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21 de Septiembre de 2010
Caso Aráuz - Comenzó el juicio por el brutal crimen del joyero
“No se nada de todo esto”, aseguró Fernando Fonseca
El hombre acusado de tener una participación indirecta en el robo y asesinato de Felipe Aráuz dijo que desconocía el tema. No obstante, su declaración fue contradictoria y confusa. También comparecieron la hija de la víctima y dos policías. Sigue hoy
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F1: Fernando Fonseca es el único imputado en el “caso Aráuz”.

“Desconozco todo el tema. No sé nada de esto. No sé quién es Aráuz, tampoco conozco a ese tal Díaz y nunca tuve un Duna rojo.” La frase, sintetizada, pertenece a Fernando Hermenegildo Fonseca (50), el hombre que está acusado de haber intervenido indirectamente en el asalto y posterior crimen del joyero villamariense Felipe Aráuz (75), perpetrado el 2 de noviembre de 2001 en barrio Lamadrid.
Así, Fonseca negó ayer cualquier vinculación con el sangriento episodio, al iniciarse en la Cámara del Crimen local el juicio oral y público que se le sigue, donde está imputado como presunto “partícipe no necesario de homicidio simple”.
Sin embargo, el sospechoso incurrió en algunas contradicciones y su relato fue por demás confuso, en el que prevaleció la persistente falta de memoria sobre circunstancias relacionadas con los lugares en los que había estado domiciliado y en qué fechas y, peor aún, cuando dijo que era la primera vez que estaba en la cárcel (en relación al “caso Aráuz”), pese a que ya había permanecido detenido varios meses en la ciudad santafesina de Casilda y en la capital jujeña, pero por otros delitos.
A Fonseca se le atribuye haber llevado a los autores materiales del cruento asalto hasta la casa del joyero, sita en Santiago del Estero 1674, a bordo de un automóvil Fiat Duna de color rojo, vehículo que también utilizaron para escapar del lugar.
Otra cuestión que dejó al descubierto el dudoso proceder del acusado fue cuando, al declarar sobre condiciones personales, negó tener algún sobrenombre, a pesar de que cuando fue detenido a mediados de noviembre del año pasado en la localidad mendocina de Bowen le dijo a la Policía que se llamaba Orlando Ortiz y que lo apodaban “Pelado” o “Gringo”.
De todos modos, cabe señalar que la legislación argentina no obliga a un imputado a decir la verdad durante un proceso penal (cosa que sí se le exige a un testigo), y mucho menos autoincriminarse en el hecho que se le atribuye. Serán las pruebas independientes las que determinarán su culpabilidad.
No obstante, no deja de ser llamativo y hasta sospechoso que Fonseca haya respondido una y otra vez “no recuerdo” cuando tanto la camarista Silvia Saslavsky de Camandone, como el fiscal Francisco Márquez lo interrogaron insistentemente sobre los lugares donde había vivido y en qué fechas desde fines de 2001 hasta octubre de 2009, cuando fue apresado.
Uno de los momentos más significativos de su declaración se produjo cuando, al ser preguntado sobre si había estado involucrado en otros procesos penales, Fonseca respondió: “Es la primera vez que estoy en la cárcel”.
Claro que la aseveración del acusado se hizo añicos cuanto, primero la jueza y luego el fiscal, hicieron referencia a informes del Registro Nacional de Reincidencia, según los cuales había estado detenido “unos cinco o seis meses” (adujo luego el imputado, aunque siempre invocando la muletilla “no recuerdo bien”), en Casilda y en Jujuy.
En la localidad santafesina estuvo implicado en un hecho de “estafa”, aunque en 2007 fue sobreseído por prescripción de la causa. Y en la capital de la provincia norteña estuvo preso por “tenencia de arma”.
Fonseca dijo también desconocer a quién pertenecían numerosos relojes, collares, alhajas y hasta un revólver calibre 38 que fueron secuestrados por la Policía local durante un allanamiento realizado el 1 de febrero de 2002 en una vivienda de Villa Nueva, sita sobre calle 9 de Julio, en la que vivía la concubina del sospechoso, Malvina Palacios.

@ Qué se encontró

En dicho inmueble, los investigadores de la Unidad Departamental encontraron el arma enterrada en el fondo del patio y dentro de unos paneles de telgopor del cielo raso se hallaron objetos de joyería y relojería que no pudieron determinarse si pertenecían a Aráuz.
Sin embargo, en el mismo lugar se encontró una hoja con membrete del local comercial que el septuagenario asesinado poseía en un salón ubicado en la parte anterior de su domicilio.
Dicho documento mostraba el nombre “Casa Aráuz”, la dirección y hasta el número de teléfono celular que utilizaba la víctima del brutal asesinato.
Fonseca dijo desconocer de quién eran los objetos secuestrados, aduciendo que la casa había sido alquilada por su concubina y que él no estaba viviendo allí, sino que “andaba de aquí para allá”.
Al respecto, dijo que solía pasar la mayor parte del tiempo en Bowen y que venía de tanto en tanto a Villa Nueva para ver a su pareja. Dijo también que nunca trabajó en esta región, que estaba a cargo de tres fincas en Mendoza y que no estaba registrado laboralmente.
La declaración de Fonseca, que en total demandó 50 minutos, comenzó cuando negó haber tenido alguna participación con el hecho que se procura esclarecer: “Desconozco todo el tema. No sé nada de esto. No sé quién es Aráuz, tampoco conozco a ese tal Díaz y nunca tuve un Duna rojo”.
Cabe señalar aquí que en 2004 el fiscal Gustavo Atienza había dictado la orden de captura de Fonseca y de otro sujeto, identificado como Osvaldo Díaz, alias “Patón”, quien murió hace unos años en Villa del Rosario, víctima de un paro cardíaco, estando todavía prófugo de la Justicia.
En relación al crimen de Aráuz, Díaz fue sobreseído por fallecimiento, mientras que se sospecha que hubo una tercera persona involucrada en el asalto y asesinato del joyero, aunque nunca se pudo determinar su identidad.
Las presunciones indican que Díaz y ese otro sujeto habrían sido quienes ingresaron a la casa de Aráuz por un pasillo lateral y una vez en el interior del inmueble amordazaron y maniataron al septuagenario con cinta de acetato para luego golpearlo salvajemente en la cabeza y en otras partes del cuerpo para que les dijera dónde guardaba el dinero.

@ Otros testigos

Tras la declaración de Fonseca, prestaron testimonio una hija del joyero asesinado y dos efectivos policiales, que tuvieron una intervención funcional en la causa.
Hilda Amelia Aráuz compareció ante el tribunal y las partes por espacio de una hora y 20 minutos y, si bien no fue testigo presencial del hecho, aportó importantes datos sobre la personalidad de su padre, su modo de vida y hasta los temores que por aquellos meses previos al crimen tenía el joyero.
La mujer recordó que su padre había sido militar y que era una persona muy reservada, que en los últimos tiempos se había desprendido de numerosos objetos de valor (en referencia a las joyas y alhajas de oro que comercializaba), atemorizado porque pudiera sucederle algo grave.
Pocos días antes del asalto que terminó con su vida, don Aráuz había sufrido un robo por parte de un hombre y una mujer que, tras ingresar al local como circunstanciales clientes, le sustrajeron numerosos anillos en un descuido.
Una de las circunstancias que llamó poderosamente la atención de la prensa y del público presente en la sala fue la actitud que adoptó Fonseca cuando la hija de Aráuz prestó declaración.
Ni bien comenzó su relato, la mujer se conmovió al recordar a su padre y, entre sollozos, se vio obligada a interrumpir el testimonio por unos instantes. A partir de allí, Fonseca clavó su mirada en el piso y sólo levantó la vista en contadas ocasiones. Una de ellas fue cuando la jueza Saslavsky de Camandone le preguntó si conocía al acusado. Pero cuando la hija de Aráuz giró la cabeza para verlo, éste levantó el rostro, aunque sin mirar a la testigo.
Finalmente declararon los policías Gerardo Maldonado y Alejandro Tenchini, quienes refirieron cuestiones vinculadas a su proceder durante la investigación del hecho. Y como ambos recordaban muy poco por el tiempo transcurrido, se acordó incorporar por lectura ambas declaraciones.

@ Doble jornada

Para la mañana de hoy fueron citados siete testigos, aunque también está prevista la posibilidad de que se desdoble la actividad en la Cámara del Crimen y también se recepcionen declaraciones en horario vespertino, ya que son numerosos los efectivos policiales que comparecerán en la causa.
Esta segunda jornada de debate fue convocada para comenzar a las 8.30 en la sala de audiencias ubicada en el quinto piso de los Tribunales locales.

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