Señor director:
El frustrado golpe de Estado, ocurrido hace pocos días en Ecuador, el secuestro del presidente Correa y el intento de magnicidio evitado por el blindaje del automóvil que lo conducía desde el lugar de su secuestro, muestran a las claras que sólo la participación popular, expresada en la movilización de miles de personas en distintas ciudades de Ecuador, en apoyo del Gobierno, es el reaseguro de la democracia.
El inmediato repudio de los gobiernos de toda América, particularmente los de Sudamérica, la urgente convocatoria a la Unasur, pusieron de manifiesto la importancia de la unión de los países, mas allá de sus ideologías, así como la necesidad de la rápida y decidida intervención de los organismos internacionales en la defensa de la democracia y la autodeterminación de los pueblos, apostando fuertemente a asegurar la paz en el continente.
No es casual lo acontecido en Ecuador. Este dramático episodio, marca un hito más en el afán de dominio de los intereses económicos y políticos que pretenden apropiarse de nuestras riquezas naturales, asegurar la dependencia respecto de los países centrales. Por supuesto que esto no sería posible sin la complicidad obscena de quienes los representan (corporaciones políticas, económicas) que, mediante procesos desestabilizadores (recuérdese la respuesta de la corporación campestre a la 125), apuntan a la concentración de la riqueza, la profundización de las desigualdades sociales, con su saga de pobreza y desesperanza.
Resulta imprescindible comprender que la concatenación de golpes de Estado como el de Honduras, los fallidos intentos golpistas ocurridos en Venezuela, Bolivia, la amenaza en Paraguay, no configuran hechos aislados. Son parte de un plan de dominación que se está ensayando en Latinoamérica. Los ideólogos han sido denunciados por Evo Morales, Hugo Chávez y el mismo Rafael Correa. Ellos afirmaron sin ambages que los responsables son las corporaciones que manejan el poder en EE.UU., la CIA, y sus cómplices locales. En el caso de Ecuador, el ex presidente Gutiérrez.
Es difícil encontrar argumentos que contradigan lo dicho por esos presidentes; son los mismos que estuvieron detrás de las dictaduras latinoamericanas y Oriente Medio.
Para algunos, todo lo que antecede está tan lejos de nosotros... Pero cuando golpeen a nuestra puerta, será demasiado tarde.
La bestia está despierta y en acecho, esperando el momento del zarpazo.
El huevo de la serpiente deja ver dentro de su membrana traslúcida, el reptil que crece y se apura a nacer.
Hay que estar atentos. El pueblo unido en la defensa de la institucionalidad y la democracia, en la mesa familiar, pero también, y fundamentalmente, en las calles y las plazas, son el antídoto necesario para evitar que el monstruo vea la luz.
Zulema Hernández
DNI 3.284.965
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