¡Vos viste cómo son los pibes! No. Para nada. Vos no viste cómo son los pibes. Porque los estereotipos no existen. Sí existen, en cambio, Roberto, Jaime, Carlos, Juan, Tomás, Esteban, Jonatan, Toto, Pocho, Rodolfo...
Rodolfo Schmidt, por ejemplo, tiene 17 años y es un canto a la literatura, un poeta y un editor de plaquetas de poesías propias, de autores consagrados y de aquellos que aceptan la propuesta y le envían sus trabajos a el_elefante@hotmail.com o ingresan a su blog http://elefante-online.blogspot.com/
Una veintena de poemas elegidos se acomodan en las páginas de las cinco plaquetas publicadas, bajo el título de Elefante.
En el número 1, el mismo Rodolfo expresa en Subsistir III: “Extraña o normal la gente que perdió los sentidos. Sólo les queda el hablar, hablar de todo, de todos, de nada”.
Y en Subsistir II: “La importancia es que el veneno ya está en tu interior/ de a poco tu mente reaccionará/ te dará a elegir luchar o dormir eternamente/ de ti depende”.
En el número 2, Lihuen Peirone arremete: “La manteca intacta sobre el calefactor/ Los tipos estos olvidaban leer/ escribían como putas/ sus manos amarillas de tabaco/ y en las otras, plumas de barro/ Quedaban sin hojas/ y golpeaban sus caras/ encerradas/ Llegaban las palomas al techo/ Las comían y se morían por ver/ más allá/ Cuando la intriga les pateó el lomo/ Se fueron en jauría/ y la luna los mató”.
En el número 3 aparecen los aromas de la memoria de Ayelén Herranz, para lamentar “...Pobre de aquel que no consiga gozar/ de tan hermoso y tentador/ sufrimiento, del que te podrías librar/ sólo si decides transformarte/ en insensible... o ignorante”.
Por allí mismo aparece por obra y gracia de Rodolfo, Gustavo Caffaratti, con Mi Nena, para decir, entre otras cosas, “No logro encontrar la cura/ soy preso de tu locura/ Quizás sea mi destino/ puede que no exista otro camino”.
Y también Hernán Jaime que cierra el corazón de la edición con dilemas: “¿Si habrá luz al final del túnel?/ ¿Irás a trabajar el lunes?”.
Y como todo concluye al fin, ese número tres se finaliza con algo del propio Rodolfo. Algo como “un gato muerto sobre el monolito de EPEC”.
Desbordante de ocurrencia, desbordante de juventud, desbordante de frescura, desbordante el Elefante.
Hay un número 4 para que ]osé Azocar hable de otro gato negro: “Gato negro.../ mi vida te di./ Y mis plumas quedaron en el jardín”.
A su lado José T. Corigliano nos habla del conformismo: “...Flores en los zapatos,/ Nada queda,/ Sólo esperanzas.../ Soy feliz”.
Y también aparece Ignacio Toledo (Chamu), para picar con Pulga: “Sí, es mi corazón el que late tan lento/ late tan lento que los días pasan rápido”...
El 4 se cierra con otro poema de Rodolfo y en el número 5 asalta Bukowski y dice:

los tugurios se llenan
los vertederos se llenan
los manicomios se llenan
los hospitales se llenan
las tumbas se llenan

Nada más se llena

Bukowski, o sea; el pibe edita a Bukowski. Y a Almafuerte y a Juan Gelman: “Entre hombres y paquetes, diarios envejecidos/ caras secas, sudores, mejillas con rencor,/ envuelta en el silencio de su capucha pálida/ la novia de Dios viaja con Cristo/ sobre los pechos que a nadie dieron de comer”.
También editó un poema de su viejo, Alejandro, apretadito en el corazón “...como un puño que/ guarda su alimento/ en pobres bolsillos/ en noches tormentosas...”.

Ya vendrá el número 6, vas a ver.
Porque vos viste cómo son los pibes. Tienen una cabeza en donde cabe todo lo que al resto del mundo no le entra. Y van a terminar librándonos de todo mal, nomás.


S.V.