“Su deceso fue producto de la gravedad del cuadro, ya que era un caso sumamente complicado, a pesar de que se habían registrado avances”. Visiblemente angustiada, la fuente médica confirmó ayer al mediodía a EL DIARIO el fallecimiento de Gerardo Chiodi, el joven de 27 años que “dormía” desde hacía casi dos meses en la Clínica de Especialidades, a causa de un raro síndrome.
Gerardo residía en James Craik y enfermó gravemente en julio pasado. El diagnóstico presuntivo fue de un síndrome neuroléptico maligno, y comenzó así un fuerte proceso de rehabilitación, en el que los médicos pusieron todo su empeño.
Sin embargo, en la noche del martes el chico sufrió complicaciones a raíz de una hemorragia interna y regresó a la sala de Terapia Intensiva.
A las 0.30 de ayer, Gerardo hizo un paro cardíaco y murió.
Los restos del joven fueron velados y sepultados en la localidad en que residía, en medio de la consternación de los vecinos.
Su mamá, Silvia, recibió a cada momento el afecto y la admiración de sus allegados y de gente que no conocía, que le expresaron su cariño y la instaron a salir adelante.

s El caso

El caso de Gerardo se conoció públicamente el 27 de agosto, a través de una nota que EL DIARIO le realizó a su madre. Llevaba 43 días internado.
Su progenitora precisó en ese entonces que el chico no tenía daño cerebral, pero que se le habían “dormido las neuronas”, a raíz de un particular cuadro. El síndrome que padeció es una reacción adversa al uso de algunos medicamentos, que se caracteriza por una alteración en el estado de la conciencia, que llegar a ser mortal muchas veces.
Chiodi se encontraba internado desde el 12 de julio, en estado de coma. Llegó al nosocomio villamariense luego de que uno de sus hermanos lo encontrara tirado en el suelo, descompuesto, en su vivienda de James Craik, mientras sus papás vacacionaban.
“Creían que podría haber tenido un ACV (Accidente Cerebro Vascular), pero no. Y se había tragado su propio vómito”, apuntó Silvia a este matutino en una entrevista. Gerardo ingresó en coma 4 y así permaneció muchos días.
Su hijo sufría de trastorno bipolar y había intentando suicidarse. Por prescripción médica, tomaba neurolépticos y se encontraba bien hasta aquel 12 de julio en que terminó internado. Esos medicamentos le causaron el síndrome.
“Cuando nos dijeron que no había daño cerebral, había que estimular neuronas. Por eso, le pongo música, le cuento lo que le dicen los amigos, le hablo del rugby, porque jugaba en Oliva, y le transmito cosas”, había confesado Silvia.
La mujer agradeció a los médicos Alan Zazú y Luciano Caponselo, además de “los ángeles de la guarda”, las especialistas Irene y Cecilia Manzanares y la magíster Jorgelina Milanesio, “formando ese equipo de trabajo que necesitamos para empezar, de manera pausada, la recuperación”.
“El neurólogo Carlos González elogió el esfuerzo y el tesón que todas ponían para lograr un poquito cada día disminuir el síndrome”, explicó.
La mamá valoró que fue la primera vez que un equipo de neurorehabilitación ingresa a la UTI y expresó su gratitud.
Chiodi había abierto los ojos cuando llevaba 20 días de internación y entonces se intensificó el esfuerzo médico por recuperarlo. La familia tenía previsto trasladarlo en algún momento a la Clínica Rita de Bianchi, de Tanti.
Ayer, se valoraba el trabajo de los profesionales y todos hablaban de la lucha de Silvia, esa madraza que no se apartó ni un minuto del lado de su hijo. “Ahora ya está en paz”, dicen que dijo en medio de su dolor.