@ El seguro en tiempos de solidaridad
Pensar en el significado de un seguro es mucho más que el acuerdo al que arriban un productor del ramo en nombre de la compañía que representa y la persona o la empresa que paga el precio de ese servicio, o sea la prima estipulada.
Sabido es que se trata de la asunción del riesgo por parte del asegurador para concurrir al pago de la indemnización del riesgo cubierto por la póliza ante la ocurrencia del siniestro que se trate.
Pero desde el punto de vista social debemos entender que tomar una determinada cobertura es asumir una actitud de protección que va mucho más allá del patrimonio en riesgo y sus derivaciones.
Es poner al amparo de esa cobertura la tranquilidad que emerge de que alguien –el asegurador– se haga cargo de asumir la restitución de su valor o asuma las consecuencias que eventualmente recayeren sobre el asegurado.
Si lo comparamos con los motociclistas a los que más allá de la obligación deben llevar el casco protector, estaremos ante el acto solidario de no dejar desamparados a los que de ese asegurado dependen, sean familiares, amigos o relaciones empresariales o profesionales y a no generar las derivaciones que su no existencia originan: además de los daños propios, la implicancia de atención por parte de la sociedad, los costos sociales, los servicios que son pagados por el esfuerzo de todos con sus impuestos y con la infraestructura de las organizaciones específicas.
@ Sólo valoramos lo que perdimos
¿Cuántas veces damos prioridad a gastos prescindibles o que en orden de prioridades podrían postergarse y no tenemos en cuenta lo que podemos perder hasta que ello ocurre y, como suele decirse, recién valoramos algo cuando ya no lo tenemos?
Ese vehículo, esa casa y su contenido, las obras de arte, el instrumental profesional, ese capital invertido en mercaderías, el mobiliario, las maquinarias y herramientas, las cosechas y, fundamentalmente, propiciar una solución a los terceros perjudicados por nuestra responsabilidad y a los que no podríamos recompensar con nuestro respaldo patrimonial pueden esfumarse en un instante y quedar reducidos a la nada.
Si hasta la propia vida está en juego para valuarla a la hora inexorable de su extinción o la pérdida parcial de la integridad de las personas.
Entonces el seguro, más que un contrato económico de riesgo, es un bien social que forma parte del sentido de solidaridad al que nadie debiera renunciar.
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