El dirigente de la industria lechera sostuvo “que se están produciendo incrementos significativos en los índices productivos en el segundo semestre, y el sobrestock siempre determina una caída en los precios y recíprocamente cuando hay faltante la leche sube de precio”.
De esta manera, Javier Baudino justifica la baja en los precios que se produjo en el pago de agosto y la que se espera para setiembre.
Siguendo su criterio, “esto demuestra un sistema expuesto a las leyes del mercado y de manera salvaje, puesto que el poder cambia de manos extremadamente fácil, y basta un simple cambio de expectativas para que el mercado comience con altibajos significativos”.
Dijo “que en este año el productor recibió valores superiores a lo esperado, las posibilidades de reinversión y crecimiento parecían inmejorables, pero los cambios de tendencia tan abruptos puesto que dicha producción no se consume en el mercado interno, presiona para abajo los precios y genera quebrantos industriales, que no tienen más remedio que trasladarse en parte al tambero”.
“No es que el industrial sea el malo de la película, puesto que así como el productor no puede dejar de ordeñar, el industrial (aunque su venta no esté asegurada y mucho menos su precio) compra la leche, asumiendo riesgos que concluyen en quebrantos”.
“Así debe asumir ventas para asumir los compromisos mensuales, con facturación decreciente en volumen en ventas y creciente en compras”, dijo.
Sostuvo con respecto al mercado mundial, “que al igual que el mercado interno, las debacles de las economías favorecieron la especulación de los compradores; así vender actualmente implica negocios de bajo volumen y precios negativos para las lógicas pretensiones de los productores”.
Respecto a las negociaciones salariales, indicó “que las demandas fueron muy importantes y superiores a la media del mercado, considerando incremento de costos operativos (energía, packaging y otros), desorden comercial en pequeñas y medianas empresas con caída de precios que actualmente superan el 15% respecto a junio de 2010, aspectos que conforman un panorama sumamente complicado para la lechería en general”.
Ante esta compleja situación, Baudino asignó importante rol a la gestión del Estado, especialmente a quién se hace cargo de los stock analizados. “Si manifiesta interesarle una lechería pujante, no sólo compuesta de grandes industrias, sino por el complejo Pyme (muy grande y con evolución constante hacia la calidad) que formula un promisorio futuro, pero que indudablemente deberá recibir apoyos importantes para evitar conflictos”.
Acotó “que tal vez haya llegado el momento en que la lechería forme parte del presupuesto anual del Gobierno, donde se destinen fondos no para subsidios sino para financiamiento de stock, fuera del sistema bancario o combinado con estos para aprovechar la infraestructura, teniendo en cuenta que financiar los stock con fondos genuinos en la escala actual es casi imposible.”
Se preguntó Baudino “si el Estado presta dinero al productor con garantía de sus vacas, ¿por qué no hacerlo con garantía de su producción?”. Asegura que “esto facilitaría el posicionamiento comercial de las empresas y por supuesto incentivaría la mejora constante en la calidad; ya que el principal seguro que dispondrá quien preste dinero, es que lo financiado alcance el mejor valor del mercado y así cobrarse, alejándose lo más posible de los comodities; el objetivo siempre está puesto en la conquista de nuevos mercados, buscando oportunidades comerciales y con tiempos suficientes para que los negocios (especialmente en comercio internacional) estén ordenados”.
Con respecto a las perspectivas a futuro aclaró “que el excedente estacional en Argentina no es tan alto como para no dominarlo, lo esencial debería surgir del sector interesado -industria y producción- tener entendimiento para acordar antes de que produzcan los hechos; en medio de la debacle lo único resultante es que cada parte intenta salvarse, sin percibir que sin acuerdos esto se convierte en un salvavidas de plomo”, concluyó.