Escribe: El Peregrino Impertinente
Cuántas veces habremos escuchado a le gente decir “éste es un vándalo bárbaro”, en referencia a un criminal que asalta bancos o a Moyano. ¿Pero acaso sabemos quiénes eran los vándalos? ¿De dónde vinieron y qué hacían? ¿O porqué utilizamos esa palabra para referirnos a alguien que rompe las leyes, actuando de manera brutal o violenta? No. Pero tampoco sabemos qué carancho es el 82% móvil, y acá estamos.
Pues bien, los vándalos fueron un pueblo de origen germánico, que originalmente habitaban la zona de Europa central. Durante la época romana, se los consideraba como uno de los clanes más peligrosos. La historia nos dice que eran tipos feroces, crueles, sanguinarios. Raro es que jamás hayan incursionado en la política.
Será por esa mala fama, que las regiones que los vieron deambular los han borrado de su recuerdo. A lo largo de los siglos, recorrieron lo que actualmente es Dinamarca, Alemania, Polonia, Hungría, Austria, Rumania, Moldavia, España y hasta el norte de África, por entonces dominio de los cartagineses. Siempre guerreando, arrasando. Y rompiendo las pelotas de una forma extraordinaria. Hasta que a mediados del siglo VI se les cayeron las medias y el imperio, en derrota definitiva.
Hace poco, persuadido por ese mundo distante y extraño de la antigüedad, tomé un diccionario viejo que anda dando vuelta en casa, de esos que los jóvenes contemporáneos sólo usan para apoyar la ginebra y el roinol. Ahí, tras intensos 45 minutos de búsqueda en la letra B, me di cuenta que vándalo se escribía con V. La definición rezaba así: “Vándalo: pueblo de la antigua Germania, señalado por su furia destructora. Vandalismo: devastación propia de los antiguos vándalos. Espíritu de destrucción”. ¡Ah la pelotita! ¿Tan malos eran de verdad? Pobres, de chicos les deben haber hecho mimo con una guadaña.
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