@ Aprender porque sí

A mis nuevos maestros:
Soy una estudiante "gris", que no aparece en las estadísticas ni en las fotos de la primavera.
Alguna vez fui docente. Ahora estoy del otro lado. Soy una estudiante "gris", no por tristeza, sino porque tengo canas y "ganas". Y, junto a muchos más, algunos hombres y muchas mujeres, lucho por mis sueños postergados o por el simple y poderoso deseo de aprender. No importan las notas o si paso de año. Sólo por el placer de que al terminar cada encuentro con mis profesores hay un tesoro más en el cofre de mi vida.
Y así aparecen en mi vida maestros nuevos. Jóvenes profesores dispuestos a entregar el don de su talento a mayores de 50 años. Son pacientes, respetuosos, no me subestiman, tienen confianza en que aprenderé. Lo hacen con todos mis compañeros y más tarde o más temprano, entramos en mundos nuevos de la mano de Fiorella, Romina, Gisela, Gerardo, Annina y tantos más. Continuamente dan oportunidades para afianzar el aprendizaje, a pesar de la memoria más distraída, los dedos más rígidos, las ausencias por enfermedades propias o familiares, de los viajes que muchos tienen la fortuna de hacer; la pronunciación defectuosa o los movimientos corporales menos enérgicos o limitados por la edad. No somos viejos, sólo adultos mayores. Para un sector del mundo que no tiene lealtad con las generaciones pasadas o con las generaciones futuras, degradando el medio ambiente y las relaciones humanas, somos invisibles. No conozco estadísticas que muestren cuántos adultos mayores ingresan a estos proyectos, de municipios, institutos privados o universidades y cuántos se mantienen en ellos, cuántos abandonan y luego regresan, qué eligen, para qué , qué sienten.
Estudio porque quiero, porque tengo "puras" ganas, porque hay oportunidades para mí, aunque ya no "produzco". Estudio un idioma extranjero, aprendo las extraordinarias estrategias de la computación, aprendo a nadar, a tirarme de cabeza a la pileta, porque no me quiero bajar del mundo, quiero vivir bien. Quiero saber qué pasa fuera de los muros de mi casa y darle alimento a mi cerebro adicto al aprendizaje, a mi cuerpo que aún puede moverse y controlarse sin depender de otros. Y aprendo a iniciar nuevas relaciones, fuera del ambiente familiar o las que heredé del trabajo.
Ingresar a estos nuevos circuitos de aprendizaje exige callar esas voces interiores que cuestionan: ¿Para qué? ¿Podré? ¿Haré papelones, balbuceando palabras extranjeras, equivocándome en la computadora, dando "panzazos" en la pileta?...No importa.
Persigo sueños, ingreso a una nueva red de iguales y renuevo mis vínculos sociales. Y la vida tiene tantas cosas hermosas para conocer y disfrutar. Y cuando no puedo seguir por mis limitaciones mis jóvenes profesores me esperan, me dan tiempo, cambian estrategias, me contienen, me corrigen. Me respetan.
Por eso es importante diseñar cómo queremos que sea nuestra vida en los próximos años, sabiendo con total crudeza que serán cada vez más solitarios, más ajenos al resto del mundo, diferentes a los que vivieron nuestros mayores. Somos estudiantes que nos preparamos para un futuro muy particular, muy personal. Cada uno es libre de esperar ese futuro con las herramientas que nos brindan nuestros jóvenes docentes.
Con mis compañeros de Inglés, con los de Computación y los de Natación festejaremos el Día del Estudiante. No saldremos en las fotos típicas de los medios de comunicación, no habrá bailes ni fuegos artificiales, pero el encuentro distendido, con bromas, mateadas, tortas y juegos también está organizado para nosotros, los estudiantes adultos mayores.
Muchas gracias, a mis nuevos maestros y a todos los compañeros de cada actividad. Son parte de las vueltas del infinito ir y venir de la vida, que resignifican la calidad de vida de los que somos.

Marta Tymoschuk
DNI 11418950