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Escribe: Lic. Daniel Cerutti
El placer de ver la obra consumada es lo que manda
Asumirlo como un estado creativo casi en plenitud, esbozando una cosmovisión de apertura hacia nuevas experiencias, quizás esto conforme desiderativamente la nueva orientación que Adrián Héctor Ponce ("Harry") impone a su permanente "autoexigencia" destinada en el presente a incursionar en el género literario.
Identificado con las expresiones artísticas (fotografía, pintura, escultura, música) estableció siempre en cada una de sus obras una dispersión enriquecedora dispuesta a progresar sin prejuicios de "estereotipos rígidos"; más bien aplicando una impronta distinta, específica, y que configura relacionalmente una búsqueda eficaz para un campo de acción donde también puede dar muestra de su proyección personal.
Oriundo de La Playosa, se desempeñó durante su vida laboral como trabajador bancario; luego establecido en Córdoba y actualmente en Carlos Paz, "Harry" Ponce, desde una perspectiva vocacional menos "conflictiva" para sus motivaciones, fijó la premisa de intentar como verdadera catarsis y en manifestación literaria un interjuego dialéctico entre lo interno y lo externo, donde su mundo familiar y ancestros son direcciones claves comprometidas prácticamente en toda la estructura argumental de la obra.
Como una catarsis
Expone "que el tema de la escritura fue realmente como una catarsis, surgió en mí casi de improviso hace siete años y por una serie de circunstancias adversas: había tenido un infarto, estaba sin cobrar sueldo, con inconvenientes de pareja y tramitando la jubilación".
Prosigue: "De repente un buen día me senté en la computadora y me puse a escribir, casi compulsiva y momentáneamente; en siete u ocho días estaba la obra lista". "La defino como una catarata de ideas y recuerdos de mi vida familiar, a los cuales necesitaba ponerles dique, y reconozco que fijé un plazo terminal ante las exigencias que las editoriales ciertamente plantean, y también por convocatorias a concursos literarios donde extensión es siempre sinónimo de limitación".
Reconoce que "me quedaron cosas por contar, pero justamente por las exigencias apuntadas debí concluir esto, con el beneficio posterior que quedaron potencialmente dispuestas para resurgir en una incursión literaria posterior".
Imagen de la familia materna
En cuanto a la temática sustancial (y fruto de su privilegiada memoria) surge "la imagen modelo de la familia materna, de mis abuelos inmigrantes, su llegada al país, y los relatos de mi madre que siempre fue muy locuaz, extravertida contando todo; con el orgullo de ser hija de quien fue, y recordando admirablemente apellidos de sus antepasados remontándose a una pila de años atrás y que sinceramente no puedo recordar en su cronología real, pero que en mi libro aparecen cual ramas hereditarias que concluyen en la figura de Don Epifanio, su padre".
En la trama argumental explica que "de todo esto y analizando la mención participativa de todos los antepasados de mi madre, me quedaba por develar, por desentrañar la figura de mi viejo, del cual conocía muy poco (casi nada) en sus vínculos o componentes familiares; pero también asumí que le debía algo y por ello en ocasión de su fallecimiento, cuando me enteré de muchas cosas por familiares propios que en ese momento aparecieron, decidí publicar mi segundo trabajo literario, al que voy a hacer conocer en poco tiempo".
Define su actitud como "un poco sacarle enseñanzas a la historia familiar y fabricar, componer y hacer mi propia novela, pues aparecen en ella una serie de fenómenos o situaciones tragicómicas que surgen de mi imaginación pero que tangencialmente fortalecen el curso del relato". "Por ejemplo -agrega- hay un personaje en el libro que se ‘suicida’, pero que en realidad murió de viejo o se dejó morir, en la instancia concreta dejándose suministrar insulina y produciéndose un coma diabético".
Tenía que ser publicado
En cuanto a sus tratativas con las editoriales, Ponce sostiene "que habiendo concluido la obra, me exigí que debía ser publicada, la envié a varios certámenes obedeciendo a las promesas de premiación y beneficios aparejados; le tenía fe total a mi producción pero lamentablemente las editoriales no pensaron eso". "En muchos casos fueron favorecidas obras superficiales, limitadas tanto en su expresión real como analógica, desprovistas incluso de ciertas sutilezas o recursos congruentes que operan como sustentos determinantes en toda especificidad literaria."
El poema y la música presentes
"Harry" no soslaya en el desarrollo de "Un hipopótamo" su preferencia "por la poesía musicalizada", e introduce en la dinámica de su obra varios poemas conexos en su mensaje a lo que está narrando; modelos determinantes de su segunda incursión en el género y siempre reflejando un conjunto de fenómenos ligados a la complejidad edípica y con anexos fundamentos psicoanalíticos.
Expone "que es tal la posesión que me produce la temática de ‘Un hipopótamo’ que muchas veces lagrimé mientras la escribía, o bien cuando la repaso y surgen nuevas cosas que me conmueven y me hacen confiar en lo que estoy haciendo; siempre he sido exigente en mi modo de ver las cosas, lo que puede ofender (o agradar) a mis interlocutores, además de una intuición espontánea o anticipatoria de los hechos que intelectualmente también compensa otras limitaciones que puedo tener en mi estructura de personalidad". "Por otra parte, siempre intenté desde mi labor anterior como fotógrafo, fijar imágenes estructuradas, globales o configuradas de las cosas, aplicando una visión guestáltica que también aparece en mi estilo literario, muy especialmente en la semblanza de los personajes que impulsan el relato analizado".
Herir susceptibilidades
Con respecto a la inclusión de personas reales en su obra, y receptoras de referencias críticas sobre su conducta relacional concreta con el autor, "Harry" sostiene "que en mi convicción de expresarme objetivamente no pensé en herir susceptibilidades ni en mis familiares ni en otros personajes reales que aparecen cuestionados; puesto que si son así descriptos es porque han sido para mis primeros años de vida especialmente nefastos o persecutorios".
Profundiza su análisis acotando "que también hay alusiones acordes a la psicología y al mito de Edipo, al escollo que este siempre supone (no resuelto), como situación desencadenante de trastornos o trabas profundas, inhibiendo la perspectiva de lograr conductas más acordes con la normatividad vigente". "Aparte de ello, en la trayectoria vital y anecdotario de los personajes hay motivos profundos u ocultos que si bien no se exponen, se dejan traslucir en el desarrollo del relato; todo ello va supeditado a mi intención creativa". Enfatiza finalmente: "Una intención creativa por ahora seguirá insistiendo en mi mundo familiar y para dar curso a dicho proceder haré alusión en papel selectivo a la figura de mi padre, con quien ciertamente quedo en deuda en esta primera realización".
"Lo demás, que mi obra sea agradable o no, simple o no accesible en su mensaje al lector, corren por su cuenta y a la satisfacción de sus exigencias; lo que para mí es significativo es el placer de ver la obra consumada, y eso es lo que manda."
Nota de la Redacción: el próximo sábado 24 de setiembre, a las 20, Adrián Ponce presentará su libro en el auditorio que Cooperativa Comunicar (editora de El Diario) posee en Periodistas Argentinos 466.
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