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En las primeras décadas del siglo pasado, los intelectuales de la agrupación política FORJA retomaron la pelea que nuestro pueblo ha librado desde los tiempos de Túpac Amaru: soberanía o dependencia. Allí, en el sótano de Lavalle 1725, Raúl Scalabrini Ortiz habló de los Ferrocarriles Argentinos y de YPF; Arturo Jauretche develó los procesos de colonización pedagógica mediante los cuales el imperialismo penetra nuestras mentes, y Homero Manzi imaginó los tangos y las películas que proporcionarían varios despertares a la consciencia nacional. Cuando el Estado de Bienestar puso al país en movimiento, entre los años 1946 y 1955, nacionalizando el comercio exterior, los ferrocarriles y los recursos estratégicos; dando un impulso gigantesco a la ciencia, la técnica y la industria nacional; generando impensables transformaciones en lo social, entre muchas otras cosas: estos hombres que habían combatido en las trincheras de FORJA creyeron que sus objetivos se estaban cumpliendo. Sin embargo, así como Mariano Moreno fue condenado a morir en alta mar para silenciar su proteccionista Plan de Operaciones, así como Manuel Belgrano dejó su vida enfrentando a los “partidarios de sí mismos”, así como los sueños de Simón Bolívar donde la Patria Grande era un peligro floreciendo acabaron pisoteados: así fueron perseguidos los miembros de FORJA , obligados a mirar el desguace de todo lo levantado.
Ahora bien, hace poco, leyendo un libro de Jorge Luis Borges me encontré con el siguiente verso: “los astros y los hombres vuelven cíclicamente”. Pensé en el budismo y en la reencarnación, pensé en las teorías de Pitágoras, pensé en Nietzsche; no obstante, a la noche, con las ideas y las emociones serenadas, pensé en el pueblo argentino, recordé la cantidad de veces que el pueblo tomó las calles y se puso a trabajar por su libertad, recordé la cantidad de veces que un par de traidores nos vendieron con las manos atadas. Siempre, a lo largo de la historia nacional, se ha producido ese fenómeno casi místico en el que avanzamos hacia la libertad para luego retroceder y volver a la batalla. Lamentablemente, a los argentinos de hoy nos toca retomar esa lucha casi desde el comienzo, porque los gobiernos que se han sucedido desde 1976 para acá se encargaron de tirar a la basura los triunfos estratégicos de las guerras pasadas. Hoy, más allá de los importantes avances del Gobierno nacional, vivimos en una sociedad empobrecida y corrupta, que no tiene soberanía sobre sus recursos estratégicos ni un plan de reconstrucción. Nuestro esfuerzo generacional, entonces, debe ser para los próximos años, la recuperación de los recursos naturales y humanos del país para cimentar un nuevo modelo de nación latinoamericana. Me refiero a Ferrocarriles Argentinos, YPF y una gran formación humanística en las gratuitas universidades nacionales.
Santiago Nayangore
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