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| Una imagen del Dique La Quebrada en las Sierras Chicas, pasando Río Ceballos |
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Escribe: "Pepo" Garay
(Especial para EL DIARIO)
Todos hablan de Calamuchita, de Punilla, de Traslasierras. Los tres valles más conocidos se llevan los titulares. Pero Córdoba no sólo vive de esas bondades. A lo largo y ancho del territorio, otros espacios acopian atractivos listos para ser aprovechados. Entre ellos aparecen las Sierras Chicas. Una región agraciada y serena, donde los cerros anidan en el patio, y los arroyos en lo del vecino. Carece de la magnificencia de sus primas del oeste, aunque con su estilo, carácter y propuestas, equilibra la balanza. Todo regadito de cultura con tonada y tradiciones mediterráneas. Razones más que suficientes como para ir tomando nota.
Villa Allende
Villa Allende se encuentra pegado a la ciudad de Córdoba. Con el paso de los años y el crecimiento demográfico, lo que antes era una aldea perdida en el campo, hoy es prácticamente un barrio de la capital. Sin embargo, el municipio todavía mantiene su propio ritmo y modo de vida. El sentido del humor y la alegría de su gente tienen fama nacional, y han sido retratados largamente por personajes como Angel “Pato” Cabrera y Eduardo “Gato” Romero. Hijos mimados de la localidad, los dos mejores golfistas argentinos encuentran aquí su lugar en el mundo. Siempre están viajando alrededor del globo, pero su mente se queda en Villa Allende.
Lo cierto es que razones no les faltan. La ciudad disfruta de un ambiente especial, con movimiento y mucha vida social, aunque sin el tumulto, el smog y el caos de su inmediata vecina. Posee buena oferta de bares, restaurantes y comercios, que enriquece su máximo galardón: la cancha de golf. Una de las mejores del país, recibe la visita de profesionales y aficionados de toda Sudamérica. El contorno que marca el comienzo de las montañas, invita a seguir el recorrido.
Unquillo
Las sierras se van elevando de a poco, y por la ruta provincial 57 aparece Unquillo. El otrora pueblo se involucra de lleno con la naturaleza, y refleja en su semblante la paz y la belleza de los cerros. Las 15 mil personas que la habitan parecen contagiadas del cuadro. El talante desestructurado y casi bohemio, favorece el temperamento de la villa, decididamente relacionada con el arte.
En ese sentido, se destacan sitios como el Museo Lino Enea Spilimbergo o la Capilla Guido Buffo. El primero conserva las huellas del reconocido pintor, que pasó en este rincón de la provincia sus últimos 12 años de vida. El segundo, las del multifacético artista, una verdadera leyenda de la zona. El pequeño templo, sumergido en la montaña, está rodeado de un entorno fantástico, que resume a la perfección las virtudes del Departamento Colón. Lejos del centro, un canto a la mística de Unquillo.
Río Ceballos
Más sube la carretera, hasta encontrarse con Río Ceballos. Las sierras siguen haciendo la fiesta, con colores que se intensifican y cumbres que se estiran. Lo mismo que las opciones del visitante, quien recibe con ganas la posibilidad de acrecentar la exploración de las laderas aledañas. Una caminata por el cerro Ñu Porá permite apreciar panorámicas solemnes, al igual que el recorrido por las cascadas Los Hornillos y Los Cóndores. Después, la cita obligada se corporiza accediendo al dique La Quebrada, precioso espejo de agua que corona la Reserva Hídrica homónima.
Muy cerca de allí, una ruta de tierra conduce al Valle de Punilla. El cartel indica “A la Falda”. El viajero ni se inmuta. Esta vez, prefiere las Sierras Chicas.
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