Escribe:
Juan Manuel Gorno
(De nuestra Redacción)

La preocupante derrota en Córdoba, ante Talleres, aumentó una crisis futbolística en Alumni que parece no encontrar salida inmediata.
Será motivo de análisis algún aspecto táctico o cierto cambio de nombres, pero el tema psicológico es lo que impera por estos momentos y lo que alarmó al hincha casi desde el arranque mismo del campeonato.
Errores puntuales ante Estudiantes, en la primera fecha falta de puntería contra Racing, en la segunda, groseras fallas en la pelota parada frente a Sportivo Belgrano, en la tercera, y un gol recibido sobre el final del partido, en la cuarta (contra Juventud Unida), fueron derivando en esta escasez de victorias que se magnificó el domingo, con el Chateau como escenario, donde el equipo villamariense ganaba con un hombre de más y recibió tres duros cachetazos para terminar perdiendo en la quinta jornada, ante el conjunto dirigido por Héctor Arzubialde.
Fueron testigos de esto cientos de hinchas que viajaron a la capital provincial con la ilusión de lograr algo histórico y que volvieron con esa amarga sensación bastante pegajosa en los últimos tiempos. Porque salvo aquella Promoción en la que Alumni demostró entereza, ante Unión de Villa Krause, hace años que aquellos soñadores de algo grande para el fútbol nuestro suman decepción tras decepción.
Todavía se recuerda con desazón aquellos penales que erró el equipo fortinero en las dos oportunidades que enfrentó a Talleres anteriormente, como si fueran argumentos válidos para remarcar por qué no sumó en este tipo de partidos fundamentales. Pero en el torneo pasado tampoco Alumni le ganó a Estudiantes ni a Racing, es decir, dejó escapar clásicos y otros partidos importantes como para reforzar el romance del hincha con el representante del fútbol nuestro en el orden nacional.
Lo lamentable para la gente pasa por esta costumbre de perder que se hace carne, justo en tiempos donde el fútbol se emparejó bastante, donde All Boys puede ganarle a Boca y a Estudiantes, donde más le cuesta a los grandes derrotar a los chicos, donde la concentración de un mediocre a veces puede ser más que el potencial de un poderoso.

@ Inferioridad

En el plano nacional, está plasmado que Alumni perdió jerarquía.
En esta oportunidad, fue el único club que se localizó en el Chateau para enfrentar a Talleres, como respetando la cantidad de gente que este rival moviliza y de paso aprovechando la chance para engrosar las arcas de la institución, mediante una recaudación que finalmente no fue la esperada.
Claro que ese respeto se plasmó también en la cancha, donde pareció que el equipo podía lastimar al grande cordobés, pero se rindió ante la chapa que tiene Talleres, incluso con diferencia de número en jugadores.
Tamaña inferioridad manifiesta se contrapone con la tradición de esta entidad villamariense, que hizo historia por la osadía conseguida para codearse con los grandes. Y guste o no, esa osadía fue la que motivó a los niños villamarienses a comprar la camiseta del club y llevarla con orgullo.
Hoy resulta imposible provocar cierta ilusión con este Alumni que sólo cumple un buen papel en cuotas durante los partidos. Entonces la preocupación es enorme.
“La verdad que este año no tuvimos grandes sponsors y, como el año pasado, estos se van sumando con el inicio del campeonato, pero con la campaña que estamos haciendo, todo es complicado”, reconoció ayer el presidente del club, Guillermo Morelatto.
En ese aspecto, anoche, al cierre de esta edición, los dirigentes evaluaban los pasos a seguir, aunque desde un principio no estaba en discusión la continuidad del entrenador Carlos Ranalli, quien dijo sentirse fuerte y sin intención de renunciar, a pesar de los malos resultados.
“La idea no es cambiar el técnico, aunque algo vamos a hacer para que esto mejore”, dijo Morelatto.
En las próximas tres fechas, Alumni será visitante de Desamparados (en San Juan), Deportivo Maipú (en Mendoza) y Estudiantes (en Río Cuarto). Y con este horizonte, lo principal será encontrar el equilibrio que les permita a los jugadores pegar aletazos y empezar a remontar vuelo.
De aquél equipo que en la pretemporada se animó a pensar en la clasificación a este que se encuentra en cuadro de descenso pasaron sólo cinco partidos, casi lo suficiente para sentenciarlo al desprestigio del hincha, aunque el fútbol siempre deje una pizca de esperanza para emerger entre las cenizas.