El 14 de abril de 2008 a la noche, Alejandro Roganti fue baleado en la puerta de su casa. El atentado casi le cuesta la vida y ya fue condenado uno de los autores materiales.
El mismo día, por la mañana, Roganti había estado en Tribunales, en la causa que inició contra la conducción del Sindicato Regional de Luz y Fuerza, pidiendo a la Justicia que declare nula la desafiliación dispuesta por el Cuerpo General de Delegados.
Roganti había sido desafiliado junto a su compañero y ex directivo del sindicato, Sergio Hidalgo.
Aquel 14 de abril, el juez Marcelo Salomón, había tomado la audiencia para conciliar a las partes, hecho que no prosperó.
Aquella noche, cuando Roganti entraba en gravísimo estado al Hospital Pasteur, alcanzó a decir “me mandaron a matar desde Córdoba”, ratificando luego que aludía al sindicato que lo había expulsado y que conducía -y conduce- Eduardo Brandolín.
Después de dos años, la causa fue elevada a la Cámara del Trabajo. En ese contexto, el 2 de setiembre el vocal de la Cámara del Trabajo, Mario Samuel, citó a las partes para evaluar la posibilidad de un acuerdo.
Así fue que en esa jornada, Roganti estuvo sentado cara a cara con Eduardo Brandolín, el secretario General del sindicato.
No hubo audiencia oral, por lo que no tuvieron que intercambiar opiniones. El juez se reunió por separado con cada uno y luego, con los abogados de las partes.
Roganti e Hidalgo estuvieron representados por los letrados cordobeses Camel Layún y Nicolás Asteggiano, mientras que el sindicato estuvo acompañado por un abogado de apellido Goyena, que pertenece al staff de un estudio jurídico de Buenos Aires.
La audiencia comenzó a las 8.30 y se prolongó por cuatro horas.
Mientras hablaban los abogados con el juez, en la sala de espera, Roganti y Brandolín estaban sentados frente a frente. No se dirigieron la palabra.
Volverán a verse tras el cuarto intermedio el 24 de setiembre, a las 10.