Escribe: Dra. Patricia Gómez
Muchas transformaciones ocurrieron en nuestro país desde aquel primer Gobierno Patrio y desde la Constitución Argentina de 1853, innovaciones importantes y trascendentes que incidieron directamente en desarrollo de la sociedad.
Innumerables leyes sancionadas desde entonces fueron transformando a la Argentina y desde la Ley Sáenz Peña, de vital importancia para el país, a la actualidad, nos encontramos con grandes adelantos jurídicos, con leyes que permitieron que el ciudadano argentino fuera protagonista directo en la construcción del país.
Desde entonces, Argentina y el mundo sufrieron cambios de tal magnitud que nada puede compararse a lo acontecido en aquellos tiempos. Y en estos cambios, en estas transformaciones, en el avance jurídico ocurrido, los abogados hemos contribuido con esfuerzo, dedicación y compromiso a mantener vivos los principios constitucionales, bregando cada día por sostener los valores supremos a pesar de las dificultades y las urgencias, y no renunciamos a la lucha por el Derecho y la Justicia, por el reconocimiento de los derechos que nos acuerda la Constitución a todos los habitantes de esta Nación.
Sabemos y estamos convencidos de la importancia del Derecho para el desarrollo y funcionamiento de una sociedad, y aunque en estas épocas tan difíciles, donde nos inunda el descreimiento, la inseguridad, la carencia de muchos valores, incluido el atropello a la Constitución por algunos gobiernos de turno, creemos en el ideal de la Justicia y es por eso que el abogado nunca renuncia a la lucha por mantener incólumes el Derecho y la Justicia.
Pese a la grave crisis social e institucional por la que atraviesa la Argentina en estos tiempos difíciles por los que estamos transitando, los que ejercemos esta profesión, creemos en el Derecho y en la necesidad de practicar un ejercicio profesional ético, y aunamos esfuerzos para contribuir a la construcción de una sociedad con paz social y justicia.
En el conocimiento que el Derecho regula nuestra vida desde la concepción y hasta después de nuestra muerte, siendo el que coordina todas las actividades del hombre, sabemos que la función del abogado dentro de la sociedad resulta de extrema importancia, ya que sin orden jurídico resulta imposible el desarrollo social por lo que trabajamos día a día en ese sentido.
Actualmente, el ejercicio de la profesión en esta sociedad que ha ido evolucionando en muchos aspectos e involucionando en otros, presenta a veces aristas insospechadas, y a veces nos encontramos con serias dificultades, pero no deja de ser un desafío para el abogado que, con la certeza que sin derecho no existe una sociedad justa y en la convicción de que contribuimos en la reconstrucción social, en base a estas creencias y principios, seguimos en el ejercicio de nuestra profesión.
Circunscribiendo el ejercicio de la profesión a Villa María, no escapa a la realidad del país, pero con otras connotaciones, más signadas por los problemas y conflictos locales.
Villa María es un foro que ha ido creciendo, pero siempre se trabaja con respeto y cordialidad. La mayoría nos conocemos, pero ello no es un obstáculo para que ejerzamos la defensa encomendada con total prescindencia de quien está defendiendo los intereses de la parte contraria, y trabajamos de manera consciente y comprometida.
Sabemos que la Justicia está colapsada, la falta de personal, la carencia de un sistema de informatización integral, de elementos básicos de trabajo, inciden negativamente en la celeridad de las causas, y eso afecta al justiciable.
Estas carencias son reclamos frecuentes realizados a través del Colegio de Abogados.
Por último, quiero destacar que me siento orgullosa de haber elegido esta profesión, y con orgullo puedo decir que soy abogada.
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