No se conoce a ciencia cierta el comienzo exacto de la comercialización a través del remate, pero investigadores e historiadores del tema coinciden en que se inicia 2 mil años antes de Cristo con los asirios y caldeos, quienes utilizaban el remate en la venta de pescado y de las propias embarcaciones que los transportaban.
Los fenicios - civilización que ocupaba parte de lo que hoy es el Líbano - dominaban el comercio marítimo del Mediterráneo, con sus principales ciudades en Sidón y Tiro, y con colonias en Africa, España y Sicilia entre otras. Realizaban ferias de frutas, telas y artesanías que duraban meses, donde el trueque, la venta y almoneda regían las transacciones comerciales.
Posteriormente, y durante el Imperio Romano que quitó la hegemonía a los fenicios en el mar y en el comercio, las ventas en remates se denominaron “subastas”, palabra originada en una costumbre del pueblo romano, que al ofrecer en venta los bienes despojados a sus enemigos, colocaban una lanza o pica en el centro del botín y vendían todo lo que estuviera bajo ella.
Lanza en latín se escribe “hasta”, y debajo, “sub”, de lo que resulta la palabra raíz: “sub-hasta”.
En cuanto al término “almoneda”, según la Real Academia Española la palabra proviene del árabe (almunáda) y se refiere a la venta pública de bienes muebles con licitación y puja.
Remate, es el vocablo moderno.

Testimonio americano

En el continente americano los antecedentes del remate comienzan a surgir con la llegada de los conquistadores españoles.
El “Código del Trabajo del Indígena Americano” de Antonio Rumen de Armas, obtenido de la “Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias”, Tomo II, cuarta edición (1791), expresa en su artículo 17: “Cuando los indios vendieren sus bienes raíces y muebles, conforme a lo que se les permite, tráiganse a pregón en almoneda pública en presencia de la Justicia, los raíces por término de treinta días y los muebles por nueve días, y de lo que otra forma se rematare sea de ningún valor y efecto”.
Esta Ley Real es del año 1597 y busca proteger al nativo de la voracidad del conquistador y no encuentra otra forma más garante que la venta de sus bienes en remate público. Es, sin dudas, uno de los más importantes testimonios de los primeros remates judiciales en tierra americana.

Baje el martillo

La pintura más cara. El cuadro de Pablo Picasso “Desnudo, hojas verdes y busto”. Precio ganador: 106,5 millones de dólares.
La ropa más cara: El vestido que Marilyn Monroe llevaba cuando le cantó el cumpleaños feliz a John. F. Kennedy. Precio ganador: 1.267.500 dólares.
El manuscrito más caro: el códice de Leonardo Da Vinci. Precio ganador: 30.802.500 dólares.
El instrumento musical más caro: violín Guarneri del Gesú. Precio ganador: 3,9 millones de dólares.
El mechón de pelo más caro: de Elvis Presley. Precio ganador: 115.000 dólares.
La antigüedad más cara: estatua romana de la diosa Artemisa y un ciervo. Precio ganador: 28,6 millones de dólares.
El coche más caro: Ferrari 250 Testa Rossa. Precio ganador: 12,2 millones de dólares.

Atracción turística

El remate de pescado en el Mercado Mayorista Central Metropolitano de Tokio, más conocido como Mercado de pescado de Tsukiji, es una curiosidad turística que atrae a los visitantes de dicho país.
Es el mayor centro mayorista de pescado y productos marinos del mundo y también uno de los más grandes mercados mayoristas de alimentos en general. Se sitúa en Tsukiji en la zona central de Tokio, y allí también se baja el martillo.