La camarista Silvia Saslavsky de Camandone le impuso ayer una pena de ocho años de prisión a Fernando Hermenegildo Fonseca, tras considerar que fue uno de los delincuentes que planificó el asalto al joyero villamariense Felipe Aráuz, que terminó costándole la vida.
Fernando Hermenegildo Fonseca, de 50 años de edad, fue declarado coautor responsable del delito de “robo calificado por uso de arma impropia” por haber organizado el atraco perpetrado el viernes 2 de noviembre de 2001, en el que intervino transportando a los ejecutores del hecho hasta la vivienda de Santiago del Estero 1674, en barrio Lamadrid, donde Aráuz fue alevosamente golpeado.
El juicio, que comenzó hace dos semanas, concluyó a media mañana de la víspera con el dictado de la sentencia, aunque previo a ello Saslavsky le concedió al acusado lo que se conoce como “última palabra”.
Con un lacónico “soy inocente”, Fonseca mantuvo lo que había declarado al comenzar el proceso oral y miércoles último, cuando por pedido de su defensor volvió a comparecer para negar cualquier vinculación con el cruento asalto.
Sin embargo, la vocal de Cámara entendió que participó en la organización del robo junto al fallecido convicto Osvaldo Héctor Díaz, alias “Patón”, y que además fue quien condujo el automóvil Fiat Duna de color rojo en el que los autores materiales del hecho llegaron hasta la casa de Aráuz, en cuyo local anterior funcionaba la joyería.
Con la condena de la víspera se cierra parcialmente el denominado “caso Aráuz”, ya que todavía falta averiguar quiénes fueron los asesinos del septuagenario.
Por esa razón, en la parte resolutiva de la sentencia -cuya lectura estuvo a cargo del secretario Roberto Jue-, la magistrada también resolvió girar las actas del proceso al fiscal que estuvo a cargo de la investigación para que continúe las pesquisas a los efectos de intentar identificar a los delincuentes que ejecutaron el plan urdido por Fonseca y Díaz, durante el cual golpearon violentamente al comerciante, causándole graves heridas que minutos después le ocasionaron la muerte.
Así, el fiscal Gustavo Atienza deberá reiniciar la tarea investigativa en procura de dar con los homicidas, aunque sin ninguna duda dicha tarea será de difícil concreción por el tiempo que ha pasado desde el día del hecho: nada menos que ocho años, 11 meses y tres días.
Si bien los fundamentos del veredicto se conocerán dentro de 15 días, todo indica que la jueza Saslavsky basó buena parte de la condena en el testimonio del ex convicto Elder Ernesto Cavaglia, quien declaró que unas semanas antes del hecho Fonseca y Díaz le habían ofrecido hacer “un trabajito” (expresión del mundo del hampa que hace referencia a un golpe delictivo) en la joyería de don Aráuz.
Como Cavaglia declinó la propuesta, le preguntaron si tenía “gente conocida dispuesta a colaborar” con ellos, a lo que el testigo les respondió negativamente.
Si bien en un primer momento no se pudo determinar la participación de Fonseca y Díaz en el robo porque el “testigo clave” no hizo la denuncia, los investigadores policiales llegaron hasta Cavaglia a fines de enero de 2002 (es decir, casi tres meses después del hecho) y a partir de allí se pudo encausar la pesquisa.
El propio Cavaglia aportó datos que posibilitaron un allanamiento en la vivienda que por entonces alquilaba la concubina de Fonseca en Villa Nueva, donde se encontraron varios relojes y algunos otros elementos obtenidos en el negocio de barrio Lamadrid, además de un formulario membretado con la inscripción “Casa Aráuz”, la dirección y el teléfono celular que utilizaba el joyero asesinado.
Sin embargo, tanto Fonseca como Díaz literalmente “desaparecieron del mapa”. Varios años después se supo que Díaz había muerto de un paro cardíaco mientras se encontraba viviendo clandestinamente en la ciudad de Villa del Rosario, mientras que Fonseca pudo ser detenido hace casi un año (mediados de octubre de 2009) en la localidad mendocina de Bowen por una simple contravención.
Al momento de ser apresado, Fonseca dijo llamarse Orlando Ortiz, alias “Pelado” o “Gringo”, pero cuando se estableció su verdadera identidad, los efectivos cuyanos establecieron que tenía pedido de captura en todo el país dictada por el fiscal Atienza.
Al ser traído a Villa María, el mismo día en que se cumplían ocho años del crimen de Aráuz, Fonseca usaba barba y bigotes, y tenía el cabello mucho más largo que en la actualidad.
Poco después, cuando la Justicia dispuso un reconocimiento en rueda de personas, llamativamente el presidiario cambió su aspecto de manera sustancial, aunque igualmente fue sindicado por Cavaglia como uno de los sujetos que lo había entrevistado aquella vez para ejecutar el asalto.
Durante el juicio, el testigo dijo que a Díaz lo conocía de mucho antes, pero que a Fonseca lo vio por primera vez cuando fueron a ofrecerle participar en el “trabajito” antes referido.

Otros detalles

Fernando Fonseca nació el 8 de febrero de 1960 en la localidad de Germania, ubicada en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, próxima al límite con Santa Fe y a unos 100 kilómetros de la ciudad de Rufino.
Con varios antecedentes policiales y un par de causas penales en su registro prontuarial, Fonseca recibió ayer su primera condena, por lo que podrá acceder al beneficio de la “libertad condicional” una vez que cumpla las dos terceras partes de la sanción aplicada, siempre y cuando observe buena conducta durante el período de detención.
De ser así, estará en condiciones legales de dejar la cárcel cuando complete cinco años y cuatro meses entre rejas (los dos tercios de ocho años), lo que se concretará a mediados de febrero de 2015.
Cabe recordar que Fonseca llegó a juicio acusado como “partícipe no necesario de homicidio simple”, pero en las últimas audiencias la jueza Saslavsky le corrió vista al fiscal por entender que durante el debate se había producido un “hecho diverso”, es decir una diferente enunciación del hecho delictivo.
Al responder la vista, el fiscal Francisco Márquez reformuló la acusación y cambió la calificación legal inicial por la de “coautor de robo calificado por uso de arma impropia”, lo que a la hora de los alegatos le permitió solicitar la pena de ocho años de prisión que finalmente aplicó la magistrada.
Con respecto a la figura penal en cuestión, cabe señalar que Aráuz (de 75 años de edad) fue asesinado de varios golpes en la cabeza, presumiblemente efectuados con la culata de un arma de fuego o con algún elemento romo y duro. Por esa razón se utilizó la descripción de “arma impropia”, ya que no se pudo determinar fehacientemente si se trató de un revólver o una pistola (y por ende, si el arma era operativa), o si Aráuz fue golpeado con otro objeto igualmente contundente.
Lo que sí se pudo determinar es que los delincuentes que ingresaron a la vivienda (“contratados” por Fonseca y Díaz), maniataron y amordazaron al joyero con cinta para embalar y le propinaron una feroz golpiza en distintas partes del cuerpo, pero fundamentalmente en el cráneo, a tal punto que el septuagenario sufrió una fractura en el parietal izquierdo.