La producción de leche y sus derivados son un importante factor de empleo y de obtención de ingresos en el sector urbano y especialmente en sectores rurales de Argentina. Para realizar esa actividad, son necesarios hombres y mujeres de muy buena formación, no sólo en lo técnico, sino también en medidas de higiene para garantizar la buena calidad del producto final.
En ese sentido, Villa María puede estar orgullosa de las sucesivas promociones de técnicos lácteos de la Escuela Superior Integral de Lechería (ESIL), como así también los programas de formación permanente para trabajadores y profesionales y el asesoramiento a las industrias.
La historia de esta institución educativa comienza en el año 1967 como respuesta a una inquietud de la comunidad de la ciudad de Villa María y de algunas instituciones como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Club Argentino de Servicios. Así es que se pone en marcha ese año el Bachillerato Técnico Lácteo.
“A partir de este momento, se inicia una larga tarea de inserción comunitaria, en una sociedad donde no había una adecuada valoración de la educación técnica y una realidad productiva (productores rurales) e industrial de muy bajo nivel tecnológico”, indican en la página de la escuela. “La realización de los Cursos Nacionales de Lechería con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en los años 1978 y 1979, y los trabajos de investigación (primeros en su tipo) con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Recursos Renovables de la Provincia de Córdoba y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) generaron un gran movimiento de participación de todos los sectores que involucran a la lechería nacional; es así como en 1980 y como consecuencia de un trabajo multidisciplinario y multisectorial surge el Nivel Terciario de enseñanza para acompañar los nuevos requerimientos y el desarrollo del sector”, agregan.
Entre los objetivos institucionales se plantean el de formar al alumno integralmente promoviendo y desarrollando capacidades que le permitan elaborar un proyecto de vida comprometido con su tiempo y la formación un profesional éticamente responsable, capaz de aplicar, desarrollar y generar conocimientos en el mundo del trabajo. Nadie duda que están cumpliendo.
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