplar había iniciado. La comisión que a instancias de la presidenta Cristina Fernández retomó la investigación, encabezada ¿casualmente? por una funcionaria con treinta años de carrera en la administración nacional, Beatriz Pagliari, profundizó en algunos aspectos, como el referido a los delitos de lesa humanidad que Lidia Papeleo, viuda de David Graiver, afirma que mediaron para que se realizara la venta de las acciones a Clarín, La Nación y La Razón, inclusive a un precio significativamente menor al que le asignaban organismos nacionales manejados por la dictadura (la empresa estaba valuada en más de dos millones de dólares, con proyecciones a más de cuatro millones de dólares para el lustro siguiente y fue adquirida en menos de un millón de dólares, con un adelanto de siete mil dólares y un plan de cuotas a pagar a partir del tercer mes, momento en el cual la vendedora ya se hallaba detenida en un centro clandestino). s Lo que va de ayer a hoy Pero entre una investigación y la otra (la encabezada por Molinas y la del grupo de Pagliari), Clarín le compró a La Nación parte de sus acciones de Papel Prensa y obtuvo de Menem la privatización de los canales y se quedó con el 13, y le agregó Radio Mitre, La 100, Agencia DyN, Multicanal, TN, Cablevisión,Volver, Magazine, y sobrevendrían Olé, La Voz del Interior y Día a Día de Córdoba, Radio Mitre Córdoba, Los Andes de Mendoza, Canal 12 de Córdoba, Canal 7 de Bahía Blanca, Canal 6 de Bariloche, Canal 10 de Mar del Plata, Canal 10 de Tucumán, Revista Eñe, Revista Viva, Revista Genios, Revista Elle, Diario La Razón, Fibertel, Flash, Ciudad Internet, Full Zero, el 55% de Polka, el 30% de Ideas del Sur y distintos porcentajes en TyC… y así hasta llegar a las más de 260 empresas, aunque acumulando una deuda de 3 mil millones de dólares, que de alguna manera cubrimos todos cuando el presidente Eduardo Duhalde le descontó las dos terceras partes a través de la pesificación. ¿Todo ello vendiendo diarios? Y papel de diarios. Sentado a un lado y otro del mostrador, Clarín se hizo significativos descuentos por volúmenes de compra, que lo llevaron a adquirir el insumo fundamental a mucho menor precio del que le cobraba a sus competidores y a otros diarios medianos y pequeños. Al mismo tiempo, se habría re-comprado los diarios sobrantes por devolución a un precio que ningún otro consiguió jamás. Y redujo la producción, creando caprichosos cupos que obligaron a sus competidores y a los medios medianos y pequeños a abastecerse en el exterior. EL DIARIO, este diario, por ejemplo, tuvo que salir a la calle con muchas ediciones impresas en papel chileno, canadiense, estadounidense y hasta sudafricano en alguna temporada. Lo mismo sufrieron los diarios El Independiente de la Rioja, Comercio y Justicia de Córdoba, El Diario de Resistencia, La Posta de Lincoln que nos acompañan en Adiccra y los más de ochenta medios de todo el país con los que coincidimos en Dypra, entidades ambas de las cuales somos socios fundadores. Ahora debe ser la Justicia de una democracia ya avanzada, la que determine si hubo delitos, y de qué tipo, en toda esta historia de ventas, traspasos y manejos tapados por miles de hojas entintadas y cientos de voces multiplicadas y amplificadas por una especie de cadena nacional privada. Y si hubo delitos, que sus responsables paguen cumpliendo la pena que la legislación establece. Ello en honor a la verdad. Y que nadie suponga que podrá susurrarnos siquiera lo que debemos escribir. Lo informamos en 1988. Lo reiteramos ahora, apoyándonos en nuestra propia historia, en la de nuestros medios hermanos; en nuestras ideas, en nuestra libertad. Por nuestros vecinos, por nuestros lectores y en reconocimiento a todos los que lucharon y luchan por democratizar la palabra. Sergio Vaudagnotto Un señor fiscal Ricardo Molinas se había graduado en 1940 en la Universidad del Litoral. En la casa de altos estudios acercó su pensamiento al de uno de los "próceres" de aquellos tiempos, Lisandro de la Torre, y se afilió al Partido Demócrata Progresista, del cual sería uno de sus referentes más apreciados. Como candidato del PDP santafesino llegó dos veces a ser diputado nacional: entre 1963-1966 y entre 1991-1995. En oportunidad de su primer mandato como legislador conoció y se hizo amigo de su par radical, Raúl Alfonsín, quien al llegar a la Presidencia de la Nación en 1983 lo puso al frente de la fiscalía mayor del Estado, la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas. Era un hombre inflexible, sin medias tintas. Se ponía de pie para atender a los periodistas, luego nos hacía sentar y él permanecía parado "para estirar las piernas" (en realidad era para incomodarnos y que nos fuéramos antes, porque tenía mucho que hacer). En marzo de 1988 dio a conocer los resultados de su investigación sobre la empresa Papel Prensa y presentó denuncia criminal contra los autores de las irregularidades. Molinas fue una de las figuras fundamentales que pudo mostrar el radicalismo en los comienzos del camino democrático por el que todavía hoy avanzamos. El sucesor de Alfonsín, Carlos Menem, le pidió la renuncia en 1991. El pueblo lo premió entonces con su segundo mandato como diputado. SV Epígrafes: 1) Facsímil del artículo publicado por este medio en el año 1988 2) El dictador Jorge Rafael Videla y Ernestina Herrera de Noble brindan en la inauguración de la empresa Papel Prensa
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