Un nuevo caso de abuso de autoridad y maltrato por parte de efectivos policiales fue denunciado ayer en la Redacción de EL DIARIO por una mujer que se desempeña como cadete.
“Me hicieron bajar de la moto, en la que llevaba un pedido, me insultaron y pegaron”, para después trasladarla esposada hasta la Comisaría de Distrito, donde la alojaron “en una celda toda sucia y recién me dejaron en libertad a las cinco del otro día”, reveló M.I., quien dijo tener “mucho miedo” por todo lo que pasó.
“Calcule que salgo a trabajar porque necesito y justo me pasa esto”, dijo con lágrimas en los ojos la mujer de 39 años, quien refirió que no había realizado la denuncia “porque no conozco cómo hay que hacer” y porque “me podría pasar algo”.

@El hecho

El episodio, que se animó a denunciar públicamente ayer tarde, ocurrió alrededor de las 23.30 del sábado 24 de mayo pasado, “cuando iba en la moto a barrio Bello Horizonte (o Beletti) para entregar una pizza”.
Casi al llegar al cruce de Sarmiento y Porfirio Seppey, “me alcanza una camioneta del CAP y me hacen detener la marcha. Yo creí que me iban a pedir la tarjeta verde y los papeles de la moto, pero resulta que se bajó un policía que me trató mal, incluso me insultó”, quien le increpó “porque dice que había pasado el semáforo en rojo en Sarmiento y Lamadrid”.
“Le dije que no lo había pasado en rojo, pero me volvió a tratar mal y llamó a la patrulla femenina”, refirió M.I. para añadir que, “fue ahí cuando le pregunté quién era y me dijo que se llamaba Colombatti”.
Cuando llegó la policía “me agarró a los empujones, me tiró contra la camioneta y me esposó”, tras lo cual fue trasladada a la sede de la Comisaría de Distrito en General Paz 317.
“Me sacaron todo: la moto, el celular, la billetera, hasta la heladerita con la pizza que no la pude entregar”, apuntó, para agregar que también fue maltratada por una agente que “me hizo sacar las ropas para requisarme, me apuraba y me pateaba la ropa... y yo sólo llevaba una pizza”.
La mujer dijo que sólo le permitieron hacer una llamada “y le avisé a mi marido, aunque no pude hablar con él”.
“Ahí me dejaron, hacía mucho frío. Recién quedé en libertad a las cinco de la mañana, pero me ‘pintaron los dedos’ y eso que yo sólo estaba trabajando”, dijo la mujer visiblemente atemorizada por el atropello y llorosa por la triste experiencia.