El fiscal de la Cámara del Crimen de Villa María pidió ayer que cite como nuevos testigos al médico forense de Bell Ville y a una mujer que habría sido la última persona en hablar con el joyero Felipe Aráuz, momentos antes de sufrir el brutal asalto que le costó la vida.
Francisco Márquez solicitó también que se insista con el comparendo de dos testigos que ya habían sido convocados para deponer en el juicio, pero que no pudieron hacerlo por encontrarse fuera de la ciudad.
El requerimiento del acusador público obligó a la jueza Silvia Saslavsky de Camandone a disponer un cuarto intermedio hasta el próximo martes a las 16, ya que se aguardará que regresen aquellas personas que están de viaje y se ordene administrativamente la citación de los nuevos testigos.

@ Hay otro juicio

El inusual horario vespertino resuelto por las partes obedece a que por la mañana la sala de audiencias que la Cámara posee en el quinto piso de Tribunales estará ocupada con otro proceso oral, en el que también intervendrá el fiscal Márquez.
En tanto, durante la jornada de ayer declararon dos de los cuatro testigos citados inicialmente, aunque no agregaron datos de mayor relevancia.
Sandro Oscar García dijo que el día del cruento asalto (viernes 2 de noviembre de 2001) él había estado realizando tareas de jardinería en una vivienda ubicada en la esquina de Santiago del Estero y Colabianchi, es decir a menos de media cuadra del lugar del crimen.
Pese a las dificultades que ocasiona el paso del tiempo cuando se trata de hacer memoria, García recordó que solía trabajar entre las 9 y las 12, y que a eso de las 11 un móvil policial pasó dos o tres veces por ese sector.
El testigo dijo que uno de los efectivos llegó a preguntarle si había visto algo sospechoso o que le llamara la atención, a lo que García respondió negativamente.
La presencia de los uniformados obedeció a un llamado anónimo recibido minutos antes en la central del ex Escuadrón Motorizado (hoy Comando de Acción Preventiva), mediante el cual se alertaba sobre un asalto que se estaba perpetrando en la joyería ubicada en Santiago del Estero 1674.
Ese llamado fue la primera de dos comunicaciones efectuadas desde un locutorio telefónico de la Terminal de Omnibus por Elder Cavaglia, quien, tal como lo precisó EL DIARIO en su edición de la víspera, sabía que se iba a cometer un robo porque días antes el acusado Fernando Hermenegildo Fonseca y “el Patón” Osvaldo Héctor Díaz (ya fallecido) lo habían ido a buscar para ofrecerle “hacer un trabajito” (asalto) en el negocio de don Aráuz.
Según Cavaglia, aquella mañana se percató de la inminente concreción del atraco porque, encontrándose circunstancialmente en una agencia de autos ubicada en la citada esquina (había ido para vender un coche), vio pasar a Fonseca al comando de un Fiat Duna de color rojo, y tras detener la marcha frente a la joyería, bajaron dos personas e ingresaron al pasillo lateral que da acceso a la vivienda de Aráuz, ubicada en la parte posterior del local donde tenía el negocio.
El testigo García dijo no recordar si había visto pasar un Duna rojo, aunque sí señaló que a la par del comercio que explotaba el joyero había un taller donde se reparaban ticketeras de remises y que por esa razón solía haber allí varios vehículos blancos.
El segundo testigo en comparecer fue el ex policía José Manzzini Rian, quien a la fecha del asesinato cumplía funciones en el Escuadrón Motorizado como jefe de compañía.
A bordo de un patrullero, Mazzini Rian y otro compañero llegaron al lugar tras el primer llamado realizado por Cavaglia, pero luego de dar un par de vueltas por ese sector, y al no advertir nada anormal, decidieron retirarse.

@ Ultimos testigos

Para el martes venidero fueron citados a declarar el policía Maximiliano Funes y Oscar López, nieto de don Felipe Aráuz. En tanto, los testigos nuevos requeridos por el fiscal Márquez, se trata del médico forense Eugenio Martínez, quien estuvo a cargo de la autopsia del septuagenario asesinado, y de Mirian Chiarpenello, a cuyo teléfono se comunicó la víctima momentos antes de ser asaltado, amordazado, maniatado y ferozmente golpeado hasta morir.
En la sábana telefónica del celular de Aráuz quedó la constancia de un llamado al número de la mujer exactamente a las 10.44 de la mañana de aquel viernes, mientras que el joyero fue hallado sin vida apenas pasado el mediodía. Esto indica que dentro de ese marco horario se produjo el violento robo.
De no producirse ningún incidente jurídico o cambio de último momento, el mismo martes la jueza Saslavsky decidirá el día y la hora para que la Fiscalía y la Defensa formulen sus respectivos alegatos, paso previo al dictado de la sentencia.