La camarista Silvia Saslavsky de Camandone le impuso ayer una condena de cuatro años de prisión, con declaración de reincidencia, a un convicto con frondosos antecedentes penales que volvió a sentarse en el banquillo de los acusados por haber intervenido violentamente en un procedimiento policial.
Se trata de Roberto Ramón Oliva, alias “Pata de Banana”, de 44 años de edad, quien fue declarado autor responsable de los delitos de “atentado a la autoridad” y “lesiones graves” a raíz de un hecho ocurrido a fines de 2009 en barrio San Martín en el que un policía sufrió una fractura en el dedo meñique de la mano izquierda.
Al declarar en la sala de audiencias de la Cámara del Crimen local, Oliva negó enfáticamente haber agredido a un uniformado, tal como lo había hecho pocos días después de ser detenido, a través de una carta que envió a EL DIARIO desde el Establecimiento Penitenciario Nº 5, donde continuará alojado (ver “Necesito que me ayuden”).
Sin embargo, los testimonios de los policías que participaron en aquel operativo declararon todo lo contrario y sindicaron a Oliva de haber atacado a uno de ellos cuando estaban persiguiendo a otro sujeto por un terreno baldío.
Según la acusación del fiscal que instruyó la causa, alrededor de la una de la madrugada del 27 de diciembre del año pasado, en circunstancias que patrullaban el barrio San Martín alertados por la presencia de un sospechoso con pedido de captura, el cabo Martín Sebastián Pereyra y el agente Leandro Alexis Centeno vieron a un individuo correr por calle Monteagudo, entre Corrientes y Entre Ríos.
Ante la presunción de que se trataba de la persona que estaban buscando, los uniformados comenzaron a perseguirlo a pie, hasta que se introdujo en un descampado. Pereyra le siguió los pasos, pero mucho antes de darle alcance fue interceptado por Oliva, quien a viva voz le recriminó la tarea que estaba desplegando, diciéndole “dejá en paz al pibe”.
Tras el reclamo del convicto sobrevino un forcejeo entre ambos que terminó instantes después con el cabo Pereyra con el meñique fracturado y con Oliva detenido gracias a la intervención del agente Centeno.

Otros detalles

Por tratarse de un reincidente, este conocido presidiario no podrá obtener el beneficio de la “libertad condicional”, que permite la excarcelación cuando se cumplen las dos terceras partes de la condena impuesta.
En efecto, sólo tendrá acceso al instituto legal conocido como “libertad asistida”, que posibilita dejar la cárcel seis meses antes del cumplimiento total de la pena, por lo que deberá purgar -sí o sí- tres años y medio “a la sombra”.
Así, recién podrá salir del penal de barrio Belgrano a fines de junio de 2012.
Roberto Oliva nació en Villa María el 7 de junio de 1966, es jornalero, registra domicilio en calle Monteagudo al 100 y ya fue condenado varias veces por la Justicia local, en la mayoría de los casos por delitos contra la propiedad.
Además de la jueza Saslavsky, intervinieron en el juicio oral y público el fiscal Francisco Márquez, la asesora letrada Silvina Muñoz (defensora oficial) y el secretario Roberto Jue.

“Necesito que me ayuden”

El 4 de enero de este año, Oliva envió una carta a este matutino para pedir ayuda, a través de la cual relató lo que le había sucedido una semana antes.
“Estoy detenido injustamente”, dijo al comenzar su escrito y luego refirió que una madrugada se encontraba durmiendo “cuando escuché que golpeaban la puerta trasera de mi casa”.
“Me levanté y pregunté quién era. Me contestaron ‘la Policía’. Automáticamente abrí la puerta para ver si era cierto. Ahí nomás le pegaron una patada a la puerta, sacándome afuera con mucha violencia a trompadas y culatazos, mientras los otros policías entraron a mi casa sin ninguna orden de allanamiento”, agregó Oliva.
Seguidamente sostuvo que lo subieron a un patrullero y lo llevaron al Hospital Pasteur, “porque un policía se había quebrado un dedo de tanto pegarme cuando fui detenido”.
“Con la ayuda de este diario, quiero demostrar mi inocencia y la manera en que se maneja la Policía con un ciudadano”, añadió Oliva en aquella carta, en la que también explicó que se encuentra con problemas de salud. “Tengo HIV y diabetes; me estoy muriendo y no tengo atención médica”, sentenció.
Sobre el final de la misiva, señaló que estaba “en huelga de hambre hasta que haya una solución” y dijo que su último recurso era coserse la boca. “Me encuentro re mal y estoy solo; necesito que me ayuden”, concluyó.