Comienza el trabajo de parto. Todo tu ser se está preparado para recibir al bebé. Tu cuerpo experimenta cambios e impulsa una fuerza incontenible que ayudará a que una nueva vida se abra camino. El alma llena de amor y entrega. En la piel sensaciones nuevas. Los ojos llenos de lágrimas de emoción. En tus pechos el secreto de la sabia perfecta.
Un segundo después del nacimiento, tu hijo buscando el pecho, justo después de la lucha. El útero; esa casa que acogió al bebé, lo alimentó y purificó por medio de los fluidos transportados a la placenta, que lo impulsó a tus brazos en la más maravillosa y fuerte contracción; hoy dejó sólo recuerdos del embarazo y te convirtió en madre. Son ahora, tu leche y el calostro de las primeras horas, los encargados de seguir nutriendo al recién nacido, quien tiene que crecer en tiempo y forma. Todo lo que necesita tu hijo, todo lo que requiere, está en tus manos, está en tus pechos.
Amar la vida y seguir dando todo de vos se resume en la palabra amamantar, se resume en el hecho de amamantar.
Poder dar de mamar a tu bebé te convierte en una persona afortunada, en una mamá más completa. La buena noticia, es que el 99,99% de las mujeres sanas pueden alimentar a sus hijos con su leche y que esos bebés que han tenido la dicha de recibir esa leche podrán crecer mejor y más sanos. Ellos van a llorar menos debido a que su pancita no va a tener que trabajar en exceso para digerir leche de otra especie para lo que no están preparados. Ellos tendrán la contención y sentirán la protección de los brazos cálidos y firmes de su madre mientras se alimentan.
Amar la vida es recetar sólo pecho materno a la mamá cuando se va de alta. Es apoyar y respetar la privacidad de los padres que están encontrándose con su hijo y conociéndose mutuamente. Es hacerse cargo de las responsabilidades que vienen de la mano de las decisiones.
Cuando un bebé mama no sólo recibe el mejor alimento sino que también le está proporcionando a la madre salud. La está ayudando a prevenir el cáncer de mama, de ovario y de útero. La está ayudando a recobrar el cuerpo que tenía antes del embarazo. Le está enseñando la mejor forma de comenzar con la maternidad. Le ayuda a prevenir tristezas en el posparto y evita la depresión posparto, la ayuda a pasar a la próxima etapa, a pasar del embarazo, a la maternidad de una forma más fluida.
Las madres que amamantan y las personas que apoyan el amamantamiento contribuyen con la conservación del medio ambiente, ayudan para que sus hijos hereden un mundo mejor. No consumen latas, ni combustible, preservan el agua. Por otro lado esas familias ahorran dinero que podrán disponer para otras cosas, comprenden mejor el lenguaje de sus bebés y desarrollan una confianza superior. Los bebés que son amamantados consumen menos medicamentos y están mejor preparados para enfrentar las agresiones del medio ambiente.
Amamantar es ofrecer lo mejor a tu hijo. Probablemente, a la hora de armar el bolso para la clínica pienses en que tu bebé va a ser más afortunado si tiene un conjunto a estrenar, si tiene esperándolo una habitación o una cuna pomposa. Tal vez eso sea importante en una sociedad de consumo, pero debo decirte querida amiga que tu bebé va a ser el más afortunado del mundo si tiene la posibilidad de mirarte a los ojos, si recibe tus caricias y mimos, si puede sentir tu calor y tu protección. Sólo eso es lo que necesita un bebé para sentirse completo.
Viviana de los Ríos
Preparadora de partos
Taller de Gestación
vdga@arnet.com.ar
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