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La Grúa, en pleno show, en la “sala” de ensayo, a toda máquina. F2: Posando para el afiche o la tapa del disco |
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El aula, de pequeñas proporciones, se agiganta con la música y se convierte en palco. El tunga tunga sale por las cajas, soltando al aire libre una de las 300 pistas que tienen grabadas para cantar arriba. Y La Grúa comienza a pechar y a levantar el ánimo de sus propios conductores.
Y al poco rato, el guardia, la docente, el periodista y el fotógrafo ya están marcando el contagioso ritmo de las bases.
Gabriel, Oscar, Abel y Jonathan se pegan a los micrófonos y se lanzan a volar por el diapasón imaginario del bajo que marca tun tun tun tun.
Termina el primer tema y Oscar “El Pibe”, que además de cantar es el locutor oficial, larga su espiche.
Y sin descanso suena el segundo tema, una canción propia, escrita por Abel (ver recuadro “Condéname”).
Y después una tercera.
Más que una grúa, la banda parece una aplanadora, pero de alegría y energía positiva.
Los pibes están con todas las pilas puestas, lo cual, en el contexto en el que se encuentran es muy meritorio.
Después, nos sentamos a charlar y van saliendo los párrafos de cada uno como solos dentro de un tema.
Oscar es quien se encarga de romper el hielo e iniciar contando como nació la banda:
“En un principio, Abel y yo estábamos con el grupo que hace folclore, inclusive participamos de la gira que se hizo por los distintos penales de la provincia, cuando surgió la necesidad de que otros internos empezaran a cantar, también, y el cupo estaba lleno en folclore, así que hablamos con él y salió la idea de hacer cuarteto.”
Y sueltan:
“Cuando estamos en el escenario frente al público y a los otros internos, se genera una situación empática.Y este público es muy exigente.”
Luego confiesan:
“Muchas veces, el mismo encierro nos hace estar desanimados, como con ganas de no hacer nada, aún teniendo ganas de hacer. Es que el encierro te lleva a eso y gracias a Dios nosotros, que estamos en esto, salimos mucho. Por eso agarramos esta actividad. Y la tenemos que cuidar, porque es un compromiso que tenemos con los demás, con los que vienen porque unos más tarde y otros más temprano, nos vamos a ir. Pero la banda tiene que seguir en pie, viva, para los que vienen. Tenemos la obligación y el compromiso de cuidar este espacio; este y todos los espacios como éste. Esta iniciativa es importantísima, por parte del área de educación. El aspecto del arte, en la disciplina que sea, y la educación, es importantísima”.
¿Por qué la grúa?
“Lo tomamos como un símbolo de algo que enganchaba y levantaba. Así es la banda. Cada vez que tenemos que cantar, es otra cosa, es otra chispa. Cuando estamos cantando, es como que nos soltamos más. Somos la grúa porque levantamos y pechamos.”
Agregan:
“Cada uno viene de distintos pabellones, y nos encontramos acá sólo para ensayar. Y entonces, cuando venimos acá, nos olvidamos de todo. Lo que pasa es que la música también lleva a eso.”
“Además, tenemos que agradecerle a todo el público que tenemos. Nosotros hacemos esto pura y exclusivamente para los internos, para brindarles algo a ellos.”
¿No han pensado en agregarle instrumentos?
“Sí, claro. Si a alguien le sobra algún instrumento y quiere acercarlo, será bienvenido. Siempre hay un músico que compra algo para empezar y después va mejorando... Un teclado, unas congas, un güiro, un cencerro, unas timbaletas. Son para la banda, para la escuela, es servicio penitenciario. Nosotros no nos llevamos nada cuando nos vamos.”
Abel agradece:
“Yo, de paso, quiero agradecer a un amigo mío que es el que me habilitó las 300 pistas que usamos. De parte de la banda, un agradecimiento a Leo Becaría”.
Y entonces todos y cada uno, a su tiempo, y como si estuvieran en un escenario, oyendo aplausos, comienzan a agradecer, a sus hijos, a sus familiares, por el aguante, “porque queremos que sepan que estamos bien”, dicen.
Ya más en plan de analizar la realidad en la que están inmersos, haciendo música, dicen:
“Nosotros tenemos que estár unidos, más allá de los cruces lógicos que pueda haber cuando un tema no sale, tenemos que estar juntos y conservar este espacio. Tenemos que estar unidos, porque, si a nosotros nos salen bien las cosas, le damos la posibilidad a la otra gente que viene atrás. No sólo se trata de la satisfacción que nos da a nosotros.”
Por supuesto, siguen las anécdotas, siguen las canciones, sigue el diálogo, pero, igual que un disco, o que un tema, las páginas de EL DIARIO tienen un final y es por eso que se hace imposible mostrar o traducir todo los que La Grúa tiene para decir. Por eso, aunque nosotros no vayamos, sigue el baile.
Texto: Sergio Stocchero
Fotos: Roberto Zayas
@ Condéname
Dime amor, si tu amor es pasajero si me amaste a mí primero, miénteme
si esta noche estás
conmigo hazme tuyo
hasta que muera de
dolor.
Me entrego a ti
al embrujo de tus besos
que esta noche tu regreso
me hizo feliz
Y aunque yo quiera
no te olvido
y tu amor es como un
vicio que no puedo
olvidar.
Dejemos todo en esta
habitación.
Condéname al temor de que mañana no estés aquí
dime ahora que me amas
que de nuevo al lado mío
te sientes feliz.
Vuelve a mentir
vuélveme a mentir.
Castígame, como si yo fuera culpable de que un día te marchaste
sin decirme adiós.
Ahora te dejo aquí en mi pecho y en mi corazón, tu nombre, amor, hasta mi muerte llevaré.
Abel Alvarez
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