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El fiscal Francisco Márquez consideró que Fernando Fonseca (segunda foto) fue uno de los organizadores del asalto, y por eso pidió una pena de ocho años de prisión |
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Cuando todo parecía indicar que el veredicto se conocería pasado el mediodía de ayer, la camarista Silvia Saslavsky de Camandone dispuso un cuarto intermedio hasta el lunes a las 8.30 y abrió un marco de expectativa sobre la definición del juicio que se le sigue a Fernando Hermenegildo Fonseca por su presunta vinculación con el mortal asalto al joyero villamariense Felipe Aráuz.
Eran las 11 de la mañana y el abogado ucachense Antonio Sader acababa de solicitar la absolución de su cliente, luego que el fiscal Francisco Márquez reclamara una condena de ocho años de cárcel para Fonseca.
Pese a que los alegatos no habían insumido demasiado tiempo, igualmente la magistrada resolvió tomarse unos días más para analizar minuciosamente la cuestión antes de dictar sentencia. Y es probable que las conclusiones expresadas por el defensor hayan generado algunas dudas sobre la participación del acusado en el hecho que terminó con la vida de Aráuz.
Si bien Márquez hilvanó una medular exposición y puso a Fonseca en la escena del crimen, Sader no fue menos convincente al dejar al descubierto que había dudas sobre la intervención de aquél en el hecho.
En rigor de verdad, tanto el fiscal como el abogado de Fonseca echaron mano al testimonio de Elder Ernesto Cavaglia, aunque desde diferentes puntos de vista. Mientras el acusador público lo consideró central por haber aportado importantes detalles de la causa (ver "Qué declaró el testigo Cagavlia"), el defensor desacreditó su testimonio por entender que se trata de un ex presidiario en el que "no se puede confiar".
Un cambio de
calificación legal
Tal como se preveía, Márquez cambió la calificación legal descripta por el fiscal de Instrucción Gustavo Atienza, quien elevó la causa a juicio acusando a Fonseca como presunto "partícipe no necesario de homicidio simple".
Para el fiscal de Cámara, el encartado "fue uno de los organizadores del asalto" y, en tal condición, pidió que se lo declare coautor de "robo calificado por uso de arma impropia", ante lo cual reclamó una condena de ocho años de prisión.
El artículo 166 del Código Penal de la Nación señala, en su último párrafo, que "si se cometiere el robo con un arma de fuego cuya aptitud para el disparo no pudiera tenerse de ningún modo por acreditada, o con un arma de utilería, la pena será de tres a 10 años de reclusión o prisión".
Como nunca se pudo establecer fehacientemente si el elemento utilizado por los asaltantes para golpear ferozmente a Aráuz fue un arma de fuego, y en caso de serlo si la misma era operativa, se debe aplicar el artículo precedente. Lo sorprendente es que el fiscal Márquez pidió una pena apenas dos años inferior al máximo previsto por dicha norma.
Por su parte, el letrado defensor solicitó la absolución de su cliente "por falta de pruebas", y para sostener esta posición buscó generar dudas sobre aquellas pruebas indiciarias que implican a Fonseca y que lo llevaron a tener que sentarse en el banquillo de los acusados.
Cuando se reanude el juicio el próximo lunes, la jueza Saslavsky le concederá a Fonseca la oportunidad de expresarse en lo que se conoce como "última palabra", y luego declarará cerrado el debate para pasar a deliberar a los efectos de dictar sentencia.
Como ese mismo día está programado otro juicio oral en la sala de audiencias ubicada en el quinto piso de Tribunales, es probable que la sentencia se conozca alrededor de las 10 de la mañana.
Qué declaró el
testigo Cavaglia
Tanto durante la instrucción de la causa como a poco de comenzado el juicio, Cavaglia declaró que Fonseca y Osvaldo "Patón" Díaz, un sujeto que también habría estado implicado en el hecho, pero que falleció encontrándose prófugo de la Justicia, lo fueron a ver a mediados de octubre de 2001 para ofrecerle "hacer un trabajito" en la joyería y relojería que Aráuz poseía en su casa de Santiago del Estero 1674, en barrio Lamadrid.
El testigo dijo que había mantenido una reunión con ambos individuos en la sede del Automóvil Club Argentino local, y que en la oportunidad éstos le propusieron intervenir en el robo, a lo que Cavaglia se negó porque no quería meterse en "problemas".
El testigo fue clave en la investigación, ya que desde un locutorio telefónico -aunque de manera anónima- llamó al 101 y alertó a la Policía que se estaba cometiendo un asalto en un comercio de Santiago del Estero y Colabianchi.
Momentos antes de perpetrarse el hecho, Cavaglia dijo que había llevado un automóvil de su propiedad a una concesionaria ubicada a media cuadra de la joyería para realizar una transacción comercial. Y, en esas circunstancias, refirió que desde el interior de la agencia vio pasar a Fonseca conduciendo un Fiat Duna de color rojo y se detuvo frente a la Casa de Aráuz. Dijo también que se bajaron dos personas y que entraron al inmueble, mientras que él, a bordo del Duna, se estacionó en las inmediaciones.
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