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Jesús Chirino

Apenas habían pasado siete años desde la primera transmisión de radio que con cierta continuidad se produjo en el país, cuando Villa María ya sumó su propia experiencia a la historia de la radiodifusión argentina. Si bien tuvo pocos meses de vida en 1927 la estación Broadcasting I1, ubicada en calle Buenos Aires, concretó un exitoso intento de programación local de transmisión de radio. A la hora de contemplar las prácticas ante el micrófono para transmitir noticias, publicidad y música, también debemos considerar el trabajo realizado desde las propaladoras locales.

Interferencias

En la misma época de la mencionada estación había vecinos seducidos por los adelantos técnicos que también hacían sus experiencias con aparatos transmisores. Así son recordadas, por ejemplo, las prácticas que desarrollaron tanto el ingeniero Fitz Simons como un radiotécnico de apellido Cohen. Si bien esos ensayos locales de transmisión no pudieron sostenerse en el tiempo, en la ciudad se multiplicaron los receptores que captaban ondas que provenían de los grandes centros urbanos.

Los vecinos se reunían en las casas de aquellas felices familias poseedoras de algunos de esos aparatos, y escuchaban esas transmisiones que entonces parecían mágicas. Pero no siempre la recepción era de buena calidad, esto se debía a las interferencias producidas por otros aparatos eléctricos que funcionaban en el vecindario.
Para hacer frente a este problema y las quejas que producía, en el año 1931 el comisionado municipal Vila legisló sobre el particular. Así el representante local de la dictadura instaurada en el país el 6 de setiembre de 1930 decretó la obligatoriedad de equipar adecuadamente los motores eléctricos para que dejaran de producir las molestas interferencias que dificultaban el disfrute de las transmisiones radiotelefónicas.

Receptores

Junto al crecimiento del número de aparatos receptores surgieron quienes reparaban y aquellos negocios que ofrecían nuevos modelos que incorporaban las novedades técnicas. En 1934 en el diario Heraldo se publicó una propaganda que decía “Hay muchos que arreglan radio, pero muy pocos que trabajan a conciencia y que cuidan los intereses del cliente”.
Por otra parte se dejaba en claro que los trabajos eran realizados “a conciencia” y cobrándose “exactamente el valor de la compostura”. Ese aviso era publicado por Pedro Buconic del taller “Radio Supertone” cuyo local estaba en la esquina de la calle Bartolomé Mitre y cortada Garibaldi.

Por otra parte vemos que para 1935 los villamarienses podían comprar aparatos receptores de radio en los negocios del pequeño centro comercial de la ciudad. Uno de esos comercios era el local de Kaden y Cía., situado en Alem 28.
En aquel tiempo la publicidad de esta empresa decía que ese sería “el año de la consagración de los receptores AtwarterKent y Hartman. Ahora con garantía escrita por un año”. Ofrecía modelos con cinco válvulas, que sintonizaban tanto onda corta como larga.
En algunas propagandas anteriores, de 1931, puede verse el ofrecimiento de receptores para ser usados con corriente continua, equipados con parlante dinámico, dial iluminado, control de tono y “regio gabinete terminado en nogal”, pudiéndose comprar en cuotas de 20 pesos mensuales.

Transmisiones en las calles

A la historia de la radio local también debe sumársele la de las propaladoras que fueron una manera de vencer el silencio de las calles y paseos de la ciudad agregándoles un paisaje musical.
Las redes de altoparlantes, como las transmisiones de radio, difundían noticias, música y avisos.
No pocos en ellas hicieron sus primeras armas en el micrófono para luego pasar a los estudios de radio.

En aquella época eran muy comunes los concursos de cancionistas populares organizados por la afamada radio-difusora La Voz del Eter de Miguel Lorenzati. La difusora poseía un amplificador frente a su local en la calle Santa Fe, a la altura de la plaza Centenario. Ante ese local se congregaban numerosos admiradores para alentar a los cantores que concursaban. Un detalle curioso es que si bien el público escuchaba las voces de los artistas, no conocía su identidad dado que la misma recién era revelada cuando se anunciaban los resultados finales del evento.

Si bien esto pasaba en 1935, el diario local “Tercero Abajo” en su edición del 8 de octubre de 1960 comentó que “en realidad el inventor de ruidos molestos en nuestra ciudad, fue este periódico –es decir Tercero Abajo- que en 1932, desde los altos del bar La Esperanza –actual Bar Argentino- , con unos cacharros viejos que se parecían parlantes, empezó a pregonar noticias y música…”. En aquella nota se decía que en el año 1936 el referido equipo fue comprado por el señor Julián Lisa quien “por su exquisita cultura y a su vez técnico en la construcción de combinados y amplificadores formó una cadena de transmisión…”.
Para 1960, año de publicación de esta información, la red de altoparlantes propiedad de Lisa, la conocida Publicidad Cylter, abarcaba la zona céntrica. Esta red, publicitada como “la primera transmisora de Villa María” también llevaba sus sonidos hasta el Parque Infantil, las plazas San Martín e Independencia y otros paseos.
El local de Cylter se ubicaban en la segunda cuadra de la calle San Martín. Allí estaban los espaciosos estudios donde solían tener lugar actuaciones de artistas que podían ser presenciadas por el público local. Otra red de comunicación que también existió en la ciudad fue la de Publicidad Rex, con domicilio en calle Mendoza 650, que abarcaba los bulevares y algunos barrios de la ciudad. En los años `40, según refería Bernardino Calvo, existió la red de altavoces de Publicidad Andrada que también propalaba música grabada a la vez que permitía actuaciones en vivo.
Según nos revela la prensa escrita de esa época, década de los ´60, publicidad Cylter no sólo transmitía música, también daba a conocer informaciones proporcionadas por “el cuerpo de Bomberos, Policía, Municipalidad, establecimientos militares y otras instituciones culturales, deportivas y comerciales”.

Por aquellos años dirigía la empresa su propietario, el mencionado Juan Lisa. Lo ayudaba en la administración Héctor O. Vigna, quien también oficiaba de locutor comercial al igual que Juan M. Dutto. También trabajaban en la red de transmisión Bernardino Calvo que leía los informativos y Omar Maneh que era locutor y “animador de presentación de programas especiales”.

En 1960 Publicidad Cylter a la vez que tramitaba la instalación de una estación de radio para la ciudad, hacía tiempo que transmitía una hora “por cadena por combinación telefónica con L.W.1 de Córdoba”. Este fue uno de los tantos programas que originados por periodistas locales, salieron al aire por importantes radios de otras ciudades difundiendo cosas de nuestra querida Villa María. Transmisiones que serán tema en notas de otros domingos.