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César Titina Bravín |
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Por Darío Falconi (eldiariocultura@gmail.com)
Acordamos para encontrarnos en su casa cerca de las 20. Se le hacía imposible reunirnos antes, ya que César es maestro de artes plásticas y dedica parte de su vida a la docencia; aunque, según la ocasión, también es comerciante y pinta carteles según la demanda. Posee una fantástica mano para la pintura de cuadros y es un virtuoso del bajo eléctrico que aprendió de manera autodidacta.
Junto a Gastón Nigro en guitarra y Darío Vasconi en batería forman una de las bandas más poderosas y destacables de la urbe local. Me refiero a Motorblues, el trío de blues y de rock que la peleó siempre desde abajo y que luego de siete años de carrera acaba de cumplir uno de sus objetivos más loables. Hace dos años atrás cuando le consultábamos en estas mismas páginas cuáles eran los objetivos de la banda, “Titina” nos había respondido que “el sueño de cada banda es llegar a grabar un disco”. Hoy lo tienen, “Sillazo por el lomo”, es el título que da nombre a una placa que costó en salir, pero que valía la pena esperar. Nos sentamos en la cocina de su casa y no demora en servirme un café como no he probado nunca. El motivo de mi visita es interiorizarme en algunos detalles de este nuevo CD de los que se han editado un millar de ejemplares y que logró confluir a grandes trabajadores de la música como Don Villanov (ex Botafogo) y Victor “Vitico” Bereciartua.
—¿Cómo fue que, finalmente, el primer disco de Motorblues salió a la calle?
—Teníamos que buscarle la mejor opción a las pocas armas que teníamos, sacarle el máximo jugo; intentamos por todos lados y se consiguió la posibilidad que nos dio la UMI (Unión de Músicos Independientes), que nos abrió la puerta para la edición. Pero antes grabamos en la sala de nuestro baterista Darío Vasconi. Otra veta se abrió cuando Vitico nos hizo el nexo con Gonzalo Villagra (de Natas), quien mezcló y masterizó todo el material con su gran talento. A buen precio y gracias a la gamba de Víctor, así se fue armando.
Restaría la distribución, que eso no se logró, quedamos independientes porque en ese caso hay que hablar con alguna compañía que te distribuya en el país; sino es imposible hacer llegar tu disco en mano a todos esos lugares.
—En un principio la idea de la grabación del disco iba a correr por cuenta de José Palazzo, ¿por qué razón no se concretó de esa manera?
—Sucede que Palazzo tiene mil ocupaciones y por ahí nuestro proyecto con él era que nos diera empuje como banda de Córdoba; quizás se pueda dar alguna vez, pero se estaba dilatando mucho y nuestros tiempos apremiaban. Fue uno de los motivos por los cuales nos demoramos en sacar el disco. Quizás en otro momento se dé con ésta banda o con otra de Córdoba que él pueda bancar. De todos modos nos dio un montón de manos y seguiremos haciendo algunas cosas juntos él.
—¿Facilitó muchísimo el hecho de que Darío pusiera su estudio de grabación?
—Y sí, porque teníamos el tiempo necesario para grabar tranquilos y en confianza acá en Villa María. Nos juntábamos cuando podíamos y después nos volvíamos cada uno a su casa. Nos reuníamos todos los sábados, deben haber sido 10 sesiones (y mientras me dice esto se retracta a la brevedad), menos fue. Dejame sacar la cuenta (y con los dedos cuenta: “uno de batería, dos o tres de guitarra…”); deben haber sido ocho sesiones.
—De todas maneras ustedes tenían las canciones muy trabajadas, ya venían laburándolas de hace mucho tiempo…
—Sí, hay bandas que componen 125 temas en tres meses y eligen 12 para grabarlos; pero para nosotros el proceso de cada canción es como un parto, necesita su maduración, tocarla muchísimas veces en vivo, pulirla, modificarla… El mismo toque en vivo te va tirando lo que le va haciendo falta al tema o le está sobrando. Nuestras canciones tuvieron ese tiempo de crecimiento. Llegamos al estudio con los cortes cocinados. Nos pasó que creíamos que algunos temas estaban redondos en el primer ensayo y luego de escuchar varias grabaciones de los mismos, nos dimos cuenta de la cantidad de cambios que tuvo con el tiempo ese tema.
—¿Después de la grabación de este disco volviste a escuchar el demo que grabaron allá por el 2006?
—No quiero escucharlo más (risas). El cambio es abismal, no sólo porque está grabado muy simple, en corte directo, todo junto; también porque el sonido del disco está tomado mucho más a conciencia en la grabación y arriba tiene la mezcla y la masterización que lo levantó 100%.
—¿Cómo les ha ido con la venta de “Sillazo por el lomo”?
—Muy bien, no sabemos una cifra exacta, pero debemos haber vendido unos 400 discos aproximadamente. Cuando lo presentamos en La Trastienda (Buenos Aires) se vendieron más de 20. Es raro que la gente gaste guita en la banda soporte, es raro y espectacular a la vez.
—Hoy revisaba unas cuantas páginas de Internet y hay varias de Buenos Aires que lo promocionan…
—Salió en la revista Pronto, Fantino pasó como dos o tres temas en la radio, hubo un comentario de la tapa del disco en el Página/12, en los blogs… hay buenos comentarios en general.
—¿Les abrió algunas puertas la publicación del disco?
—El disco te hace existir, el disco avala a una banda; una banda es lo que son sus discos, y después hay que hacer la defensa en vivo. No podés ir a Página/12 y decirle “no sabés lo lindo que tocamos”, ¡no!, tenés que llevarle el material. Ahora somos una banda, los temas merecían estar en un disco, por más que quede en el olvido, para nosotros ya quedó registrado una etapa de nuestra vida. Es muy bueno, porque nos encontramos gente que no sabés quién es ni de dónde y te hablan y hasta ¡te defienden!
—La espontaneidad juega un papel muy importante en Motorblues y eso también se nota en el CD.
—Sí, varias cosas se grabaron desde la primera toma y hubo algunas otras en que se renegó un poquito más. En los solos de guitarra, los arreglos de batería o bajo hay muchos que son del momento. Hay cosas que sabemos que en algún show en vivo salieron más mágicos y no se logró para la grabación; hay otros temas que la mejor versión salió en la grabación del disco. Todo esto es parte de nuestro estilo. El tema de Gastón se grabó diferente a todas las canciones del disco, nos sentamos en ronda, pusimos un micrófono aéreo que tomo todos los sonidos. Gustavo “Coco” Vasconi, que estaba en los controles, agarró la criolla; Gastón se sentó peladito; Darío puso un redoblante y yo el equipo de bajo bajito. Por eso te digo que es un tema mágico, porque salió de un tiro; incluso dejamos a propósito un diálogo donde Gastón nos dice en que tono estaba y tararea el tema al principio.
—Está bueno, porque deja traslucir que no les preocupa tener el disco perfecto.
—No, porque no somos así y no buscamos eso, somos una banda de mucha honestidad. No dejamos de hacer blues, podemos estructurar hasta cierto punto, pero también hay que dejar un margen para la inspiración del momento: arte efímero (risas).
—El estilo de ustedes se mueve desde el rock al blues y viceversa, ¿cómo lo podrías describir?
—Todo tiene una base blusera, por más rockera que parezca; si vos desarmás todos los temas te encontrarás que la estructura es blusera. Está escondido, pero está. Por ejemplo si tocás el riff de “Sólo a veces” con una criolla y un slide es folk blues directamente del sur de Mississippi (y termina esta aseveración mientras me reproduce con su boca el mencionado riff).
—Con siete años de carrera, ¿cómo notás la evolución de Motorblues?
—La idea original está intacta, estuvo claro desde el principio; pero se fue dando según los actores que fueron participando hasta llegar al trío con Gastón y Darío. Siempre hubo musicazos, pero por ahí no terminaban de cerrarnos los temas, las composiciones. En este momento sí se dio el concepto, el sonido, así es, esto es Motorblues. Contamos con Darío, que es un baterista que toca Shuffle como pocos, Gastón es absolutamente salvaje y toca blues sin imitar a S. R. Vaughan (parece una huevada pero hoy por hoy es una rareza) y yo pretendo aportar swing y empuje con mi bajo y expresión con mi voz.
—El disco está dedicado a “Monky”, el “Turco” Meinardi y Pappo ¿Cómo los recordás?
—Cada uno aportó su cuota al crecimiento, al temple de uno desde su lugar: Pappo con su magia, con su mito, conocerlo en persona, tocar con él, la majestuosidad de la que nadie duda. Monky como amigo y todo lo que implicaba en carne propia lo que es el rock, él la vivía todos los días más allá de la amistad. El Turco fue mi primer contacto con la mística del rock en las letras que tenía, en la forma de pensar; yo me crié con él, después Monky y sobrevuela todo Pappo. Toda esa suerte de conocer a los tres fue armando la personalidad de uno, no sólo a mí, sino mucha gente. No hablo sólo de lo musical, sino la parte humana, filosófica de la vida. No había duda que el primer disco que logramos hacer 100% personal, y hablo también por Darío y Gastón, tenía que estar dedicados a esas tres personas.
—Lindo hubiese sido decirles, “tomá viejo, acá está el disco”…
—Claro, ninguno de los tres lo pudo ver; pero seguro que lo están escuchando, seguro que les gustó y seguro que nos están dando una mano. Digo esto porque hay un montón de cosas que no se explican; yo creo en las almas que andan dando vueltas en el aire, no se si es sólo una esperanza, pero estoy convencido de eso. Te orientan sin que vos te des cuenta, hay algunas cosas que no te las podés explicar: la relación con Vitico, quien nos agradecía en la segunda visita el haberle devuelto la alegría a su casa perdida por la muerte de Pappo; otra, el día que falleció Pappo yo estaba pintando un cuadro de él; o también Santiaguito (uno de sus niños) que de todos los retratos que tengo pintados siempre elige el del Carpo y lo besa; o hay muchas cosas que se dan creo que gracias a Monky que está por acá y que pareciera nos guiara en el camino… Es como que estamos en la senda, a un río no podés desviarle el cauce, podés hacerle un dique, pero un día viene una crecida y el río sigue su curso. Somos un grupo honesto y esto se refleja en nuestra música, somos como somos, no fabricamos nada y gracias a esto estamos llegando a la gente.
@ REPASO DE “SILLAZO POR EL LOMO”, TEMA POR TEMA
En esta misma oportunidad le solicitamos a Titina que nos definiera sucintamente cada uno de los temas que integra el disco debut; esto nos contestó:
1. Es su ley (dedicado a Pappo) (Bravín – Nigro)
El dolor por la muerte de Pappo me llevó a escribir esta letra y melodía. Se redondeó con un riff de Gastón.
Rock.
2. Iba a suceder (Bravín – Nigro – Argüello)
Mensaje positivo sobre la vida. Los bajones son una pérdida de tiempo.
Rhythm and blues poderoso.
3. El fondo de mi copa (Bravín)
Compuse esta letra hace 15 años cuando era miembro de la gran banda de rock local “Carroñeros”, le cambiamos el ritmo y agregamos nuevo riff.
Soul-disco sobre el blues original.
4. Blues prestado (Nigro – Bravín – Stocchero)
Letra de Sergio Stocchero. Gran riff de Gastón.
Rhythm and blues super power.
5. Sólo a veces (Nigro – Bravín)
Estructura folk-blues, pero le metimos toda la caña hard. Letra que habla de medir un poco los excesos.
6. Tu mejor hombre (sillazo por el lomo) (Nigro – Bravín – Tieffemberg)
Letra de Monky que habla sobre lo desagradecida que suelen ser, a veces, las mujeres. No alcanzó a conocer la música que le pusimos. Lo homenajeamos usando su título para el disco.
Blues zeppeliano.
7. Murmullo de pieles (Bravín – Nigro)
Describe un amor furtivo, ritmo sensual con solo de trompeta.
8. Motorblues (Bravín)
Clásico blues tipo Muddy Waters de un solo tono. La letra describe las peripecias de esta banda para sobrevivir.
9. Blues para mi vieja (Nigro)
Música y letra de Gastón, también él se encarga de cantarlo. Grabado con un solo micrófono de aire en una sola toma.
Atmósfera mágica.
10. No me hartes (Bravín – Nigro)
Clásico rhythm and blues para adelante.
11. Como una luz (Nigro – Bravín – Vasconi)
El tema más rápido y pesado del disco para espantar a la muerte.
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