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Moria , no moría. Sin acento en el diptongo. El secreto está en el tongo. Demoledora, moledora, Mole Moli.
Divina, diversa, dividida, Divididos.
¿Qué ves, qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad.
Tongo, con la T de trampa, de teatro marceliano. Con la T de tango. Verás que todo es mentira.
Moria, Mole, Marcelo. Las tres M que se expanden en la pantalla, en los hogares, en las mesas familiares, en las conversaciones de amigos, en los casamientos, nacimientos y otros mientos.
Moria y su agresión hacia los cordobeses con palabras surgidas de los deshechos del cuerpo y del alma. La Mole recostándose en el sentir popular, victimizado.
Parte de la sociedad tomando partida, comentando, rumiando, recostándose mayoritariamente por el
que parece más débil. Y en apariencia es el más fuerte.
La pelea repetida hasta el cansancio, hasta el espasmo. En los programas pasatistas, en los exitistas, en los paracaidistas, en los intelectualistas.
Usadas para el amor, el humor, el horror, el escozor.
¿Qué ves, qué ves cuando me ves? Realidad virtual, patológica, psicópata que contagia, se agiganta, se entromete en la camas de los enamorados, de los solitarios, de los consolados y de los consoladores.
¿Es Moria, la Mole, nosotros, ellos?
¿No se parece Moria, la que perdura en la cumbre a través de los años, a ciertos políticos o medios estrellas? ¿La realidad virtual nacida del enfrentamiento, de los insultos, de la degradación del otro, se está devorando a las vacas sagradas?
“El psicópata divide, nunca une. Y cuando une, lo hace para lograr su posicionamiento personal, por sobre los demás.
En la medida en la que el medio social incluya creencias y valores que contribuyan al desarrollo de comportamientos egocéntricos, insolidarios y violentos, la psicopatía se extenderá y afectará cada vez a más sujetos.”
Lo dicen los expertos en la materia.
¿Se está extendiendo la psicopatía? ¿En medio de mil batallas, de corporaciones que no quieren perder el poder ostentado durante años, de necesidades básicas satisfechas e insatisfechas, bailamos todos y aceptamos todo por un sueño?
¿Qué ves, qué ves cuando me ves?
En la crisis de 2001, la mayoría pedía a gritos que “se vayan todos”.
El dedo acusador se posaba sobre una clase dirigente que había dejado al país en terapia intensiva, en la antesala del infierno.
Casi diez años después, la decadencia ha comenzado a ganar a otros sectores de poder que en su momento gozaron del cariño y la aceptación social.
Grupos que detrás de bambalinas, usaron la seducción, el engaño, el encanto para beneficio propio.
Y hoy, en el enfrentamiento (que sube el rating) buscan imponer una verdad que en su desnudez deja al descubierto las patas de la mentira.
“El sociópata es ese individuo verdaderamente absorbido en sí mismo, sin conciencia ni sentimiento alguno hacia los demás y para quién las reglas sociales no tienen ningún significado.”
Una definición para reflexionar, en un momento en que nos bombardean con “realidades” que son sinónimos de ficciones.
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