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El poder de la militancia.” Es la leyenda de la espada blandida por determinados dirigentes barriales para escudar la conducción del intendente peronista Eduardo Accastello.
El sello del movimiento justicialista barrial se imprimió en tinta celeste y blanca (los colores del escudo de Perón) en una carpa instalada, ayer, en el predio del club Argentino, en el Nicolás Avellaneda.
Más de mil quinientas personas disfrutaron de un menú compuesto por pollo con ensaladas y escucharon, antes del banquete de mediodía, las palabras de uno de los organizadores: Mario Cortez.
En esta masiva movida estuvieron el barrio anfitrión, San Nicolás, Felipe Botta y Parque Norte.
Con un discurso de tono sentimental recordando los tiempos de militancia, antes de la llegada de Accastello al Sillón de Viñas, Cortez puso todo su empeño en remarcar las obras realizadas en los barrios para “mejorar la calidad de vida de los vecinos”.
Sus palabras aludieron a un pasado (radical) que dividía a la ciudad en dos partes: “La de las luces y la de los postergados” y un presente (peronista) que ha trabajado por la igualdad.
Todo, en un contexto preparado para dar rienda suelta a la liturgia del peronismo con sus divisiones a cuestas.
“Si algunos de los que cacarean (por los ‘compañeros no accastellistas’), piden una interna, debemos dársela para demostrarles dónde está la gente.” El palo salió de boca de Cortez.
Bajo la carpa, estuvieron la mayoría de los funcionarios del Gabinete y algunos concejales que esperaron con ansias la palabra del jefe partidario.
“Seguiremos gobernando”
“Un miembro de este equipo seguirá en el Gobierno.” Estas palabras de Accastello provocaron miradas y adrenalina en quienes sueñan con sucederlo en el Sillón de Viñas.
Si algún despistado esperaba que el dedo se posara con agua bendita sobre una persona en especial, se equivocó.
Con las manos abiertas y desafiando el aire, Accastello tomó la palabra e hizo una lista con agradecimientos para “todos” los que contribuyen en la marcha de la gestión.
En ese detalle brillaron la diputada Nora Bedano, los concejales Javier Suppo y José Escamilla, los funcionarios Héctor Muñoz, José Carignano y el rector de la Universidad Nacional de Villa María, Martín Gill, entre otros.
Ni una pista. Ni una sílaba deslizada al azar dejó perfilar el nombre del posible candidato. “No tengo dudas de que en 2011 un dirigente que forma parte de este equipo va a ser gobierno y yo voy a ser un militante más”, fue el concepto que ciertos presentes tomaron como un mensaje de “no voy a ser candidato a intendente”.
Pero, falta tanto...susurraron los que no tienen las ambiciones puestas en el máximo Sillón del Palacio municipal.
“Esto es sólo la punta de lanza, se va a extender a más barrios”, comentó por lo bajo un colaborador de años de Eduardo.
En esa cuestión, está la estrategia. El movimiento estirará sus brazos hacia el Mariano Moreno y Las Acacias. Y así, sucesivamente en un intento de copar diversos sectores y no dejarle espacios vacíos a la oposición.
Una demostración de fuerza que obligará, sin duda, a los opositores a usar el ingenio para enfrentar a un aparato que tiene la mayoría de los engranajes estandarizados.
¿Le servirá esta estrategia en los barrios para retener el poder o la sociedad se inclinará mayoritariamente por un cambio?
Es la pregunta del millón.
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